El estereotipo de una oficina corporativa ha venido obedeciendo a un
espacio compartimentado, que drena la creatividad e impide la colaboración.
Afortunadamente, este tipo de oficinas corporativas tradicionales,
con una decoración aburrida y que separaban claramente las distintas
categorías de empleados, son, en muchos sentidos, cosa del pasado.
Las empresas se dieron cuenta de que el ambiente de la oficina influye
directamente en la satisfacción, la creatividad y la productividad
del empleado. Se procedió a derribar tabiques, aplastar jerarquías y
a que la consecución del despacho de la esquina no se vea como un
premio.
Esta tendencia se puso en marcha a finales de los años 90, cuando
muchas de las empresas tecnológicas no sólo fueron innovadoras en
el desarrollo de nuevos productos, sino también en el diseño de sus
espacios de trabajo.
Las compañías tecnológicas desarrollaron espacios de trabajo sorprendentes,
más como sala de juegos en los que sus empleados pudieran
soñar con trabajar en ellos. Como resultado, atrajeron a los
mejores y más brillantes empleados, y la mayor parte de ellos dieron
lo mejor de sí mismos de manera creativa.
En un principio, este movimiento tuvo lugar en empresas creativas
más pequeñas, pero se está convirtiendo en algo común en los grandes
entornos corporativos. De hecho, distintas empresas del selectivo
español IBEX 35, han adoptado el modelo, convencidos de que lo
que funciona es un espacio que fomenta la transparencia, ofrece
múltiples opciones en cuanto a cómo, cuándo, y dónde trabajar, y en
un entorno que imita la vida de fuera de la oficina.
Entre las características que definen este tipo de oficinas modernas
cabe destacar: zonas abiertas, escritorios compartidos, espacios
comunes y edificios flexibles y sostenibles. Como animales sociales,
los seres humanos queremos ser capaces de interactuar entre sí.
Los estudios han demostrado que una zona abierta mejora el estado
de ánimo de los empleados. Así las oficinas modernas son a
menudo diseñadas para fomentar la colaboración, ya que los
empresarios entienden que el que los empleados interac-túen
mientras trabajan es más beneficioso que perjudicial para la
productividad a largo plazo.
El escritorio compartido, además de significar que el empleado no
está encadenado a su mesa de trabajo, se traduce en una reducción
de costes y en un mayor aprovechamiento de las oportunidades que
brindan las redes. Los espacios abiertos se han vuelto más valiosos
también porque los avances tecnológicos permiten a los trabajadores
que puedan trabajar desde casi cualquier lugar.
El diseño de las zonas informales para reuniones ad-hoc, y la colaboración
en proyectos más grandes crean una sensación de comunidad
en el lugar de trabajo. Trabajar colectivamente sobre problemas
difíciles puede mejorar enormemente la productividad.
Los grandes edificios de oficinas corporativas están cada vez más
equipados con cafés, restaurantes, bibliotecas, bares y gimnasios.
Google es probablemente el mejor en esto, la teoría es que un
empleado feliz en el trabajo es más probable que se quede en la
oficina más tiempo. El nombre del juego es “la generación de ideas”
por lo que a muchos empleadores no les importa si una gran idea
proviene de un empleado de oficina en el gimnasio o de un trabajador
que está en un escritorio. En tanto que las ideas sigan llegando,
ambas partes se sentirán felices.
Además, cada vez más empresas quieren diseñar su espacio de una
manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente. La sostenibilidad
es a menudo una cuestión clave para muchos empleados.
La conclusión es que, si quieres un trabajo de alta calidad, es necesario
que des a tus empleados un espacio de oficina de alta calidad.
Por gentileza de: REAL ESTATE PRESS
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