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sábado, 6 de junio de 2020

LAS 10 ÁREAS DE LOS TRABAJOS DEL FUTURO


Cuáles serán los 10 trabajos mejor pagados del futuro - Infobae

Cuando los jóvenes me piden consejos sobre qué estudiar y les digo que sigan la carrera que más les guste, se los digo por experiencia propia. Cuando yo era un adolescente y buscaba un lugar en la vida, sabía que quería ser periodista, que no era una profesión bien remunerada, ni lo es actualmente.

Pero era mi pasión desde los 13 años, cuando comencé a escribir en cuadernos escolares diarios de viajes imaginarios inspirados en National Geographic y otras revistas. Probablemente mi pasión por el periodismo y la política me vino desde niño, en mi Argentina natal, porque tenía un abuelo político —yo lo llamaba “el concubino” de mi abuela, porque nunca se casaron y vivían en casa de mi abuela— que era escritor y diputado. Yo pasaba casi todos los días por su casa, de regreso de la escuela, y estaba fascinado por el mundo de libros y periódicos entre los que vivía. Y me deslumbraba su estilo de vida: escribía por las mañanas, dormía la siesta después del almuerzo, y varias veces por semana tenía visitantes en la casa con quienes entablaba apasionadas discusiones sobre los temas políticos del momento hasta altas horas de la noche. De niño miraba todo eso como magnetizado: me parecía mucho más divertido que trabajar de 9:00 a 5:00 en un banco o en una compañía de seguros.

Tras la muerte de mi padre, cuando tenía 15 años, sufrí un dolor del que creí que nunca me recuperaría y me refugié en el mundo de los libros. Me convertí en un adolescente bastante retraído, casi introvertido. Años después, sin saber qué carrera estudiar —ninguna universidad seria en Argentina tenía la carrera de periodismo en ese momento—, estudié derecho y comencé a trabajar como pasante en una revista de actualidad llamada Análisis. A los 23 años, cuando le comuniqué a mi madre que iba a ser periodista, reaccionó con obvia preocupación. ¿De qué iba a vivir?, me preguntó.

El periodismo siempre fue uno de los trabajos más sacrificados y peor pagados. Ella quería que entrara en el negocio familiar, una fábrica de materias primas para confiterías, y que algún día me hiciera cargo o fuera un alto ejecutivo de la compañía. Pero, mirando retrospectivamente, creo que no hacerle caso fue una de las mejores decisiones de mi vida, porque tenía una pasión.

Si un joven o una joven tienen la fortuna de tener una pasión, deben seguirla. Porque, hagan lo que hagan, si les gusta lo que hacen lo harán con mucho mayor dedicación y empeño que cualquier otra cosa. Ése fue mi caso.

Cuando me fui de Argentina en 1976 y obtuve mi maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York, me encontré sin trabajo y en un país que no era el mío y debía desenvolverme con un acento que de inmediato me identificaba como un migrante. Sin embargo, nunca se me cruzó por la cabeza hacer otra cosa que no fuera periodismo. Decidí que tenía que entrar en una empresa periodística como fuera, haciendo cualquier trabajo. Debía entrar en el edificio, para luego encontrar la oportunidad de trabajar en lo que quería. Y así fue: conseguí un trabajo de traductor nocturno del inglés al español en la sede de la agencia de noticias Associated Press en Nueva York.

Era un trabajo muy arduo —el turno era desde la medianoche hasta las 8:00 de la mañana, y muchas veces había que hacer dos o tres turnos seguidos — y estaba muy por debajo de mis calificaciones como graduado de una de las mejores escuelas de periodismo del mundo y con una carpeta bastante nutrida de artículos publicados en Argentina. Sin embargo, era el único trabajo que conseguí. Trabajé de traductor nocturno en Associated Press durante tres años —no era nada fácil ir a trabajar a medianoche en los inviernos helados de Nueva York— hasta que logré que me pasaran al turno de día. Ahí empecé a tener más contacto con mis jefes, les comuniqué mis deseos de ser reportero, y después de algún tiempo comenzaron a enviarme a cubrir algún evento cuando un reportero estaba de vacaciones o había faltado por estar enfermo. Así, poco a poco, pasé de ser un suplente ocasional a uno frecuente y me abrí un camino hasta que logré hacer periodismo en Estados Unidos.

