Los estudios de Comercio en España se reformaron en 1953. La reforma, entre otras cosas, supuso la desaparición el grado superior (Intendencia mercantil y Actuariado de Seguros), que se integró en las Facultades de Ciencias Económicas, Políticas y Comerciales. Los estudios de Peritaje mercantil y Profesorado mercantil siguieron impartiéndose en las antiguas Escuelas de Comercio.
A partir de entonces se produjo un descenso del número de alumnos matriculados. Los intentos de reforma de la carrera de Comercio que se realizaron desde 1959 no prosperaron. Fue la Ley General de Educación la que transformó los estudios, al integrar en la Universidad las Escuelas Profesionales de Comercio como Escuelas Universitarias de Estudios Empresariales. Las enseñanzas de perito mercantil se extinguieron en 1979 al transformarse las Escuelas Periciales en Centros de Formación Profesional. .
Las enseñanzas mercantiles oficiales en España nacieron en 1850, crecieron
hasta mediados de los años cincuenta del pasado siglo, iniciando entonces
su declive. Finalmente desparecieron los estudios y los centros donde se
impartían —las Escuelas de Comercio— con la Ley General de Educación de 1970,
porque las Escuelas Profesionales de Comercio se integraron en la Universidad
como Escuelas Universitarias de Estudios Empresariales para impartir el título
universitario de Diplomado en Ciencias Empresariales.
Las enseñanzas mercantiles tuvieron una estructura cíclica con tres títulos
académicos secuenciales: Perito, Profesor e Intendente Mercantil o Actuario de
Seguros. El título de Perito mercantil daba acceso a los estudios de profesorado
mercantil que a su vez permitían cursar los de Intendencia mercantil y Actuario
de seguros. Estos dos títulos dejaron de impartirse a parir de 1953, al integrarse
en la Licenciatura de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales
(Sección de Económicas y Comerciales). Genéricamente a quienes obtenían
alguno de los títulos impartidos en las Escuelas de Comercio se les denomina
«Titulares mercantiles».
¿Por qué nacieron los estudios de comercio?
Porque para gestionar las empresas
se necesita personal cualificado. Conforme la gestión empresarial se hizo más
compleja, el periodo de formación académica requerido para los gestores aumentó:
«A medida que la dirección de la empresa requería una gama más amplia de conocimientos
cada vez más especializados, el número, la formación y cualificación de
los gerentes y altos directivos en general aumentó»
1
. Pero en la organización
empresarial hay diferentes niveles de responsabilidad. De ahí los tres títulos mercantiles.
Primero se creó el título de Profesor mercantil (1850), luego, como estudios
previos, el de Perito mercantil y en 1915 el de Intendente mercantil como
grado superior de la carrera.
Dos cuestiones marcaron los estudios mercantiles en España. En primer lugar
su carácter cerrado: para acceder a cada título era necesario haber cursado el
anterior. Y en segundo lugar, la equivalencia académica y el reconocimiento
social y laboral de los títulos con otros del sistema educativo; el acceso a los
estudios se realizaba a una edad temprana, 12/14 años, y podía alcanzar la máxima
titulación, Intendente mercantil, a los 20/21.
A estas dos cuestiones se le añadió
una nueva, sin lugar a dudas relacionada con las anteriores, en los años
cincuenta y sesenta del siglo XX: la aparición de enseñanzas con contenidos similares
a los de Comercio.
La especialidad de «economía de la empresa» en la Facultad de Ciencias
Políticas y Económicas
La creación de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas en 1943 se debió
a la convergencia, por una parte, de los intereses de la FET y la JONS de tener un
centro de formación que homologara académicamente a sus cuadros dirigentes
con los de otras titulaciones, y, por otra, que el ministro de Educación Nacional,
Ibáñez Martín, era discípulo del catedrático José María Zumalacárregui, promotor
y defensor desde 1919 de la creación de Facultades de Economía en nuestro país.
Realmente en 1944 se creó una Facultad bifronte, en cuanto que los planes de estudio
de sus dos Secciones, la de Políticas y la de Económicas, eran diferentes ya
desde el primer curso.
