Artículo
escrito por Andrés Oppenheimer.
Escuchando los discursos de
los presidentes de Argentina, Bolivia, Venezuela y otros países sudamericanos
después del reciente frenazo de la economía China, pareciera que están viviendo
en otro planeta. Todavía siguen hablando de los abundantes recursos naturales y
materias primas de sus países, como si eso importara mucho en el nuevo mundo de
Google, Apple y Uber.
Cuando Sudamérica se benefició
de los precios récord de las materias primas por las crecientes importaciones
de China en la década pasada, varios presidentes de la región se embarcaron en
una fiesta populista. No le prestaron mucha atención al hecho de que el mundo
estaba moviéndose rápidamente hacia una economía del conocimiento, en que una
empresa como Apple hoy día vale más que el producto bruto de varios países.
Pero ahora, la fiesta ha
terminado, y América Latina se enfrenta a una tormenta perfecta: la
desaceleración económica en China, la caída de precios de las materias primas,
una fuga de los inversionistas internacionales a países más seguros, y la
posibilidad de que la Reserva Federal de Estados Unidos suba pronto sus tasas
de interés, lo que haría más caro para los países de la región obtener créditos
o pagar sus deudas externas.
Para colmo, la mayoría de los
países sudamericanos están mal preparados para enfrentar estos retos, porque
tienen poco para exportar que no sean materias primas de bajo precio.
Según nuevas cifras de la
Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe
(CEPAL), las exportaciones de manufacturas de América Latina cayeron del 72.3
por ciento de las exportaciones totales de la región en el 2000, al 58.6 por
ciento en el 2014. Y si se excluye a México — el mayor exportador de bienes
manufacturados de la región — la disminución de las exportaciones de
manufacturas de América del Sur es mucho mayor.
En otras palabras, Sudamérica
no invirtió en los últimos años en prepararse para competir en la nueva
economía del conocimiento. La región se olvidó de mejorar sus estándares
educativos, y de hacerse más competitiva en ciencia, tecnología e innovación.
El gasto promedio de los
países sudamericanos en investigación y desarrollo es de apenas el 0.5 por
ciento de su Producto Interno Bruto, en comparación con el 4 por ciento en
Israel y Finlandia.
Los países sudamericanos están
en los últimos lugares en las pruebas internacionales PISA de estudiantes, y
juntos — sí, entre todos — producen alrededor de un cinco por ciento de las
patentes internacionales registradas por Corea del Sur, según cifras de la
Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos.
“Nos hemos vuelto demasiado
dependientes de las materias primas”, dice el director de desarrollo económico
de la CEPAL Daniel Titelman. “Tenemos que diversificar nuestra estructura
exportadora”.
Un estudio publicado el 13 de
agosto por el diario mexicano El
Financiero da ejemplos alarmantes del grado de dependencia
sudamericana de las materias primas. Según el diario, estos datos son de
diciembre del 2014:
▪ Venezuela depende de las materias
primas para el 98 por ciento del valor de sus exportaciones totales. El país no
produce prácticamente nada que no sea petróleo, hierro y aluminio.
▪ Ecuador depende de las materias primas
para el 86 por ciento de sus exportaciones totales. La mayor parte de lo que
exporta es petróleo, bananas y flores.
▪ Colombia depende de las materias primas para el 79 por ciento de
sus exportaciones totales. La mayor parte de sus exportaciones son petróleo,
carbón, café, oro y flores.
▪ Bolivia depende de las materias primas,
principalmente petróleo y plata, para el 72 por ciento de sus exportaciones
totales.
▪ Argentina y Perú
dependen de materias primas y manufacturas de origen agropecuario para el 70
por ciento de sus respectivas exportaciones totales.
▪ Chile depende de las materias primas, principalmente cobre, para el
63 por ciento de sus ingresos de exportación.
▪ Brasil depende de los materias primas para el 52 por ciento de sus
exportaciones.
Una de las pocas excepciones
en América Latina es México, que
depende de las materias primas —principalmente el petróleo — para solo el 17
por ciento de sus ingresos totales de exportación.
Mi opinión: Sudamérica se
quedó dormida mientras el resto del mundo marchaba hacia la economía del
conocimiento, y la actual desaceleración económica de China la encuentra mal
preparada para el desafío que se viene.
Ahora más que nunca, los
presidentes sudamericanos deberían centrarse en cambiar de estrategia económica
y producir bienes de mayor valor agregado.
Deberían estar hablándoles a
sus pueblos de invertir tanto como Israel en investigación y el desarrollo,
lograr el puntaje de China en los tests PISA de estudiantes, y de registrar
tantas patentes de nuevas invenciones como Corea del Sur. Pero lamentablemente,
siguen hablando sobe el pasado, ajenos al mundo que se viene.■
__________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario