Sin ser excesivamente presuntuosos el IEGE es una de las primera escuelas de Gestión Empresarial en España a nivel de Estudios de grado medio y superior.
Hemos de ser realistas al decir
que no todas las escuelas de formación (también llamadas de negocio) existentes
en España son del mismo nivel, porque en todo sistema de enseñanza programada,
no se pueden hacer o pretender hacer la misma cosa. La especialización es el elemento
diferencial, a la hora de buscar los signos de relevancia entre una y otra.
Durante mi trabajo como consultor
en una multinacional belga, ubicada en Barcelona, de esto hace mas de 30 años,
tuve la ocasión y suerte de visitar muchas pequeñas y medianas empresas. A
pesar de estar enterado, en síntesis, de cuáles eran los problemas que preocupaban
a los empresarios, saqué como conclusión que a todos ellos les afectaban los
mismos problemas coyunturales: desconocían los resultados reales de su
empresa y sobre todo la cifra de ventas a partir de la cual se empieza a ganar
dinero. Y otras informaciones importantes para el control de gestión de la
empresa.
Quizás en dos o tres excepciones,
casi ninguna de las empresas analizadas sobresalía en todas las disciplinas de la
gestión empresarial, aunque cada uno de los empresarios entrevistados manifestaban
que su gestión era siempre la mejor posible, aunque después del diagnóstico preliminar,
objeto de mi visita, daban síntomas preocupantes: la mayoría de ellos no controlaban
la empresa o lo que es peor, no la conocían.
Con el paso del tiempo empezaron
a proliferar en España las Escuelas de Formación, cuyo objetivo primordial era
y es la formación de empresarios y ejecutivos. El establecimiento de una
escuela para la enseñanza empresarial no se justifica a no ser que contribuya,
por la enseñanza que ofrece, a una mejor formación de los hombres y mujeres de
la empresa y a una mayor eficacia de las estructuras económicas de nuestro país.
En este sentido, las demandas y necesidades de las empresas son múltiples y los
niveles bien diferenciados. No se podrá hacer todo o sobresalir en todo y es
necesario que estas Escuelas cumplan dos criterios que son importantes:
1. La definición del
nivel de formación
2. La elección, que
no puede ser eludida, entre una formación generalista y una formación
especializada.
La inversión en formación está de
rabiosa actualidad: se organizan coloquios alrededor del tema, las direcciones
generales de las empresas, los propios empresarios, el Estado, se refieren al
tema con frecuencia, los asesores o consultores de formación lo convertimos en
un argumento publicitario, las revistas, los periódicos especializados,
Internet, etc. dedican muchos espacios publicando artículos firmados por
especialistas o gurús de la gestión.
¿Se trata de una moda pasajera? ¿O
más bien nos encontramos ante la súbita aparición de una problemática nueva que
tendremos que tomar muy en serio para renovar la manera de valorar y tratar de
los problemas de formación en la empresas y organizaciones?
Pero no posible creer que cada Escuela
de Formación tenga por vocación no formar más que a una élite de futuros
gestores. Esto es incierto, si bien ciertos niveles de formación aparentemente
menos nobles tienen salidas muy importantes, y muy necesarias para la economía o
para las empresas. Me refiero aquí a las Escuelas
de Formación Profesional que permiten a los alumnos la realización de
cursos presenciales o a distancia, todos ellos impartidos por profesores con
una amplia experiencia y trayectoria profesional y además estos alumnos
realizan práctica en empresas concertadas para que desarrollen sus conocimientos
y habilidades adquiridas.
No existe correlación necesaria
entre el nivel dispensado por una Escuela de Formación y la variedad y calidad
de salidas a las que se accede, lo que puede dar una medida de sus “utilidad social”. Este sería el primer criterio
que importa analizar con toda la precisión y la seriedad que conviene.
Esta cuestión completa las
respuestas a los problemas de nivel mencionados. Es evidente que estos dos
tipos de formación tienen su justificación y coherencia y responden a
necesidades bastante bien identificadas. Pero sería grave para una empresa de
formación el no situarse o el no elegir en función de sus objetivos, de sus
fuerzas o de sus flaquezas. Ya que de esta elección derivan numerosas
consecuencias que se encadenan. La más peligrosa y dura de las situaciones está
en querer formar generalistas a pesar de que los medios (selección del
alumnado, programas formativos, procesos pedagógicos o salidas al mercado
laboral) no permiten nada más que formar especialistas en ciertas disciplinas.
La incoherencia o la ignorancia son siempre suicidas.
Una Escuela de Formación
Empresarial no tiene reconocimiento, ni prestigio al formar generalistas en los
que la calidad hará que no tengan salidas. Por el contrario, se puede señalar
su razón de ser y su justificación al formar “especialistas” que serán más
revalorizados porque serán demandados.
Las exigencias o
retos de un nuevo milenio
“La formación, la mejor inversión y el vehículo imprescindible para el
proceso de mejora”
Parece que el asunto va en serio;
se trata de una inversión inmaterial e intelectual. La gestión de los
conocimientos y las destrezas en la empresa tiende a plantearse en términos de
inversiones.
España parece preocupare
seriamente de la formación dentro de la empresa. Asistimos pues, desde hace
algunos años, a una tendencia generalizada de las empresas a hacer hincapié en
la formación.
Es claro que la economía de
nuestro país ha conocido y conoce todavía múltiples discontinuidades. Estas no
se dan sin consecuencias, como tampoco carecen de significación los ataques
inquietos, aunque sean confusos, de las nuevas generaciones de estudiantes.
