Los consultores de empresas que nos dedicamos, entre otras funciones, a la compraventa de empresas nos solemos preguntar muchas veces por qué las empresas se venden.
Los motivos más comunes son los siguientes:
Sucesión: Muchos empresarios no tienen hijos interesados en continuar con el negocio familiar, algunos estudian aviación, medicina o arte y no les gustan las actividades empresariales. Como dice el adagio “el ojo del amo engorda el ganado”, la mayoría de los negocios no funcionan de forma óptima sin la presencia y supervisión de los propietarios, por este motivo es común que los propietarios prefieran vender su empresa antes que delegarla por completo a empleados.
Lo único constante es el cambio: El mundo de los negocios está en permanente cambio y no siempre es fácil adaptarse. La globalización y la apertura económica hacen que la competencia se haga cada vez más difícil, por este motivo algunos empresarios prefieren vender su compañía a competidores o empresas del exterior que quieren utilizarla como estrategia de internacionalización para entrar al mercado local antes que arriesgarse a perder participación de mercado y afectar el desempeño del negocio. Cambios en la regulación, como por ejemplo la forma en que se hace la contratación de las empresas constructoras o las mayores exigencias del INVIMA a compañías farmacéuticas exigen muchas inversiones y aumento en el capital de trabajo, esto hace que muchas empresas requieran buscar socios estratégicos que inviertan recursos importantes o los adquieran para poder sobrevivir.
Toma de utilidades: Vender un negocio con buenos indicadores financieros representa obtener hoy el equivalente a muchos años de utilidades. Para que los negocios crezcan se requiere reinvertir una proporción importante de las utilidades netas. A pesar de que un negocio genere muchas utilidades, los propietarios normalmente no las disfrutan completamente ya que deben reinvertir para aprovechar oportunidades de mercado, mantener su posición competitiva y renovar activos que garanticen la permanencia del negocio en el largo plazo. Es común ver propietarios de negocios multimillonarios viviendo austeramente; vender su empresa puede significar tener la liquidez y el tiempo libre para cumplir muchos sueños como comprar un yate, jugar golf todos los días, viajar por el mundo y llevar un estilo de vida con muchas comodidades.
Vender una empresa puede significar dejar de ser millonario en el papel a tener miles de millones disponibles para cumplir sueños.
La vida es corta: Los alemanes viven para trabajar, los franceses trabajan para vivir. ¿De qué le sirve a uno morir siendo el más rico del cementerio? Muchas personas destinan toda su vida a incrementar su patrimonio y mueren sin disfrutarlo, este patrimonio pasa a manos de sus herederos, yernos y si la persona muere sin dejar testamento –abintestato-- a adjudicación de los bienes del que muere sin testar o con un testamento nulo, pasando entonces la herencia, por ministerio de la ley, a los parientes más próximos
Yo pienso que la vida se trata de vivir experiencias, servir a los demás y dejar un legado a la sociedad. Es importante llevar un equilibrio entre el trabajo, vida familiar, descanso, espiritualidad, diversión y generación de riqueza.
¿Para qué tener dinero ilimitado para viajar cuando ya no se cuente con la salud para hacerlo?
Disfrutar de los primeros años de sus hijos o nietos es algo que solo se puede hacer en determinados momentos de la vida. Para mí lo ideal es vender el negocio en el momento que dichos recursos le permitan tener libertad financiera y hacer todas aquellas cosas que siempre soñó.
Ciclo de vida del negocio: Los negocios son como organismos vivos que nacen, se reproducen y mueren. ¿Quién se iba a imaginar hace algunos años que Nokia, BlackBerry y Palm serían los patitos feos de la industria celular? ¿O que los cambios en el gusto de los consumidores afectarían tanto las ventas de McDonald’s?
Como dice un buen amigo “el pan se vende caliente”. Es mejor vender el negocio cuando aún se encuentra en una fase de vida donde tiene mucho valor y es atractivo para terceros, una vez se llega a la fase de declive lo más seguro es que vender el negocio será muy difícil o su venta no será atractiva.
