Observo, en la vida diaria, dificultades para mantener diálogos constructivos entre las personas. He preparado una síntesis de conceptos que considero valiosos y los comparto contigo deseando sean útiles.
1. Reconoce el valor de la conversación. Quien coloque un precio pequeño a la conversación considerándola meramente como un modo de matar el tiempo, no hallara nada bueno en ella. Pero considerada como una de las actividades más valiosas, concediendo que es un arte, otorga su completo respecto a su conversador o conversadores. Admite que para llegar acabo una conversación interesante se hace preciso poner en juego tus mejores talentos.
2. Adopta el punto de vista de los demás. Debes abstenerte de usar palabras tales como “yo”, “mi”, “mío” etc. Estas palabras actúan de modo de dispositivos adecuados para entorpecer automáticamente la conversación porque la gente no suele estar interesada en nuestros problemas personales –generalmente están interesados en sus propios problemas. Adopta el punto de vista de los demás. Abandona la práctica de tratar las cosas desde tu propio punto de vista y procura adentrarte más y más en la manera de pensar de los demás. Prueba a realizar este juego durante un día. Decide ser durante veinticuatro horas otra persona, utilizando sus palabras, sus sistemas expresivos, sus emociones, sus instintos, actúa como si realmente su alma, la tuya, se hubiese albergado en el cuerpo del otro. No es un gran sacrificio y la cosa es divertida.
3. Respeta las opiniones de los demás. ¿Cómo se puede participar en una conversación si no se le permite a uno expresar sus opiniones personales? ¿Cómo pueden prestarte atención si demuestras depreciar las opiniones de los demás? No importa lo vulgar que pueda ser una opinión, ni la frecuencia con que tal opinión haya sido expresada por otros. DETENTE y escucha. Manifiesta de modo bien visible que estas dispuesto a tomarla en consideración. Tal respecto a la opinión ajena es tan poco usual que su simple práctica permite indudables simpatías. La gente tratara de hablar contigo más y más. Te hará conocer sus problemas. Cosa Extraña, al aceptar la opinión del interlocutor brindando nuestra concentrada atención, percibimos algo nuevo y singular de dicha opinión. Nada de pierde y es mucho lo que se gana.
4. No seas “entrometido” El interesarse por los problemas de los demás no quiere decir, en modo alguno, que seas un entrometido. No trates de averiguar la edad de las personas, ni el costo de sus vestidos, ni lo que paga de impuestos, ni intentes obtener información respecto a aquellas cosas intimas y privadas de la vida que cada cual desea guardar para si mismo. A este respecto, la regla es bien sencilla: No trates de obtener ninguna información que tu rehusarías facilitar en el caso de que te formulen las mismas preguntas.
Aun cuando una persona sepa que no es entrometido por naturaleza, debes cuidar de no lanzar ninguna pregunta que pueda parecerle indiscreta a tu interlocutor.
El deseo de todo conversador es que tu compañero tenga una buena impresión en el. Pero antes de que aquel participe en la conversación es necesario que su impresión sea favorable. La buena conversación no es fácil de encontrar ni de elaborar. No conviene matar prematuramente un buen prospecto con preguntas indiscretas
5. Practíca. Aprende a conversar contigo mismo. Si tus pensamientos y deliberaciones (tus auto conversaciones) te satisfacen, entonces no te mostrarás tan impaciente por encontrar extraños con quienes conversar y transformarlos en compañeros de tu conversación y de tus opiniones. Trata de hablarte a ti mismo silenciosamente cuando te encuentre con algún desconocido. Alguien tiene que decir algo, pero no es necesario que seas tu quien tenga de inmediato que demostrar lo listo que es con un brillante comentario. Escucha. Medita. Sus ojos demostraran que sus oídos están trabajando.
Además del tiempo ¿de que hablar? Conforme al grupo procura hacer una lista de los tópicos principales que serán objeto de charla.
6. Descubre en que trabaja tu interlocutor. Pero no comiences a decirle lo que piensas sobre su trabajo. Deja que sea el quien lo explique. Solo formula preguntas sobre el trabajo que realiza y la habilidad que hay que tener. Generalmente desea traspasar a otra alma inquieta algunas de las cosas importantes que el conoce. Esta es la verdadera conversación. Nunca des consejos a menos que sea requerido para ello. Pero si el interlocutor te ofrece algún consejo, escúchalo atentamente. No discutas.
7. Interésate por los hijos de tu interlocutor. Pregunta a un padre o a un madre por sus hijos y es bien seguro que obtendrás un verdadero torrente de palabras, un monologo torrencial que podría llamarse conversación. NUNCA HABLES DE TUS PROPIOS HIJOS. Si se te pregunta por ellos, procure expresarte de un modo breve.
8. Habla de tu interlocutor. Elogia algún aspecto que se destaque de su vestimenta. Una cosa tan aparentemente insignificante puede ser la puerta de entrada a la conversación. Habla de su perro, de su césped, de su ciudad, de su escuela, de su casa. Conclusión: Esmérate en decir algo interesante y que excite la curiosidad.
9. Coherencia: Tu charla debe comprender un conjunto de ideas relacionadas entre si, de modo que partiendo de un pensamiento central, que sirve de base y orientación, tenga continuidad, progresión y conclusión. Decía Azorín: “No puede haber esfuerzo fecundo en la discontinuidad y en la incoherencia”
La exposición más comprensible y fácil de aceptar es la que obliga a escuchar con interés el valor de las ideas expuestas.
por Luis Jose Vinante
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