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sábado, 10 de octubre de 2020

LAS ESCUELAS DE FORMACIÓN EMPRESARIAL EN ESPAÑA

 

Hemos de ser realistas al decir que no todas las escuelas de formación (también llamadas de negocio) existentes en España son del mismo nivel, porque en todo sistema de enseñanza programada, no se pueden hacer o pretender hacer la misma cosa. La especialización es el elemento diferencial, a la hora de buscar los signos de relevancia entre una y otra.

Durante mi trabajo como consultor en una multinacional belga, ubicada en Barcelona, de esto hace mas de 30 años, tuve la ocasión y suerte de visitar muchas pequeñas y medianas empresas. A pesar de estar enterado, en síntesis, de cuáles eran los problemas que preocupaban a los empresarios, saqué como conclusión que a todos ellos les afectaban los mismos problemas coyunturales: desconocían los resultados reales de su empresa y sobre todo la cifra de ventas a partir de la cual se empieza a ganar dinero. Y otras informaciones importantes para el control de gestión de la empresa.

Quizás en dos o tres excepciones, casi ninguna de las empresas analizadas sobresalía en todas las disciplinas de la gestión empresarial, aunque cada uno de los empresarios entrevistados manifestaban que su gestión era siempre la mejor posible, aunque después del diagnóstico preliminar, objeto de mi misión, daban síntomas preocupantes: la mayoría de ellos no controlaban la empresa o lo que es peor, no la conocían.

Con el paso del tiempo empezaron a proliferar en España las Escuelas de Formación, cuyo objetivo primordial era y es la formación de empresarios, ejecutivos y personal de apoyo. El establecimiento de una escuela para la enseñanza empresarial no se justifica a no ser que contribuya, por la enseñanza que ofrece, a una mejor formación de los hombres y mujeres de la empresa y a una mayor eficacia de las estructuras económicas de nuestro país. En este sentido, las demandas y necesidades de las empresas son múltiples y los niveles bien diferenciados. No se podrá hacer todo o sobresalir en todo y es necesario que estas Escuelas cumplan dos criterios que son importantes:

  • La definición del nivel de formación
  • La elección, que no puede ser eludida, entre una formación generalista y una formación especializada.

La inversión en formación está de rabiosa actualidad: se organizan coloquios alrededor del tema, las direcciones generales de las empresas, los propios empresarios, el Estado, se refieren al tema con frecuencia, los asesores o consultores de formación lo convertimos en un argumento publicitario, las revistas, los periódicos especializados, Internet, etc. dedican muchos espacios publicando artículos firmados por especialistas o gurús de la gestión.

¿Se trata de una moda pasajera? ¿O más bien nos encontramos ante la súbita aparición de una problemática nueva que tendremos que tomar muy en serio para renovar la manera de valorar y tratar de los problemas de formación en las empresas y organizaciones?

Pero no es posible creer que cada Escuela de Formación tenga por vocación no formar más que a una élite de futuros gestores. Esto es incierto, si bien ciertos niveles de formación aparentemente menos nobles tienen salidas muy importantes, y muy necesarias para la economía o para las empresas. Me refiero aquí a las Escuelas de Formación Profesional que permiten a los alumnos la realización de cursos presenciales o a distancia, todos ellos impartidos por profesores con una amplia experiencia y trayectoria profesional y además estos alumnos realizan práctica en empresas concertadas para que desarrollen sus conocimientos y habilidades adquiridas.

No existe correlación necesaria entre el nivel dispensado por una Escuela de Formación y la variedad y calidad de salidas a las que se accede, lo que puede dar una medida de sus “utilidad social”. Este sería el primer criterio que importa analizar con toda precisión y seriedad que es necesario.

Esta cuestión completa las respuestas a los problemas de nivel mencionados. Es evidente que estos dos tipos de formación tienen su justificación y coherencia y responden a necesidades bastante bien identificadas. Pero sería grave para una empresa de formación el no situarse o el no elegir en función de sus objetivos, de sus fuerzas o de sus flaquezas. Ya que de esta elección derivan numerosas consecuencias que se encadenan. La más peligrosa y dura de las situaciones está en querer formar generalistas a pesar de que los medios (selección del alumnado, programas formativos, procesos pedagógicos o salidas al mercado laboral) no permiten nada más que formar especialistas en ciertas disciplinas. La incoherencia o la ignorancia son siempre suicidas.

Una Escuela de Formación Empresarial no tiene reconocimiento, ni prestigio al formar generalistas en los que la calidad hará que no tengan salidas. Por el contrario, se puede señalar su razón de ser y su justificación al formar “especialistas” que serán más revalorizados porque serán demandados.

Las exigencias o retos en estos momentos de crisis

Podemos decir, sin  duda que: “La formación, es la mejor inversión y el vehículo imprescindible para el proceso de mejora”

Parece que el asunto va en serio; se trata de una inversión inmaterial e intelectual. La gestión de los conocimientos y las destrezas en la empresa tiende a plantearse en términos de inversiones.

España parece preocupare seriamente de la formación dentro de la empresa. Asistimos pues, desde hace algunos años, a una tendencia generalizada de las empresas a hacer hincapié en la formación.

Es claro que la economía de nuestro país ha conocido y conoce todavía múltiples discontinuidades. Estas no se dan sin consecuencias, como tampoco carecen de significación los ataques inquietos, aunque sean confusos, de las nuevas generaciones de estudiantes.

