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lunes, 26 de octubre de 2020

LA COMPETENCIA: EL FIN DE LA TIRANÍA DE LOS INTERESES CREADOS


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Adam Smith (1723–1790) fue un economista y filósofo escocés, uno de los máximos exponentes, si no el mayor, de la economía clásica. En 1776 publica: Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, en la que sostiene que la riqueza procede del trabajo. El libro fue esencialmente un estudio acerca del proceso de creación y acumulación de la riqueza, tema ya abordado por los mercantilistas y fisiócratas, pero sin el carácter científico de la obra de Smith. Este trabajo obtuvo para él el título de fundador de la economía porque fue el primer estudio completo y sistemático del tema.

Las preguntas que inquietaban a Adam Smith ya están resueltas: las desigualdades económicas tienen una explicación. ¿Por qué algunos países son muy ricos y la mayoría pobres? ¿Por qué es tan difícil salir de la pobreza y ponerse al nivel de los más prósperos?

Estas son las cuestiones de carácter económico mas destacadas. Adam Smith trató de responderlas. Muchos han seguido sus pasos. Pocos, sin embargo, lo han hecho de forma recientemente y con  mas ahínco que William Lewis, director y miembro fundador del Instituto McKinsey Global. Su respuesta habría agradado al autor de las “Riquezas de las Naciones”: la implacable, abierta, dominante y justa competencia.

Como llevar a cabo actividades económicas de forma productiva no es ningún misterio. Las empresas con más éxito del mundo saben como actuar en cualquier sector. Los inversores también buscan desesperadamente oportunidades en todo el mundo para realizar operaciones que resulten rentables. No obstante, no las encuentran en numerosos países, donde los productores existentes son de una ineficiencia atroz.

¿A que se debe esto? 

El motivo es que la gente con poder—las empresas, los políticos y los burócratas corruptos, los titulares de sinecuras (cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo), los trabajadores protegidos y los beneficiarios de ayudas y subvenciones publicas—conspiran para evitar que se desarrolle la competencia, ya que ésta provocaría cambios económicos incómodos.

Los intelectuales que defienden la ideología antimercado también alaban este tipo de obstinación. El resultado es una intransigente actitud en contra de la competencia. Lewis y sus compañeros pudieron poner de relieve la importancia de la competencia al dedicar todos sus recursos a estudiar de forma detallada cada empresa y cada sector.

Al vincular de este modo la microeconomía y los resultados macroeconómicos, consiguieron elaborar un estudio que nos ha permitido comprender mejor las raíces de la productividad, es decir, la prosperidad.

¿Cuales fueron las principales conclusiones? 

En primer lugar, mas de 6.000 millones de personas viven en países pobres; 800 millones lo hacen en las economías más productivas, y 340 millones en lo que Lewis denomina “estribaciones”. En resumen, el esfuerzo por estimular el desarrollo en los últimos 50 años ha sido en vano.

En segundo lugar, solo se han descubierto dos formulas para el desarrollo: una elevada productividad y un reducido índice de entradas (característico de Estados Unidos); y una baja productividad y un elevado índice de aportaciones (Japón y Corea del Sur). Las entradas de mano de obra y capital per capita de Corea del Sur son las mismas que las de Estados Unidos, pero el PIB per capita es la mitad del de EEUU. Las entradas de Japón son las mas altas del mundo. Europa Occidental sigue, desde 2006, el mismo patrón que EEUU, pero con más distorsiones, sobre todo en lo que a la utilización de la mano de obra se refiere.

En tercer lugar, incluso en los países en vías de desarrollo son muchos los trabajadores que producen servicios o trabajan en la construcción, por lo que la productividad es estas industrias juega un importante papel para determinar la producción general por persona.

En cuarto lugar, ni la educación ni la falta de capital limitan la productividad. Los trabajadores mexicanos no cualificados aumentan los niveles de productividad. De igual forma Toyota consiguió aumentar su productividad hasta alcanzar casi todo los niveles de Japón en las plantas que tiene distribuidas por el mundo.

Como conclusión, la competencia no distorsionada en los mercados de productos es el determinante a largo plazo más importante tanto para la productividad como para la prosperidad. La competencia siempre hace destacar a las empresas mas productivas, aunque en Reino Unido, la competencia de las pequeñas empresas esta distorsionada por los controles de planificación y en Japón por las medidas proteccionistas de los minoristas de pequeña escala.

Pedro Rubio Domínguez
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