En un principio (1943) se consideró que la sección de Economía de la nueva
Facultad se dedicaría únicamente a las enseñanzas de «Economía general». Sin
embargo, el Plan de estudios aprobado abría «al alumno tres vías de especialización
correspondientes a tres finalidades esenciales que puede perseguir con estos
estudios: el puro cocimiento científico, el desempeño de cargos económicos en la
Administración Pública y la actividad económica privada».
Esta última finalidad
se materializó en la especialidad de «Economía privada» en la que se incluían asignaturas
contables que eran inherentes a los estudios de Comercio.
Sin embargo, la Facultad y las Escuelas eran consideradas ámbitos académicos
distintos; por ejemplo, en el Plan de estudios de 1944 no se convalidaban a los titulares mercantiles (profesores e intendentes mercantiles y actuarios de seguros)
matriculados en la Facultad las materias cursadas en las Escuelas de Comercio.
Más aún, para el ingreso en la Sección de Economía de la recién creada Facultad
se equiparó al profesor mercantil con el bachiller, debiendo realizar las mismas
pruebas de acceso.
No obstante, los intendentes mercantiles quedaban exentos de
realizar ese examen.
Con la salida al mercado laboral de la primera promoción de la licenciatura se
generó un conflicto de intereses entre los egresados de la Facultad y los Titulares
Mercantiles. La convivencia de los dos graduados se hizo difícil, según Gual Villalbí,
por las «pretensiones [de los licenciados en económicas] de recabar aptitud
para cargos profesionales que son característicos de la carrera de Comercio».
Desde el punto de vista académico, la confrontación se zanjó definitivamente
con la Ley de 17 de julio de 1953 sobre la Ordenación de las Enseñanzas Económicas
y Comerciales aprobada durante el Ministerio de Joaquín Ruiz-Giménez (BOE
de 18 de julio de 1953). La Ley se justificó por los progresos de la economía y la
industria nacional, al que habían contribuido «de modo eficaz los Titulares Mercantiles
con su preparación y conocimientos...». Se consideraban paralelas las enseñanzas
impartidas en las Escuelas y en las Facultades. El periodo técnico se cursaría
en las Escuelas de Comercio y el universitario en las Facultades, que absorbían los
estudios de intendencia mercantil y actuario de seguros que se cursaban en las
Escuelas de Altos Estudios Mercantiles. La integración de las enseñanzas de intendencia
mercantil y actuariado de seguros dio lugar a las especialidades de «Economía
de la Empresa» (que sustituía a la de «Economía privada» que existía en el
Plan de estudios de 1944) y de «Seguros» en la Licenciatura.
Las reformas de las enseñanzas mercantiles de 1953 y 1956
El ministro de Educación Ruiz-Giménez desarrolló la Ley con la elaboración de los Planes de estudios
de la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, junto con el de
otras licenciaturas, y el de las Escuelas de Comercio.
Los aspectos más destacados de la reforma de 195317 en lo referente a las Escuelas
de Comercio eran que se accedía con la edad mínima de diez años; tras cinco
cursos de estudios y una reválida («prueba de grado») se obtenía el título de Perito
mercantil. Con este título se podía acceder a las enseñanzas de profesorado
mercantil que, a su vez, daban acceso a la licenciatura en Ciencias Políticas, Económicas
y Comerciales con las condiciones que se han apuntado anteriormente.
El acceso a las Escuelas de Comercio a los diez años suponía que las enseñanzas
de peritaje mercantil se equipararan a bachiller elemental y los estudios de profesorado
mercantil a los de bachillerato superior.
El Ministerio creía que la Ley resolvería los conflictos académico-laborales
que habían surgido tras la creación de la Facultad. Más aún, el Ministerio —Revista
de Educación— consideraba que se abría «la puerta grande de la Universidad»
a los estudios de Comercio, «al quedar englobadas» en la Facultad las enseñanzas
de intendencia y actuario de seguros y los profesores mercantiles poder
«acceder a la Universidad española sin necesidad de pasar por las pruebas del
curso preuniversitario».
