En las últimas décadas, tres acontecimientos
han socavado la efectividad de la publicidad: el aumento del precio de los
anuncios, su volumen creciente y la expansión de los canales a través de los
cuales publicitar (desde carteles de promoción en baños públicos hasta globos
aerostáticos). La combinación de estas tres circunstancias ha erosionado seriamente
la efectividad de todas las iniciativas publicitarias, incluyendo la de los
grandes anunciantes. “La publicidad crea
la marca” es el tema de la industria publicitaria, por ejemplo, la American Advertising Federation llevó a
cabo una campaña cuyo eslogan era “Publicidad.
La manera en la que las grandes marcas llegan a ser grandes marcas”. Sin
embargo, casi todas las nuevas marcas creadas recientemente fueron el fruto de
las relaciones públicas, no de la publicidad. Algunas de ellas son: Amazon.com, Yahoo!, eBay, Palm, PlayStation
o BlackBerry.
Dar a conocerse sin
publicidad
Starbucks, por ejemplo, no invirtió grandes sumas en publicidad: en
10 años, la firma gastó menos de 10 millones de dólares en anuncios, casi nada
para una marca con ventas anuales de 1.300 millones. Pero, por otro lado, se
publicaron infinidades de notas favorables sobre la empresa. Wal-Mart se transformó en el
distribuidor minorista más grande del mundo (con ventas cercanas a los 100.000
millones al año) con muy poca publicidad; y el hermano de Wal-Mart, el Sam´s Club,
factura, de promedio, 45 millones de dólares por local casi sin invertir en
anuncios. En el terreno farmacéutico, Viagra,
Prozac y Valium alcanzaron el
nivel de marcas internacionales con prácticamente ninguna publicidad; y lo
mismo sucedió en el área del entretenimiento (con Beanie Babies, Tickle Me Elmo y Pokémon) y en la industria de la alta tecnología (Oracle, Cisco y SAP).
Algunas investigaciones avalan la
superioridad de las relaciones públicas
sobre la publicidad en la promoción de nuevas marcas. Un reciente estudio de 91
lanzamientos de productos realizado por la firma Schneider & Associates afirma que los que tuvieron éxito
pusieron en práctica más iniciativas de relaciones públicas que los que no
alcanzaron un buen resultado.
Con el tiempo, se llega a un
punto en el que se agota el potencial de la divulgación. El interrogante surge,
entonces, es cómo mantener en el candelero a una marca cuya creación se basó en
técnicas de relaciones públicas. Es aquí cuando entra en escena la publicidad,
su función es la conservación de una marca, antes que su creación. Debido al
problema de la credibilidad, la publicidad no puede ser “creativa” (según la definición por la cual creativa significa “original”, o “nueva y diferente”). La publicidad debe utilizar lo que ya está en
la mente del cliente potencial y reforzar las percepciones existentes, en vez
de crear nuevas. Cuando Goodyear afirma
“Número 1 en neumáticos”, el
consumidor piensa “si, es número uno, por
eso sus neumáticos son mejores”. En cambio, cuando Firestone declara algo similar, los compradores no le creen porque
la mayoría de ellos ha leído noticias acerca de los problemas que tuvieron los
productos de esa compañía.
En su forma más pura, la
publicidad toca ideas y conceptos que ya están en la mente de los consumidores,
los saca a la superficie y los fortalece. Por eso, la originalidad es la antítesis
de la esencia de la buena publicidad (de hecho, la reacción típica a la mayoría
de los avisos televisivos es “¿qué
diablos fue eso?”) La creatividad entorpece la verdadera función de la
publicidad, la cual es reforzar un mensaje existente; si usted quiere crear uno
nuevo, apele a las relaciones públicas.
Fábula sobre la
publicidad y las relaciones públicas.
En una de las fábulas de Esopo, el viento y el sol discutían
quien era el más fuerte. Para demostrarlo, se propusieron el siguiente desafío:
obligarían quien pasara frente a ellos en ese momento a quitarse el abrigo. El
viento fue el primero en probar suerte, pero, cuanto más soplaba, el individuo
elegido más se cubría. Luego, el sol empezó a brillar y, al sentir calor, el
hombre se sacó el abrigo.
No se puede entrar a la fuerza en
la mente de la gente. La publicidad es percibida como una imposición, un
intruso indeseable a quien se resiste. Y cuanto más se insista en la venta,
mayor será la resistencia del cliente potencial. Los publicistas hablan del
impacto: folletos, desplegables, trípticos, inserciones, color versus blanco y
negro en los anuncios impresos, acción frenética, ángulos insospechados y
cortes violentos en los anuncios televisivos… Pero estos atributos tienen el
efecto contrario al deseado; el mensaje que transmiten es: “No prestes atención, es una publicidad”
Las relaciones públicas son el sol. No se puede forzar a los medios de comunicación a reproducir el mensaje de una compañía, sólo se puede ser amable con ellos y brindarles información útil de relaciones públicas. Por su parte, los clientes potenciales no ven el mensaje editorial como una imposición sino como una aportación, porque consideran que los medios tratan de ayudarlos sugiriéndoles buenos nuevos productos o servicios. ■
AL RIES
Reconocido
como uno de los mejores estrategas mundiales del Marketing, Al Ries es una de
las máximas autoridades en el terreno no sólo del Marketing, sino de la
Publicidad, ya que ha presidido las asociaciones publicitarias mas prestigiosas
de Estados Unidos. Autor y coautor de 11 best-sellers, dirige, junto con su
hija, su propia firma de consultora. Al
Ries ha firmado con Jack Trout
su antiguo socio, los famosísimos Positioning: the Battle for Your Mind y
Marketing
Warfare. Entre sus obras en solitario, algunas de las más destacadas
son: The
22 Inmutable Laws of Branding. The Fall of Advertising and the Rise of PR, así
como The
Origen of Brands, su libro más reciente.
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