La enseñanza de la gestión empresarial—que es una enseñanza de acción—está interpelada de lleno por la multiplicidad de nuevas incertidumbres. Es necesario que se afronten problemas diferentes y se aborden temas que no se habían aún explorados (o insuficientemente). Conviene, igualmente, el poner en cuestión métodos pedagógicos juzgados eficaces, no teniendo en este terreno, un tanto contingentes, ni las experimentaciones ni las innovaciones.

Prueba evidente es la introducción de las tecnologías de la información y comunicación en todos los ámbitos de nuestras vidas ha generado diferentes formas de comunicarnos, relacionarnos, informarnos, aprender o trabajar. Sin embargo, son armas de doble filo, pese a sus múltiples ventajas, existen también inconvenientes de los que en la actualidad empezamos a ser conscientes. En los últimos tiempos las TICs han sido un estupendo medio para conciliar vida laboral y personal, pero al mismo tiempo se han convertido en un riesgo personal del usuario, llegando a no establecerse límites a las obligaciones del trabajo. De esta manera, el ocio y la vida familiar y social se ven alteradas e invadidas, impidiendo por otro lado, la desconexión de las obligaciones generando riesgos para el bienestar físico y/o psicológico de quienes las utilizan. (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo).

No obstante, la empresa y también la enseñanza o formación que se precie está hoy comprometida a grandes retos. Más que su novedad, es su importancia en la estrategia de la empresa la que aparece a plena luz y la que inquieta. Estamos seguros de que todavía se podrá desarrollar y progresar en: marketing, finanzas, en contabilidad y en control de gestión, etc.… Pero la enseñanza de gestión debe responder a interpelaciones para las cuales no es seguro se esté dispuesto.

Esta evolución comenzó hace años entre las empresas con un importante volumen de negocio y fue extendiéndose poco a poco a empresas de otras dimensiones. Aunque podemos apreciar el dinamismo de las empresas en materia de formación, en general, la empresa española media no dedica más del 2% de su presupuesto, lo que es inferior, por no decir utópico, al umbral mínimo ideal que los expertos fijan entre el 5 y el 10 por ciento. Por otra parte “el tiempo que se dedica a los cursos y seminarios en España no excede del 3% del total de las horas de trabajo, cuando lo óptimo es el 10 por ciento".

Sin embargo, situados en un contexto absoluto, es evidente que las empresas importantes disponen de medios mas efectivos que las pequeñas y medianas, y son las que tienen en su haber el mayor número de horas de formación al año.

El reto científico y tecnológico

La preponderancia y la pujanza de una firma, cualquiera que sea, reposa probablemente más sobre sus cualidades tecnológicas o industriales que sobre su saber hacer, su madurez y su relevancia en materia de gestión.

No es suficiente el impartir cursos de economía de negocios internacionales, debe ser en cada enseñanza, en cada disciplina, en cada análisis, en cada investigación, donde la “reflexión” internacional debe jugar y la “dimensión” internacional estar presente, sin lo cual una parte muy importante de nuestras enseñanzas se convierten en irrealista e inoperante.

Las dinámicas humanas de las empresas.

Las exigencias del tiempo, los estilos de vida, las costumbres, las necesidades cambiantes de comunicación y de relaciones humanas, arriesgan el dinamitar las empresas si no se buscan ni se crean nuevas dinámicas en las relaciones interpersonales.

La relación del hombre y de la empresa es probablemente un terreno nuevo y casi virgen para la investigación. Las capacidades de innovaciones de las empresas han estado evidentemente más orientadas sobre investigaciones de nuevos productos, o de medios más sofisticados de financiación, que a las aplicaciones del marketing-mix.  Sin duda, porque es más más fácil o menos perturbador el estar en relación con objetos, dinero, que con otros aspectos de la gestión que son importantes para el desarrollo y prosperidad de las empresas.

Esta conclusión permite pensar que el mercado de la formación deberá desarrollarse todavía más en el futuro si se tiene en cuenta la opinión de los expertos.

La oferta formativa se orienta generalmente hacia un tipo de formación de alto nivel destinada con preferencia a los ejecutivos superiores, dejando así, a un lado, áreas en la formación de menor nivel para directivos medios a un menor coste.

Adaptarse a los constantes cambios que se han producido en los últimos años, incorporar las nuevas aplicaciones tecnológicas. Incrementar la productividad y alcanzar cotas más elevadas de eficacia, son condiciones imprescindibles para remontar la crisis, reduciendo las posibilidades de que estos trabajadores pasen a situación de desempleo.

 

PEDRO RUBIO DOMINGUEZ

El autor de este artículo es Profesor Mercantil. Consultor de empresas y director general del Instituto Europeo de Gestión Empresarial. Desde 1986 trabaja como analista, consultor y mentor y de forma ininterrumpida viene formando a empresarios, ejecutivos y personal de apoyo dentro de la comunidad empresarial española e hispanoamericana. Es autor de libros como Introducción a la Gestión Empresarial, Como llegar a ser un experto en Marketing y Manual de Análisis Financiero, con cientos de miles de lectores en todo el mundo. Antes de fundar el IEGE, trabajó en puestos de responsabilidad en las áreas de Marketing, Finanzas y Recursos Humanos en empresas comerciales, industriales y la banca.

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