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jueves, 26 de marzo de 2020

EL FUTURO ES ESPERANZADOR, PERO LA TRANSICIÓN SERÁ CRUEL


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¿Cuál fue mi conclusión tras entrevistar a algunos de los principales futurólogos del mundo? Una de mis principales conclusiones, además de las que citaré en el último capítulo, fue que algunos empleos dejarán de existir,pero la gran mayoría de los trabajos no desaparecerán, sino que se transformará. Muchas de las cosas que hacemos hoy serán hechas por las máquinas inteligentes. Eso requerirá que nos actualicemos mucho más de lo que lo hemos hecho hasta ahora, y que en muchos casos nos reinventemos.

Pero no hay duda de que muchos perderemos nuestros trabajos. El gran problema para todos, como personas y como países, será cuán traumática será la transición de un mundo de trabajo humano a otro donde el trabajo estará cada vez más automatizado. 

A largo plazo, soy un tecnooptimista. La automatización del trabajo traerá consigo un enorme aumento de la productividad que abaratará los productos y producirá un crecimiento económico que nos beneficiará a todos. Pero a corto plazo, hasta que el aumento de la productividad se traduzca en ingresos masivos para nuestros países y nos pongamos de acuerdo en cómo distribuirlos mejor, muchos trabajadores quedarán desempleados y marginados. Por más que los tecnooptimistas tengan razón en decir que las nuevas tecnologías crearán muchos empleos indirectos, hay un hecho indudable: las empresas manufactureras de hace dos o tres décadas empleaban mucha más gente que las empresas de datos de nuestros días y daban muchas más prestaciones sociales que los trabajos de servicios en la actualidad. Y tardaremos bastante tiempo en cambiar la cultura imperante de exaltación al trabajo, como lo propone Bostrom, para hacer que quienes pierdan su ocupación no pierdan su autoestima y su propósito en la vida. ¿Podremos ser felices si estamos sin empleo o lustrándonos los zapatos unos a otros?

La transformación a un mundo automatizado será cruel y creará terremotos sociales, como ya los está produciendo en muchos países industrializados. Los nuevos movimientos nacionalistas y racistas —que, como lo hace el presidente Donald Trump, culpan equivocadamente a los migrantes por las pérdidas de empleos y el deterioro de salarios— están propagando una falacia, pues los trabajos no están siendo amenazados por los migrantes, sino por la automatización. Tal como lo demostraron los profesores Daron Acemoglu de MIT y Pascual Restrepo de la Universidad de Boston, Trump y su Partido Republicano ganaron las elecciones en el colegio electoral en 2017 en buena parte gracias al creciente descontento en los estados del norte más afectados por la robotización de las fábricas automotrices, de productos electrónicos, metálicos y plásticos. “El giro hacia los republicanos entre 2008 y 2016 fue bastante más fuerte en las zonas suburbanas más afectadas por los robots industriales”, dice Acemoglu.

Tendremos que crear cuanto antes los remedios educativos y sociales para evitar que el desempleo temporal por la automatización se convierta en un terremoto social a largo plazo. Si no lo hacemos, veremos un aumento de las protestas contra la automatización que afectarán nuestras economías. Así como vimos un movimiento antiglobalización en las décadas de 1990 y 2000, veremos un movimiento antirrobotización en las décadas de 2020 y 2030. Las protestas contra Uber en algunas de las principales capitales del mundo, y más recientemente contra Facebook por violaciones a la privacidad son apenas un anticipo de lo que podríamos ver en los próximos años.

Vamos a tener que colocar los desafíos sociales de la tecnología en el centro de nuestra agenda política y resolver cuanto antes cómo adaptarnos a las transformaciones para que no nos agarren por sorpresa. Y tendremos que encontrar nuevas soluciones, como un ingreso básico a cambio de trabajo comunitario, para evitar conflictos sociales masivos. En los capítulos que siguen veremos algunos de los cambios que ocurrirán en varias ocupaciones específicas —incluidos el derecho, la medicina, las finanzas, el comercio, las manufacturas, las industrias culturales y el periodismo— y analizaremos cómo podemos adecuarnos, y tal vez hasta vivir mejor, en este mundo cada vez más automatizado que se viene.

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ANDRÉS OPPENHEIMER 

Andrés Oppenheimer es un periodista, escritor y conferenciante argentino que reside en Estados Unidos y ha participado en varios foros internacionales. Ha sido incluido por la revista Foreign Policy en español como uno de los "50 intelectuales latinoamericanos más influyentes".​
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