Ya sea un consultor, inversor o bloguero, puede ser crucial sumar a nuestra estrategia de marketing a una persona que goce tanto de la confianza como del respeto del público al que se busca conquistar.
El marketing de influencias es el proceso que inicia al ponerse en contacto con influencers o "influenciadores", personas que tienen grandes cifras de seguidores en ciertos nichos y que pueden repercutir en la opinión pública, para incrementar la visibilidad de nuestros productos o servicios. La idea es identificar y construir relaciones con esos VIPs, que pueden ser: consultores, analistas, consejeros, inversionistas, especialistas, blogueros, reporteros u otros que poseen grandes entramados en las redes sociales. Incluso, podrían ser los propios empleados o clientes.
Por lo tanto, son fuentes de información confiables y tienen los medios para comunicarse con grandes cantidades de personas. Generalmente, una empresa le ofrece a un influenciador algo de valor: información (exclusivas o primicias), visibilidad, productos o (en ocasiones) un pago en dinero. La idea es inspirarlo para que hable de tu marca o para que comparta ofertas específicas o información acerca de nuestros productos.
Hay que considera a los influenciadores, entonces, como una manera de conectarte con la audiencia de la audiencia. Eso es importante porque se está llegando a gente a la que de otra manera quizá no sería posible tener acceso. Además, se lo consigue no por medio de publicidad, sino a través de la recomendación de alguien que conocen.
Un estudio de la firma consultora Nielsen confirma que hay 77% más probabilidades de que las personas compren un producto que ha sido recomendado por alguien en quien confían.
Pero conviene hacer algunas salvedades:
Confundir tamaño con influencia
La clave es descubrir a aquellas personas que gozan tanto de la confianza como del respeto de sus audiencias, no sólo de aquellos que tienen la mayor cantidad de seguidores. Si un influencer puede llegar a muchas personas pero influir, o sea hacer cambiar de opinión o considerar algo que no habrían hecho antes, a muy pocas; entonces no es un verdadero influencer.
Pensar en términos de transacciones, no de relaciones
Demasiados negocios se concentran en aquello que el influenciador puede hacer por ellos, en vez de pensar cómo pueden ayudarlo a cumplir los objetivos definidos. La persona que se interesa en nuestra empresa es porque también tiene algo para ganar, sea lo que fuere. A una figura de renombre que le interesa hacer reseñas de nuestros productos no lo haría muy feliz saber que no tiene información de privilegio sobre el lanzamiento de la próxima versión del producto, por ejemplo.
No tener un plan
La influencia por sí misma no sirve. A una empresa lo que le conviene es tener un plan de comunicación respecto a qué busca específicamente. ¿Se busca dar a conocer una nueva marca? ¿o estamos buscando re posicionar lo que las personas creen de la marca? ¿necesitamos alguien que promocione la próxima campaña de RSE?
Un influencer no hace marketing
Muchas empresas lo olvidan, pero el influenciador no hace marketing para la empresa. La fuerza de estas personas radica en la confianza que le depositan sus seguidores, por lo que su objetivo no es vender para la empresa sino mantener una buena relación con sus seguidores. Ningún influencer va a minar su credibilidad para promocionar un producto.
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