En diversas ocasiones, he comentado cómo afecta la crisis a la gestión normal de una empresa. En uno de mis artículos preferidos hablaba de las empresas zombis, que desperdician gran cantidad de recursos en labores que en otras circunstancias no les harían perder mucho tiempo, que podría ser dedicado a otras tareas más productivas y de desarrollo del negocio.
José Miguel Bolívar escribió hace años en un excelente post sobre el feedback de 360º , y comentaba entre otras cosas que no es recomendable lanzar este tipo de proyectos en momentos críticos (fusiones, EREs…), ya que los resultados se contaminan y la información que arrojan deja de ser fiable.
El funcionamiento normal de la empresa se ve afectado por este tipo de circunstancias, que implican un aumento de la presión sobre sus componentes, una dedicación exclusiva o casi exclusiva a temas “urgentes” en lugar de ocuparse de asuntos “importantes”, una baja moral, ya que se percibe el futuro como muy incierto, mientras que el presente está plagado de dificultades y complicaciones.
Los mejores mimbres pueden hacer un mal cesto en estas circunstancias. Aquello que funcionaba bien en épocas de bonanza o normales, puede hacerlo muy mal cuando las cosas se tuercen. Aquel trabajador que era excelente en su trabajo cuando podía hacerlo con normalidad, puede rendir muy poco cuando su día a día se compone de urgencias y de trabajos inútiles.
En el plano del liderazgo, puede producirse lo que se podría calificar como síndrome del directivo ausente, de manera que la persona que es responsable del funcionamiento de un departamento o de la empresa en conjunto, debido a la situación de presión que vive, se desentiende de sus obligaciones, no está localizable, no contesta a los correos, dilata interminablemente cualquier decisión, no proporciona ayuda, apoyo o guía a sus colaboradores, etcétera.
El que era un estupendo líder o gestor cuando todo iba bien puede llegar a ser incluso un lastre en etapas turbulentas.
Gestionar es un arte que requiere saber adaptarse también a las circunstancias, tanto a las positivas como a las negativas. El líder sabe dirigir a su equipo facilitando su labor, ayudándole a mejorar y proporcionándole las herramientas y la autonomía necesarias para hacer bien y desarrollarse con su trabajo. Y esto debe ser así incluso aunque haya fuerte marejada, como en la situación actual.■
Pablo Rodriguez
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