La Ley de 1953 y el nuevo Plan de estudios para Comercio recibieron fuertes críticas
tanto por la pérdida de parte de las enseñanzas cursadas en las Escuelas, los
Altos Estudios Mercantiles, como por la equiparación encubierta con las Enseñanzas
Medias. La crítica partió de los propios centros y de las asociaciones profesionales
que veían lesionados sus intereses, lo que llevó a que se modificarán algunos
aspectos sustanciales de la Ley de 1953 a finales de 1955. Por ejemplo, se aumentó la
edad de ingreso en las Escuelas que pasó de los 10 a los 14 años, exigiéndose el bachiller
elemental, lo que reforzaba el papel que se quería dar a este título medio, a la
vez que se equiparaba a los futuros peritos mercantiles con los bachilleres superiores.
El motivo argumentado para esta reforma era la equiparación de las Escuelas
Profesionales de Comercio con las de Peritos Industriales, Agrícolas, Aparejadores
y Maestros Nacionales en cuanto a los requisitos de acceso.
La reforma de 1955 no alteraba la estructura de la carrera diseñada en 1953. Sólo
desaparecía la formación cultural básica que debían proporcionar las Escuelas, al
no ser necesaria porque los alumnos ingresarían con el bachillerato elemental. Así
pues, el peritaje mercantil ahora consistía una preparación técnica para actividades
económico-mercantiles y administrativas. Podría hablarse de que la equiparación
académica del peritaje mercantil con el bachillerato superior supuso que los estudios
de profesorado mercantil perdieran el carácter de enseñanza secundaria.
Consecuencias de las reformas de Ruiz-Giménez en las Escuelas de Comercio
A finales de los años cincuenta los títulos mercantiles quedaron, pues, como
unas enseñanzas profesionales en tanto que permitían acceder a una profesión
titulada. Y, a la vez, con los estudios de profesorado mercantil se podía cursar la
licenciatura en Económicas en mejores condiciones que con el bachiller. No obstante,
las titulaciones mercantiles no estaban equiparadas a ningún grado académico
de los que configuran los básicos del sistema educativo: enseñanza primaria,
enseñanza media y enseñaza universitaria. En este sentido, el ministro Villar Palasí,
en la presentación en el Consejo Nacional y en las Cortes (1969) del «Libro
Blanco» que dio lugar a la Ley General de Educación, reconoció el desajuste que había entre los estudios de Comercio con el resto del sistema educativo: eran
«como un anejo, como una separata, como algo diferente que discurre por distintos
cauces, que los del sistema educativo general»
Las equiparaciones académicas de los grados de Comercio con otros estudios
oficiales era una de las cuestiones indefinidas en la legislación educativa, aunque
no en la administrativa. Técnica Económica —revista editada por el Consejo Superior
de Colegios Oficiales de Titulares Mercantiles de España— realizó una comparación
de títulos académicos necesarios para el acceso a los diferentes puestos
de la Administración Pública; en particular comparaba los de Perito y Profesor
mercantil con los títulos de Bachiller y Licenciado.
Realmente lo que subyacía en la comparación era el reconocimiento social, a
través de las competencias profesionales en la Administración Pública, de los títulos
académicos obtenidos en las Escuelas de Comercio.
En este orden de cosas, las Escuelas y sus estudios quedaban en un limbo dentro
del sistema educativo: ni eran enseñanzas medias propiamente dichas, ni se
integraban en la Universidad, ni seguían las pautas definidas para las enseñanzas
técnicas en 1957. Eran unos estudios finalistas, a los que se accedía a los 14 años
con el título de Bachiller Elemental y se concluían los dos ciclos a los 20 años de
edad. La misión de la carrera de Comercio se fue difuminando desde el momento
en el que otras enseñanzas facultaban para desempeñar actividades laborales que
eran exclusivas de los titulares mercantiles, aunque siempre les quedaba a los titulares
mercantiles ejercer profesiones tituladas.
A partir de entonces el número de alumnos que estudiaban Comercio se fue
reduciendo. Solo salvaban a las Escuelas de Comercio las matrículas de los alumnos
de las Enseñanzas Auxiliares, es decir, las que no formaban parte de las enseñanzas
mercantiles, pero que se impartían en las Escuelas en dos cursos a alumnos
carentes del bachillerato elemental. La pérdida
de alumnos en las Escuelas de Comercio y el éxito de las Facultades, aunque la
opinión «oficial» atribuía el descenso de estudiantes de las enseñanzas mercantiles
a la reforma de las enseñanzas técnicas que permitían acceder con más facilidad a
las Ingenierías.
