El 12 de junio de 2019 se
celebran 34 años de la firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad
Económica Europea, la actual UE. La entrada de España se hizo efectiva el 1 de
enero de 1986. Ahora, en 2019, es momento de hacer balance de estos 34 años.
Gracias a la pertenencia a la
Unión, España ha logrado consolidar la democracia, modernizar la economía, las
infraestructuras, y los servicios públicos, participar de la moneda única, y
disfrutar de los beneficios del mercado común.
Asimismo, España ha mantenido una
participación constante y activa en el seno de la Unión Europea, impulsando las
políticas sociales, la “Europa de los ciudadanos”, la política común de
inmigración o las relaciones con el sur del Mediterráneo y con Iberoamérica.
La creación del Mercado único convirtió
a Europa en un lugar muy atractivo para las empresas extranjeras exteriores. Mediante
fusiones y adquisiciones pudieron incorporarse a la Comunidad.
A pesar del número de empresas
internacionales que hacia ya mucho tiempo aprendieron a tratar con sus competidores
foráneos mediante el establecimiento de fuertes posiciones competitivas en el
plano nacional y en el extranjero, muy poco de lo que se escribió entonces en
este sentido, se centró en la necesidad de tomar posiciones competitivas en el
negocio internacional.
Fueron muchos los libros y artículos
los que dedicaron a tratar de buscar oportunidades de negocios y a la compilación
de anécdotas respecto a como “desnatar” los mercados foráneos de forma barata. Es
un hecho histórico en la vida empresarial el que las empresas que no se
orientaron internacionalmente se hallaran en desventajas competitivas muy
severas. Porque el éxito de una empresa extranjera que lograra dominar en diferentes
mercados nacionales fue siempre el resultado de haber llegado a ser competitivas
en coste, precio, innovación y comercialización a través de lo que generaron
por su actividad global.
Las empresas suizas, por ejemplo,
que tenían un mercado nacional diminuto y, sin embargo, aquellas empresas son
nada menos que Nestlé, Roche y Ciba Geigy, que son hoy auténticos gigantes
industriales que crecieron a lo ancho del mercado mundial. No gozaron de estas
mismas ventajas de los mercados nacionales, empresas estadounidenses y
japonesas.
Cada mercado individual en la
Comunidad fue suficientemente grande para estimular a la competencia extranjera
y, al mismo tiempo, demasiado pequeño para que muchas empresas alcanzaran los
niveles para que muchas empresas alcanzaran los niveles mediante los cuales
pudieran permanecer en el plan competitivo frente a grandes empresas
extranjeras.
Las empresas españolas, por consiguiente, necesitaron
orientarse internacionalmente por tres razones básicas, como fueron:
- La creación de una escala suficientemente grande de operaciones que permitieran competir con empresas extranjeras, para alcanzar niveles de competitividad en costes, precios, innovación y comercialización.
- Proporcionar una cartera de mercados en los que pudieran luchar contra los competidores extranjeros, desarrollando estrategias competitivas y defensivas.
- Proporcionar oportunidades para la colaboración internacional en términos de I+D, canales de comercialización, productos, etc.
PEDRO RUBIO DOMINGUEZ
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