La enseñanza de la gestión empresarial—que
es una enseñanza de acción—está interpelada de lleno por la multiplicidad de nuevas
incertidumbres. Es necesario que se afronten problemas diferentes y se aborden
temas que no se habían aún explorados (o insuficientemente). Conviene,
igualmente, el poner en cuestión métodos pedagógicos juzgados eficaces, no
teniendo en este terreno, un tanto contingentes, ni las experimentaciones ni
las innovaciones.
Prueba evidente es la
introducción de las tecnologías de la información y comunicación en todos los
ámbitos de nuestras vidas ha generado diferentes formas de comunicarnos,
relacionarnos, informarnos, aprender o trabajar. Sin embargo, son armas de
doble filo, pese a sus múltiples ventajas, existen también inconvenientes de
los que en la actualidad empezamos a ser conscientes. En los últimos tiempos
las TICs han sido un estupendo medio para conciliar vida laboral y personal,
pero al mismo tiempo se han convertido en un riesgo personal del usuario,
llegando a no establecerse límites a las obligaciones del trabajo. De esta
manera, el ocio y la vida familiar y social se ven alteradas e invadidas,
impidiendo por otro lado, la desconexión de las obligaciones generando riesgos
para el bienestar físico y/o psicológico de quienes las utilizan. (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en
el Trabajo).
No obstante, la empresa y también
la enseñanza o formación que se precie está hoy comprometida a grandes retos.
Más que su novedad, es su importancia en la estrategia de la empresa la que
aparece a plena luz y la que inquieta. Estamos seguros de que todavía se podrá
desarrollar y progresar en: marketing, finanzas, en contabilidad y en control
de gestión, etc.… Pero la enseñanza de gestión debe responder a interpelaciones
para las cuales no es seguro se esté dispuesto.
Esta evolución comenzó hace años
entre las empresas con un importante volumen de negocio y fue extendiéndose
poco a poco a empresas de otras dimensiones. Aunque podemos apreciar el
dinamismo de las empresas en materia de formación, en general, la empresa
española media no dedica más del 2% de su presupuesto, lo que es inferior, por
no decir utópico, al umbral mínimo ideal que los expertos fijan entre el 5 y el
10 por ciento. Por otra parte “el tiempo que se dedica a los cursos y
seminarios en España no excede del 3% del total de las horas de trabajo, cuando
lo óptimo es el 10 por ciento.
Sin embargo, situados en un
contexto absoluto, es evidente que las empresas importantes disponen de medios
mas efectivos que las pequeñas y medianas, y son las que tienen en su haber el
mayor número de horas de formación al año.
El reto científico y
tecnológico
La preponderancia y la pujanza de
una firma, cualquiera que sea, reposa probablemente más sobre sus cualidades
tecnológicas o industriales que sobre su saber hacer, su madurez y su
relevancia en materia de gestión.
No es suficiente el impartir cursos de economía de negocios
internacionales, debe ser en cada enseñanza, en cada disciplina, en cada
análisis, en cada investigación, donde la “reflexión” internacional debe jugar
y la “dimensión” internacional estar presente, sin lo cual una parte muy
importante de nuestras enseñanzas se convierten en irrealita e inoperante.
Las dinámicas humanas
de las empresas.
Las exigencias del tiempo, los
estilos de vida, las costumbres, las necesidades cambiantes de comunicación y
de relaciones humanas, arriesgan el dinamitar las empresas si no se buscan ni
se crean nuevas dinámicas en las relaciones interpersonales.
La relación del hombre y de la
empresa es probablemente un terreno nuevo y casi virgen para la investigación.
Las capacidades de innovaciones de las empresas han estado evidentemente más
orientadas sobre investigaciones de nuevos productos, o de medios más
sofisticados de financiación, que a las aplicaciones del marketing-mix. Sin duda, porque es más más fácil o menos perturbador
el estar en relación con objetos, dinero, que con otros aspectos de la gestión
que son importantes para el desarrollo y prosperidad de las empresas.
Esta conclusión permite pensar
que el mercado de la formación deberá desarrollarse todavía más en el futuro si
se tiene en cuenta la opinión de los expertos.
La oferta formativa se orienta generalmente
hacia un tipo de formación de alto nivel destinada con preferencia a los
ejecutivos superiores, dejando así, a un lado, áreas en la formación de menor
nivel para directivos medios a un menor coste.
Adaptarse a los constantes
cambios que se han producido en los últimos años, incorporar las nuevas
aplicaciones tecnológicas. Incrementar la productividad y alcanzar cotas más elevadas
de eficacia, son condiciones imprescindibles para remontar la crisis,
reduciendo las posibilidades de que estos trabajadores pase a situación de
desempleo.
PEDRO RUBIO DOMINGUEZ
El autor de este artículo es Profesor Mercantil y Licenciado en Ciencias Empresariales. Consultor de
empresas y director general del Instituto Europeo de Gestión Empresarial. Desde
1986 trabaja como analista, consultor y mentor y de forma ininterrumpida viene formando
a empresarios, ejecutivos y personal de apoyo dentro de la comunidad
empresarial española e hispanoamericana. Es autor de libros como Introducción
a la Gestión Empresarial, Como llegar a ser un Experto en Marketing y Manual de
Análisis Financiero, con cientos de miles de lectores en todo el mundo. Ha trabajado, antes de fundar el IEGE, en puestos de responsabilidad en
las áreas de Marketing, Finanzas y Recursos Humanos en empresas comerciales, industriales
y la banca. En 1991, fué nombrado uno de los "100 Empresario del Futuro" por la prestigiosa revista ACTUALIDAD ECONÓMICA.
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