La necesidad de titulares mercantiles parecía esencial, por tanto, la continuidad de
las Escuelas de Comercio también era incuestionable. Por ejemplo, un informe que
emitió la Cámara de Comercio zaragozana en 1963, a instancia del Consejo de Cámaras,
sobre la reforma de los estudios de Comercio, dejaba claro que debían subsistir
los títulos de Perito y Profesor mercantil, en la medida que respondían a las necesidades
de las empresas. Según un «pequeño muestreo» de la propia Cámara el 100%
de las empresas de la capital tenían en sus plantillas o estaban asesoradas por titulares
mercantiles. Sin embargo, proponía una modernización de los estudios ampliándolos
a la formación de técnicos para las diferentes actividades administrativas de las
empresas, por ejemplo, en relaciones humanas, financiación, estudios de mercados o
publicidad. La nueva orientación no implicaba abandonar la reconocida labor de las
Escuelas de Comercio en la formación contable. El profesor mercantil era «considerado
un especialista en Contabilidad, ciencia que ha alcanzado en los últimos años
una gran importancia y diversificación» y el perito mercantil es el «subalterno del
profesor, con contenido propio, encargado de la mecánica contable».
Los efectos colaterales de no haber reformado los estudios de Comercio
Las Escuelas de Comercio y los Titulares mercantiles no tuvieron una participación
activa en la toma de las decisiones que condujeron a las grandes trasformaciones
de la sociedad española en los años sesenta. La puesta en marcha de la
política económica que contribuyó al crecimiento de la economía española a partir
del Plan de Estabilización Económica de 1959, desde el punto de vista de la
participación institucional y profesional, pivotó en los aspectos técnico-económicos
sobre los egresados de las Escuelas de Ingenieros y las Facultades de Ciencias
Económicas y no sobre los de las Escuelas de Comercio.
Un ejemplo del papel que se quería dar a las ingenierías en la gestión empresarial
fue la creación en 1965 de la especialidad de «organización industrial» en las
Escuelas de Ingenieros Industriales46. Tampoco debemos obviar que, hasta los
años sesenta del siglo XX, la dirección de las empresas la solían desempeñar ingenieros
y licenciados en Derecho.
Posiblemente la falta de titulares mercantiles en el tejido directivo de la Administración
del Estado y en Instituciones políticas relevantes pudo influir en esta
marginación. Esa ausencia quedó patente en 1959, cuando la I Asamblea Nacional
Extraordinaria de Titulares Mercantiles acordó solicitar al jefe del Estado que
se incorporara a los «órganos representativos de la Nación» a los titulares mercantiles
como Organización corporativa. Se argumentaba que debía hacerse por
«la valiosa colaboración que la técnica mercantil viene obligada a prestar al país
por su específica significación dentro de la Economía Española». Entre los tecnócratas
que rigieron la economía española en la década de los sesenta no había titulares
mercantiles y si los había, lo hacían como licenciados en Económicas, pues
habían obtenido esta titulación procediendo de las Escuelas de Comercio. Un dato significativo de la invisibilidad de las enseñanzas mercantiles fue que en el exhaustivo
estudio que se publicó en Información Comercial Española, revista del Ministerio
de Comercio, sobre la educación en España no se hace ninguna referencia a
las Escuelas de Comercio y a sus estudios.
En el terreno económico-empresarial, las Facultades de Ciencias Políticas, Económicas
y Comerciales fueron las que lideraron el abandono de los principios
autárquicos que definieron la política económica española hasta 1959. La Facultad,
desde su creación, diseñó sus contenidos académicos sobre el modelo de una
economía abierta, venciendo, como escribe Fuentes Quintana, «la tentación de
situar las enseñanzas al margen de los conocimientos económicos de la época,
adiestrando a los futuros licenciados con métodos estériles o superados, sin vigencia
científica». Por el contrario, uno de los adalides de la política autárquica, del
«modelo castizo», era Pedro Gual Villalbí. Juan Velarde, por ejemplo,
dice que Gual «trabajó con ahínco para mantener un clima adecuado para facilitar
la aceptación de las doctrinas del proteccionismo y el nacionalismo». Por tanto,
es comprensible que las Escuelas quedaran relegadas de la dirección de las transformaciones
estructurales de la economía española de los años sesenta, convirtiéndose
exclusivamente en centros para la formación de técnicos en la gestión
administrativo-contable de las empresas.
