Uno de los principales portavoces de los tecnopesimistas es Martin Ford, autor del libro El ascenso de los robots: la tecnología y la amenaza del desempleo masivo, un exemprendedor de Silicon Valley que está convencido de que las máquinas inteligentes eliminarán mucho más empleos en el futuro.
Cuando lo entrevisté, me aseguró que no es un enemigo de la tecnología, pero que debemos tener respuestas económicas y políticas para la ola de desempleo tecnológico que se viene. Ford se ha convertido en un apasionado portavoz de un ingreso básico universal para los ciudadanos de todos los países, para que puedan hacer frente a la disrupción tecnológica.
Según Ford, en el pasado la automatización era un fenómeno que solía estar concentrado en una industria a la vez. Eso permitía a los trabajadores desplazados por la tecnología en una industria moverse hacia una nueva industria emergente. Pero la situación actual es muy diferente, porque la inteligencia artificial puede utilizarse en todas las industrias y hace que la automatización se pueda dar simultáneamente en muchas industrias. Un robot que atienda el teléfono y sepa tomar dictado, transcribir un texto y traducirlo reemplazará no únicamente a las secretarias de una industria, sino también a las de todas, además de traductores y otros oficinistas. Por eso prácticamente todas las industrias que existen en la actualidad requerirán menos trabajadores en el futuro y ese proceso podría ocurrir mucho más rápido de lo que muchos creen, me dijo Ford.
“Mientras que las innovaciones en robótica producen máquinas tangibles que pueden ser fácilmente asociadas con un trabajo en particular, como los robots que hacen hamburguesas o trabajan en una línea de ensamblaje, el progreso en la automatización del software será mucho menos visible para el público, pero tendrá impactos más generalizados en las organizaciones y quienes trabajan en ellas”, sostiene Ford.
“Mientras que las innovaciones en robótica producen máquinas tangibles que pueden ser fácilmente asociadas con un trabajo en particular, como los robots que hacen hamburguesas o trabajan en una línea de ensamblaje, el progreso en la automatización del software será mucho menos visible para el público, pero tendrá impactos más generalizados en las organizaciones y quienes trabajan en ellas”, sostiene Ford.
A medida que los algoritmos sean cada vez más inteligentes, el proceso se va a acelerar. Por ejemplo, se solía pensar que la mayoría de los ejecutivos son irreemplazables, pues deben tomar decisiones constantemente y hacerlas implementar. Pero la inteligencia artificial ya está aprendiendo a hacer eso.
El aprendizaje de las máquinas inteligentes se produce en dos etapas, explica Ford. Primero, se crea un algoritmo alimentándolo con datos conocidos y luego se le pide que resuelva un problema similar cuyo resultado no se conoce. Por ejemplo, el programa de computación que nos selecciona los correos electrónicos que leemos y desvía los emails indeseados a un buzón de “basura” fue entrenado alimentándolo con millones de emails que habían sido previamente clasificados respectivamente como “importantes” y como “basura”. Y tras ser alimentado con ejemplos de ambos tipos de emails, el algoritmo pudo empezar a decidir por sí solo cuáles emails enviar al buzón de la “basura”.
De la misma manera, los algoritmos de las empresas que leen los emails de los ejecutivos están aprendiendo qué tipo de decisiones toman y por qué lo hacen, y van a poder reemplazar a muchos administradores de empresas, argumenta Ford. Ya a fines de 2013 Google presentó una solicitud de patente para un programa de computación que automáticamente genera emails personalizados y sostiene conversaciones en las redes sociales. O sea, el programa de software contesta muchos de nuestros emails en lugar de nosotros.
A partir de nuestra historia de entradas previas en Twitter y Facebook, genera respuestas similares, usando el estilo propio de cada uno de nosotros. “Las predicciones que pueden extraerse de estos datos van a usarse cada vez más para sustituir cualidades humanas como la experiencia y el buen juicio”, dice Ford, y eso va a resultar en menos ejecutivos en las corporaciones. “Eventualmente, en lugar de equipos de trabajadores altamente capacitados que juntan información y presentan su análisis a varios niveles de ejecutivos, podríamos terminar con un alto ejecutivo y un poderoso algoritmo.”
O, para ponerlo en términos aún más dramáticos, como dice un chiste muy conocido en la industria de la robótica de Silicon Valley, “las fábricas del futuro tendrán dos empleados: un hombre y un perro: el hombre estará ahí para darle de comer al perro, y el perro estará ahí para evitar que el hombre toque las máquinas”.
ANDRÉS OPPENHEIMER
Andrés Oppenheimer es un periodista, escritor y conferenciante argentino que reside en Estados Unidos y ha participado en varios foros internacionales. Ha sido incluido por la revista Foreign Policy en español como uno de los "50 intelectuales latinoamericanos más influyentes".
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