Por eso, hasta el día de hoy, cuando los estudiantes me preguntan cómo conseguir su primer trabajo en lo que les gusta después de haber terminado sus estudios, siempre les digo: “Entren en el edificio de la empresa donde quieran trabajar o inventen su propia empresa. Si quieren trabajar en una empresa existente, entren en el edificio por donde puedan, ya sea como pasantes o haciendo cualquier tipo de tarea. Si están académicamente preparados, realmente quieren hacer un trabajo y se hallan dentro del edificio, tarde o temprano algún jefe les va a dar una oportunidad, o va a haber una vacante para ocuparla”. Pero la condición fundamental para ambas cosas — entrar en una empresa como sea o inventar una— es que uno haya identificado un trabajo que le apasione y esté dispuesto a sacrificarse por lograr su meta. En mi caso, nunca hubiera aguantado trabajar años como traductor nocturno desde las 12:00 de la noche hasta las 8:00 de la mañana si no hubiera tenido una pasión y soñado con trabajar en periodismo.

¿Qué pasa con quienes no tienen una pasión claramente identificada o tienen más de una? En ese caso, les recomiendo darle una mirada a la siguiente lista de ocupaciones del futuro. No es una lista completa —nadie sabe todos los trabajos que generarán las nuevas tecnologías—, pero resume los pronósticos de la mayoría de los futurólogos que entrevisté para este libro.

A largo plazo, más allá de 2030, una gran parte de las nuevas fronteras en el mundo laboral se dará en el campo de la exploración espacial —¿seremos jardineros en Marte?— y la ingeniería genética. Pero a más corto plazo, en la década de 2020, la mayor parte de los trabajos se darán en 10 áreas genéricas que ya se están viendo despuntar. Se trata de las siguientes:

1) Los asistentes de salud: el aumento de la expectativa de vida y el envejecimiento de la población mundial harán que los trabajos que tienen que ver con el cuidado de la salud —incluyendo los consejeros médicos que nos ayudarán a interpretar los diagnósticos de las computadoras, las enfermeras, los psicólogos, los nutricionistas, los masajistas y los entrenadores físicos— sobrevivan a la automatización y sean cada vez más importantes. 

2) Los analistas de datos, ingenieros de datos y programadores: los datos serán el producto más valioso en los próximos años —el petróleo el siglo XXI, como ya los llaman muchos— y quienes se dediquen a su exploración y análisis tendrán trabajo asegurado. 

3) Los policías digitales: a medida que la economía se traslada al mundo digital, hará falta proteger cada vez más a las empresas contra los ataques cibernéticos. 

4) Los asesores de ventas: gracias a la mayor productividad y el crecimiento de las clases medias, el consumo mundial aumentará más de 23 trillones de dólares entre 2015 y 2030, según el McKinsey Global Institute.

5) Los cuidadores y programadores de robots: las ventas de robots industriales a escala mundial se quintuplicarán de 253 000 unidades vendidas en 2015 a casi 1.3 millones de unidades en 2025, lo cual requerirá muchos ingenieros y mecánicos para darles apoyo técnico.

6) Los profesores y maestros: con la creciente automatización de los empleos, harán falta cada vez más profesores y maestros para educar a la gente a manejar los robots y realizar tareas cada vez más sofisticadas. 

7) Los especialistas en energías alternativas: con la creciente alarma mundial por el cambio climático y el abaratamiento de los costos de las energías limpias, como la energía solar y eólica, surgirán decenas de carreras relacionadas con las nuevas industrias verdes. Se necesitarán cada vez más científicos especializados en energías renovables, y arquitectos e ingenieros encargados de montar plantas y hacer que las fábricas, los edificios y los vehículos sean más eficientes o se conviertan para poder usar energías alternativas. 

8) Los artistas, deportistas y creadores de entretenimiento: a medida que el promedio de la gente está trabajando menos horas y tiene cada vez más trabajos temporales y flexibles, habrá más tiempo para el ocio y más necesidad de contratar trabajadores en industrias creativas como el cine —ya sea en pantallas o en visores de realidad virtual—, la música, el arte y la literatura. 

9) Los creadores y diseñadores de contenidos comerciales: a medida que aumenta el comercio en línea y los consumidores toman sus decisiones de acuerdo con lo que ven en internet, harán falta más creadores de contenidos visuales, diseñadores y escritores de blogs y artículos publicados en redes sociales para promocionar empresas y productos. 

10) Los consejeros espirituales: los sacerdotes, imanes y rabinos tendrán su trabajo asegurado durante mucho tiempo, así como todos los demás guías espirituales. Como ya ha ocurrido desde hace varios años, la disgregación de las familias y la creciente soledad de la gente en la era de las comunicaciones digitales están generando una mayor necesidad de contratar gurúes espirituales para que le encontremos un sentido a nuestra vida. 


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ANDRÉS OPPENHEIMER 

Andrés Oppenheimer es un periodista, escritor y conferenciante argentino que reside en Estados Unidos y ha participado en varios foros internacionales. Ha sido incluido por la revista Foreign Policy en español como uno de los "50 intelectuales latinoamericanos más influyentes".​
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