Riesgo país: En Latinoamérica somos países con alto riesgo país (político, económico, cambiario, etc.).
¿Cuándo desearían los empresarios venezolanos y argentinos haber vendido sus empresas hace una década? El riesgo país tiene un alto impacto en el valor de los negocios. En Argentina uno puede adquirir una empresa y recuperar el capital invertido en 3 ó 4 años, en Colombia este mismo proceso puede tomar normalmente de 5 a 8 años, ya que los precios de venta a los que normalmente se transan las empresas reflejan no sólo el estado del negocio (riesgo idiosincrático) sino también el riesgo general de la economía y del país (sistémico).
Colombia sigue siendo uno de los 3 países más atractivos para invertir en Latinoamérica junto a Perú y Chile, esto hace que muchos inversores extranjeros quieran adquirir empresas en nuestro país, sin embargo, no sabemos hasta cuándo gozaremos de buena reputación a nivel internacional, especialmente ahora con la inestabilidad tributaria, la desaceleración de la economía y el incremento en la inseguridad. Éste puede ser el mejor momento para vender su empresa, mañana podría no serlo.
Crisis financieras y económicas: Las crisis financieras y económicas se repiten cada vez más seguido, se espera un retroceso importante en el mercado de valores de China, un incumplimiento en la deuda griega y un retroceso en el valor de la propiedad raíz en algunas ciudades y mercados de Colombia. Así mismo se espera que la FED aumente las tasas de interés de referencia lo que afectará la tasa libre de riesgo (Rf) y el valor de todas las empresas en general. Cuando llegan las crisis es más difícil vender una compañía a un buen precio, por eso es ideal aprovechar los buenos momentos económicos para tomar utilidades.
Oportunidades inesperadas: Algunos empresarios no piensan vender sus negocios cuando algún comprador inesperado toca la puerta. En estos casos es mejor oír las ofertas ya que a pesar del buen desempeño que tenga un negocio vender a un buen precio puede ser muy atractivo. “Nadie se ha quebrado tomando utilidades”.
Para terminar, la respuesta que puedo darle al lector de este artículo que este analizando la oportunidad de vender su empresa a un inversor estratégico que está interesado en comprarla, es simplemente que evalúe qué precio está dispuesto a pagar dicho inversor, si el precio es muy atractivo es una excelente oportunidad, si no hay otras motivaciones personales para vender y la oferta resulta no ser lo suficientemente atractiva, es mejor seguir explotando la empresa y venderla más adelante.
Por último, recuerde que cualquier persona puede vender una empresa directamente sin la asesoría de una banca de inversión; la clave está en venderla al mejor postor y en las mejores condiciones, y para eso sí es indispensable contar con buenos asesores que le ayuden a maximizar el precio de venta. Así como uno no va donde un médico general para que le haga una cirugía estética, no espere vender su empresa de la mejor manera sin la asesoría adecuada.
Simón Restrepo Barth
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Apuntes del editor
Una empresa compró una pequeña fábrica que durante los últimos años había obtenido beneficios superiores a la media de empresas similares de su sector. Al inspeccionar la fábrica con el propietario anterior, en cuyo acuerdo de compra se pactó que quedaría como gerente, los nuevos propietarios se hicieron muchas preguntas respecto la gestión de la empresa, como: procesos de producción, determinación de los precios, control de costes, gastos de personal, etc.
Las respuestas que recibieron fueron del estilo de:
“nosotros simplemente revisamos aquellos puntos que creemos interesante”
“sabemos lo que nos cuesta la materia prima, la mano de obra y que producción debemos hacer para obtener los beneficios esperados”
“no nos molestamos en controlar los gastos generales”
Los nuevos propietarios pensaron que podrían ahorrar mucho dinero si introducían, como así hicieron, controles minuciosos. Sin embargo, un año después los beneficios de la fábrica descendieron en casi un 50%. La introducción de unos procedimientos de control complejos no resultó rentable y provocaron un considerable incremento en los costes de explotación.
PRD
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