Así pues, la carrera de Comercio no tuvo ningún papel significativo durante el
periodo de desarrollo económico, cuando se suponía que la administración de las
empresas, cada vez más compleja, necesitaba de técnicos adecuados. Empero,
las Escuelas de Comercio ya no debían formar esos técnicos puesto que para los
tecnócratas del Plan de Desarrollo lo hacía la Universidad. Quizás porque los términos
«comercio» y «mercantiles» se identificaban con el pasado y eran sinónimo
de contable y no de administración de empresas.
Por tanto, no es de extrañar que la denominación de las enseñanzas fuera
una de las cuestiones que se trataban en los proyectos e ideas para reforma de la
carrera de Comercio. Por ejemplo, la Cámara de Comercio de Zaragoza consideraba
que los términos mercantiles y comercio estaban superados por lo que
convendría denominar a las Escuelas de «Dirección y Administración de Empresas»,
y a los estudios, «Enseñanzas Empresariales». A partir de la II Guerra
Mundial la tendencia en el mundo académico de los países occidentales fue la de
sustituir el término «Comercio» por el de «Administración de empresas».
La denominación de «Administración de empresas» la estaban utilizando en
nuestro país, desde mediados de los cincuenta, las Escuelas privadas que se dedicaban
a la formación de directivos. Estas instituciones tienen su origen en la
«ayuda técnica» americana que se acordó en los Pactos de Madrid de 1953, que se orientaba a aumentar la escasísima productividad de las empresas nacionales.
Curiosamente esos centros privados surgieron a raíz de la desaparición de los
estudios superiores de Comercio. En este sentido, el catedrático de Contabilidad
y académico Antonio Goxens los justificaba porque «se han convencido de que
[las enseñanzas impartidas en Escuelas de Comercio] no pueden ser sustituidas
por otros estudios».
A finales de los años cincuenta existían en España varias Instituciones privadas
dedicadas a la formación de directivos para las empresas. En 1955, en el seno de la
Comisión Nacional de Productividad Industrial se había creado la Escuela de
Organización Industrial (EOI), para impartir cursos tanto para titulados superiores
como en las empresas; fue «la primera escuela de negocios a la americana en España».
En 1956 se creó en San Sebastián la Escuela Superior de Técnica Empresarial
(ESTE) que se integraría como Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
en la Universidad de Deusto en 1979. En 1956 se puso también en marcha en el
Instituto Católico de Administración y Dirección de Empresas (ICADE) inicialmente
dedicado a la formación a postgraduados que desearan acceder a puestos
directivos de las empresas; a partir de 1960 desarrolló un programa conjunto de
las licenciaturas en Derecho y Empresariales. Hoy ICADE está integrado en la Universidad
de Comillas. En Barcelona, también vinculada con la Compañía de Jesús,
como ESTE e ICADE, se estableció en 1958 la Escuela Superior de Administración y
Dirección de Empresas (ESADE). La Universidad de Navarra creo en 1958 el Instituto
de Estudios Superiores de la Empresa (IESE) para impartir el «Programa de
Alta Dirección de Empresas»; en 1964, con el apoyo de la Harvard Business
School, inauguró el primer MBA. Estas Instituciones docentes introdujeron nuevas
técnicas en la enseñanza en dirección de empresas siguiendo el modelo de las
«Business School» anglosajonas. «En mayor o menor medida todas las escuelas pioneras se beneficiaron de la ayuda estadounidense, aunque ninguna tanto ni tan
directamente como la EOI».
Hasta 1971 la Universidad española no introdujo el término «Empresariales» en
sus títulos académicos y en la denominación de sus centros. Fue cuando a las
Facultades de Ciencias Económicas y Comerciales se les cambió el nombre por el
de Ciencias Económicas y Empresariales. Se justificó la nueva denominación tan solo
con el argumento de la íntima conexión que había entre los estudios empresariales
y económicos. Previamente, septiembre de 1971, se había dividido la Facultad
madrileña (era la única donde existía la Sección de Políticas) en dos Facultades:
la de Ciencias Políticas, a la que se añadió «y Sociología» en febrero de 1972 con la
correspondiente Sección, y la de Ciencias Económicas y Comerciales.
