En el año 1346, durante la Guerra
de los 100 años, se libró en Crecy(Francia) una memorable batalla entre las
tropas inglesas comandadas por el Rey Eduardo III y un poderoso ejercito de nobles
franceses que defendían la causa de su Rey Felipe VI. El resultado de la
batalla, que en principio parecía claramente favorable para las fuerzas
francesas, habla por si solo: dicho
ejercito perdió entre 1.500 y 20.000 hombres, mientras que los ingleses
perdieron menos de 50 ¿Cuál fue el secreto de la Batalla?. Una sola palabra lo
resume: ESTRATEGIA.
Este concepto, originalmente
limitado al mundo de las guerras, tiene tanta vigencia hoy como hace
setecientos años, especialmente en el mundo de los negocios. Sin embargo, muchos empresarios, en
particular los responsables de la dirección de las pequeñas y medianas empresas
y empresas en crecimiento, suelen manifestar cosas como estas: “estos conceptos de estrategia y
planificación estratégica no son para mi; tengo demasiados problemas tratando
de sobrellevar el día a día, como para darme el lujo de pensar en el futuro…
No, definitivamente esto tiene validez solo para las grandes empresas”.
Esta forma de pensar refleja una realidad cotidiana que olvida que David venció
a Goliat basando su estrategia en sus armas más poderosas: su tamaño, su fe y
su visión.
Dinámica competitiva
Pero, ¿Cuál es la razón que lleva
a tantos empresarios a pensar de esta forma? ¿No habrá algo de razón en esa predisposición antiestrategia? ¿Cómo
hacer cambiar una actitud que tiene, definitivamente, un impacto directo en la
competitividad y el futuro de las Pymes?
En estos trabajos que venimos
presentando a los lectores de nuestro Blog, buscaremos respuesta a estos
interrogantes, destacando ciertos conceptos estratégicos claves y universales,
que en nuestra opinión, jugarán un papel primordial en la supervivencia,
crecimiento y desarrollo futuro de muchas empresas.
El uso de las palabras supervivencia,
crecimiento y desarrollo no es puramente casual. Refleja una realidad que el mundo de los
negocios muchas veces parece ignorar, y es que la dinámica competitiva de las
empresas y de los mercados manifiesta un comportamiento similar al planteado
por Charles Darwin en su teoría de la
evolución de las especies: “ante la ausencia
de fuerzas que puedan mantener un equilibrio estable dándole a cada especie una
ventaja en su propio territorio, solamente las que mejor se adapten al medio
ambiente sobrevivirán”.
Como la Naturaleza ha demostrado
en repetidas oportunidades, las especies qu e mejor se adaptan al entrono no
siempre son las mas grandes, sino aquellas que mejor preparadas y equipadas
están para hacer frente a los factores de cambio que afectan a dicho entorno.
La consecuencia directa de esta teoría de la evolución es que en el largo plazo
no pueden coexistir dos especies que intenten sobrevivir de igual manera; cada
una debe tener, necesariamente una ventaja competitiva que sea única y
exclusiva, y que permita diferenciarse del resto de las especies.
Este comportamiento que es tan
cierto y aceptado en las ciencias naturales funciona de manera similar en el mundo
empresarial: a menos que una empresa o un
negocio tengan ventaja diferencial sobre su competidores, tarde o
temprano las fuerzas del mercado se encargarán de hacer funcionar las leyes de
la dinámica competitiva, y de esa forma establecer una nueva situación de equilibrio.
Ante este panorama de dinámica económica,
de constantes cambios, el desarrollo de un enfoque estratégico orientado a dar
respuesta a estas presiones externas y a posicionar a la empresa
competitivamente en el mercado, se convierte en una necesidad vital. Cuando la
situación de los mercados es estable o evoluciona de manera lenta y predecible
y las reglas competitivas son aceptadas y respetadas por todos los sujetos
económicos, las empresas pueden desenvolverse, y hasta prosperar, utilizando un
enfoque de prueba y error, adoptando una actitud pasiva o de reacción ante los
cambios que ocurren en el entorno. Ante esta situación, que ha sido el caso de
muchos mercados hasta no hace mucho tiempo, la existencia de un plan de negocios o de un enfoque estratégico se convierte
en un mero factor de mejora de los sistemas de planificación y control.
El cambio constante
Pero cuando el cambio es una
realidad que varía día tras día, cuando la innovación tecnológica reduce
constantemente los ciclos de vida de los productos, cuando las necesidades y
gustos de los consumidores modifican los segmentos de los mercados de manera
continua, cuando las decisiones dependen más y más de la calidad y rapidez de
la información disponible, en definitiva, cuando el ritmo de cambio supera a la
velocidad con que las empresas pueden responder y adaptarse al nuevo entorno,
los mecanismos convencionales de hacer negocios no solo quedan obsoletos, sino
que se transforman en una bomba de relojería que pone en peligro la existencia
misma de la empresa.
Es entonces cuando resulta
necesario, --o mejor dicho, vital—adoptar un enfoque estratégico que permita a
las empresas anticiparse al cambio y adaptar su organización a las nuevas
reglas del juego, Cuando se convierte en realidad el proverbio chino: “Comienza a cavar el pozo antes que estés
sediento”. Cuando el pensar estratégicamente se convierte en un factor de
supervivencia.■
Texto extraído del libro: "COMO MEJORAR LA GESTIÓN DE LAS PYMES COLOMBIANAS" Una visión integral del futuro de la pequeña y mediana empresa ante la globalidad de los MERCADOS internacionales
© Publicado conjuntamente POR el Instituto Europeo de Gestión Empresarial. Madrid-España. B78404290 y Enterprise Owi International en colaboración CON ACOPI-Ibagué (Colombia)
Reservados los derechos. Estos textos PUEDEN ser reproducidos por cualquier medio de difusión, pero siempre citando como "fuente" los DATOS ANTESmencionados.
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