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miércoles, 24 de febrero de 2021

Ansiedad y apatía: el impacto emocional de la pandemia en la vuelta al trabajo

 


Una investigación reveló los aspectos emocionales que afectan el regreso de los empleados a sus espacios físicos de trabajo. La distancia no es sólo física, sino también emocional.

La pandemia no sólo trajo consecuencias sanitarias y económicas. También produjo un fuerte impacto emocional, tanto a nivel subjetivo como social. Cuarentena, distanciamiento y barbijos implicaron tanto distancia física como emocional, y la incertidumbre domina la vida cotidiana.

En este escenario, el estudio del investigador Marcelo Manucci, experto en incertidumbre y gestión del cambio, relevó casi 50 papers internacionales publicados durante el segundo semestre de 2020 sobre las consecuencias psicosociales de la pandemia.

Más allá de diferencias culturales y organizacionales, el patrón común registra altísimos niveles de ansiedad, preocupación, enojo y frustración, además de descreimiento, apatía y falta de confianza. 

"Gallup mide el compromiso social hace 10 años, y en el reporte de emociones ya en 2019 se registraron los niveles de estrés, preocupación y odio más altos de la década en el mundo, principalmente en países desarrollados. La pandemia exacerba esos niveles. El cóctel es mucho más complejo con el virus", dice Manucci.

Los efectos de esta conmoción se sienten también dentro del mundo laboral. 

¿Cómo impactan estas emociones en la vuelta al trabajo?

A medida que disminuyeron los aislamientos y se retornó a los espacios laborales comunes, las organizaciones en todo el mundo armaron protocolos para proteger a sus trabajadores. Sin embargo, "los protocolos que se comparten en las organizaciones son sanitarios, pero eso no cubre los cuidados emocionales", observa Manucci.

Con la hipótesis de que el marco emocional y psicológico será el que determine la capacidad de resiliencia y recuperación de los grupos laborales ante los nuevos desafíos, Manucci, psicólogo y doctor en Comunicación, propone distintas dimensiones de intervención en las organizaciones para las nuevas condiciones emocionales de desempeño.

"La recuperación de las organizaciones y la resiliencia no tienen que ver con los protocolos sanitarios. Regresar a un trabajo enmarcado en la sospecha, en la falta de creatividad y en la incertidumbre no permitirá esa recuperación", asegura.

Mundo incierto

Según el estudio de Manucci, hay que considerar al menos tres aspectos en los que la pandemia impacta en el mundo laboral. Por un lado, hay un "incremento de las amenazas". Pasado más de un año desde el descubrimiento del virus, el peligro está lejos de haber sido despejado. La vacunación avanza lentamente y nuevas cepas y segundas olas se ciernen en el horizonte cotidiano. Distintos países entran y salen constantemente de diversos grados de confinamiento. Todo esto provoca altísimos niveles de ansiedad e incertidumbre.

"Está amenazada la continuidad del trabajo y hay una amenaza física permanente. En lo organizacional, hay una amenaza respecto de lo compartido: qué va a pasar con el rol, con la actividad de la organización. Son todas dimensiones que abren una brecha de incertidumbre", explica Manucci.

La consecuencia son niveles de ansiedad "equivalentes a un estrés post traumático, que puede llevar a fobias o a ataques de pánico", agrega.

Un segundo aspecto se relaciona con que la pandemia "arrasó con las recetas y procesos clásicos", señala Manucci. "Hoy, en términos generales, las organizaciones tienen enorme necesidad de creatividad. Necesitan reinventar procesos, pero al mismo tiempo no hay referentes que te puedan guiar: nadie sabe concretamente cómo dar los próximos pasos, ni siquiera en lo sanitario".

Según algunos de los estudios relevados por Manucci, la pandemia comprimió en dos meses profundos cambios que se hubieran desarrollado en 10 años. "Esto develó algo que ya estaba en la sociedad: organizaciones rígidas, sin creatividad, sin capacidad de respuesta y profundas desigualdades sociales", dice.

El tercer aspecto es la inercia laboral. "Venía de antes, pero la pandemia la agrava y se hace visible con la gente que no quiere volver a trabajar", explica el experto.

En este caso, "se necesita recuperar el entusiasmo y el sentido del trabajo en la vida cotidiana. Cuando tu presente se transforma en tu futuro, y tu rol se vuelve intrascendente, crece el riesgo, desde accidente industriales, a descuidos y corrupción, porque cuando todo se torna gris, apático, uno baja la guardia", señala Manucci.

Abordaje

A partir de su estudio, publicado en el journal Human Resource Development International, Manucci propone algunas líneas de intervención para las organizaciones.

Por un lado "las organizaciones tienen que definir los temas que van a compartir con su gente. Tener en claro, cuando van a recibirlos, las ideas clave y específicas para que la gente llegue a la organización con un conjunto de ideas claras sobre pasos actuales y futuros y el alcance de esos pasos en el tiempo. De lo contrario, con la ambigüedad, crece la incertidumbre", desarrolla el experto.

Por otra parte, recomienda el entrenamiento de los cuadros medios, que son "los traductores de esta ideas en el día día de las personas" y la creación de espacios para que la gente pueda participar.

Finalmente, asegura, "los líderes tienen hoy un rol inspirador fundamental para poder sostener el rumbo. Para devolverle a las personas entusiasmo, compromiso y agradecimiento"

"La incertidumbre prepara el cuerpo para luchar o huir, no para confiar, crear, planificar", asegura Manucci. Por eso, abordar las amenazas, recuperar la creatividad y devolver el entusiasmo son las tres grandes tareas de las organizaciones para morigerar el impacto de la pandemia en los espacios de trabajo. "El año pasado fue sanitario. Este va a ser el año de lo psicosocial", sentencia Manucci. 

Gabriela Samela

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