A modo de epílogo: ¿Qué fue de unas enseñanzas centenarias?
La Ley General de Educación de 1970 fue la que, por fin, puso las bases para
resolver la crisis de las enseñanzas mercantiles y despejar su futuro. Con ella desparecieron
definitivamente los estudios junto con los términos comercio y mercantil
después de 120 años de formar parte de la oferta académica española. Las
Escuelas Profesionales de Comercio se transformaron en Escuelas Universitarias,
que desde 1972 quedaron integradas en la Universidad como Escuelas Universitarias
de Estudios Empresariales, impartiendo el título de Diplomado en Ciencias
Empresariales. De esta forma el acceso a los estudios era el mismo que para las
enseñanzas universitarias. El éxito de la reforma quedó patente en el incremento
del número de alumnos y la creación en los años siguientes de nuevas Escuelas
Universitarias de Estudios Empresariales en varias ciudades, alcanzando al final de
la década las 38 Escuelas (en 1972 se integraron, en 14 Universidades, 28 Escuelas
Profesionales de Comercio).
En cuanto al peritaje mercantil, su transformación fue más tardía. Desde 1974
estaban impartiéndose los estudios de Formación Profesional del primer y segundo
grado de la rama «Administrativa y Comercial», por lo que el Ministerio entendió que la cualificación profesional que daban las enseñanzas mercantiles que todavía
subsistían podía ser atendida por las enseñanzas de formación profesional. Así, en
1979 se declararon a extinguir los estudios de perito mercantil y los de auxiliares
de empresa e intérpretes de oficina mercantil, trasformándose las Escuelas Periciales
de Comercio en Centros de Formación Profesional. Durante los años setenta,
pues, los estudios de peritaje y de auxiliares mercantiles eran unos estudios
residuales que, en su agonía, apenas competían con las novedosas enseñanzas de
Formación Profesional. No obstante, en 1980 se creó en la rama administrativa
de la Formación Profesional la especialidad contable, «en atención a los conocimientos
que abarca y la demanda social de graduados de la materia» una vez que
habían desaparecido las Escuelas Periciales de Comercio.
En resumen, durante los años sesenta no se atendió ninguna de las propuestas
que se presentaron para la reforma los estudios de Comercio. Tuvo que ser una
reforma global del sistema educativo la que diera una salida a la crisis que atravesaban
los estudios mercantiles españoles. Si interpretamos los resultados legislativos
como resultado de la existencia de «grupos de presión», siguiendo los principios de
la «Public Choise», podemos convenir que los actores de las enseñanzas mercantiles
no llegaron a ejercer como grupo porque fracasaron en sus aspiraciones. Quizás,
como contrapunto, existían otros grupos de presión más fuertes.
Estos textos han sido extraidos del informe realizado por Don José Infante Díaz de la Universidad de Zaragoza.
Resumen del informe y transcripción para nuestro Blog:
Pedro Rubio Dominguez - Profesor Mercantil (73 años) Escuela Superior de Comercio de Madrid.
Licenciado en Ciencias Empresariales por ICADE
Fundador del INSTITUTO EUROPEO DE GESTIÓN EMPRESARIAL en 1986
Licenciado en Ciencias Empresariales por ICADE
Fundador del INSTITUTO EUROPEO DE GESTIÓN EMPRESARIAL en 1986
_________________________________________________________________________
buen articulo un perito es aquel que te va a garantizar las pruebas y la seguridad de estas para garantizar una sentencia favorable si necesitas un sitio donde contratar te recomiendo este https://peritobarcelona.com puedes hacer consultas siempre responden de manera rapido
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarLucas, gracias por tus comentarios. Recibe un cordial saludo. Atentamente PRD
EliminarLos peritos españa para mi son de los mejores estos son increibles al momento de buscar las pruebas pertinentes una diferencia abismala la que he visto en otros paises
ResponderEliminarManuel, muchas gracias por tu comentario. Hoy los licenciados en Ciencias Empresariales no están a la altura de los Peritos y Profesores Mercantiles que actuábamos entonces. Saludos cordiales y Feliz Navidad.
ResponderEliminar