Ya en 1858, Karl Marx había escrito que “los medios del trabajo pasan por diferentes metamorfosis cuya culminación son las máquinas”. Un titular de The New York Times ya decía en 1928 que: “El avance de las máquinas hace que las manos se queden ociosas”.
El célebre economista John Maynard Keynes advirtió sobre el desempleo tecnológico a comienzos de la década de 1930, pronosticando que el mundo sufriría un gran desempleo industrial porque “el descubrimiento de formas de reducir costos laborales está avanzando más rápidamente que nuestra capacidad de crear nuevas ocupaciones”.
También el presidente estadounidense John F. Kennedy señaló en la década de 1960, cuando empezaban a difundirse las computadoras y los robots en las oficinas y las fábricas, que uno de los principales desafíos del mundo venidero sería “mantener el empleo de todos en momentos en que la automatización está reemplazando a los hombres”. Sin embargo, estas advertencias resultaron equivocadas: la tecnología siempre terminó creando más trabajos de los que aniquiló, dicen los optimistas.
LA MÁQUINA IMPRESORA Y EL AUTOMÓVIL GENERARON MÁS EMPLEOS
Las protestas de los trabajadores textiles del Reino Unido a principios del siglo XIX se han multiplicado en casi todas las industrias. En 1814, cuando los trabajadores de la imprenta del London Times se enteraron de que el periódico pasaría a imprimirse con máquinas automáticas a vapor inventadas por un ingeniero alemán llamado Friedrich Koenig, se fueron a la huelga. Sólo volvieron a trabajar cuando la empresa les aseguró que, por el momento, no perderían sus empleos.
Sin embargo, los temores de los trabajadores del Times resultaron infundados, por lo menos en el siglo XIX. Cuando los trabajadores del Times se declararon en huelga, el prototipo de la nueva impresora —activada por el vapor de agua hirviendo con carbón— podía imprimir 1 100 páginas por hora, cinco veces más que las impresoras mecánicas. Pocos años después, en 1820, la impresora a vapor había sido perfeccionada y podía imprimir 2 000 páginas por hora. En 1828 ya podía imprimir 4 000 páginas por hora.
Algunas décadas más tarde, con la invención de las prensas rotativas y su proliferación en la década de 1860, las nuevas impresoras comenzaron a producir más de 30 000 páginas por hora. Y en la década de 1890, con la llegada de la electricidad y nuevos linotipos y procesos fotomecánicos que permitían publicar fotografías, la imprenta del New York Herald —que años después reencarnaría como el New York Herald Tribune— ya podía generar 90 000 copias, con ilustraciones a color.
“Esta serie de innovaciones, combinadas con una mayor libertad de prensa, generó el crecimiento de una fuerte y vibrante industria de periódicos en Estados Unidos y Europa, creando millones de empleos en los talleres de impresión, el periodismo y otras labores relacionadas”, afirma un estudio del McKinsey Global Institute.
Lo mismo ocurrió a principios del siglo XX, cuando Henry Ford comenzó a producir automóviles en serie y los conductores de carretas organizaron protestas por temores de que la nueva máquina rodante los dejaría sin empleos. Efectivamente, el automóvil dejó sin trabajo a los conductores de carruajes, a los cuidadores de caballos y a muchos herreros. Sin embargo, pocos previeron en ese momento que los automóviles generarían millones de nuevos empleos en las fábricas automotrices, la construcción de carreteras de asfalto, las estaciones de gasolina y los talleres mecánicos. Hoy día hay muchísima más gente trabajando en la industria automotriz de la que había en la industria de los carruajes hace más de un siglo. La gran pregunta es si eso va a seguir ocurriendo en el futuro, con el avance cada vez más rápido de la tecnología. Cuando cada vez más de nosotros usemos servicios de taxis privados como Uber, o taxis que se manejen solos y sean más económicos que un automóvil propio, habrá que ver cuánta gente trabajará en la industria automotriz.
ANDRÉS OPPENHEIMER
Andrés Oppenheimer es un periodista, escritor y conferenciante argentino que reside en Estados Unidos y ha participado en varios foros internacionales. Ha sido incluido por la revista Foreign Policy en español como uno de los "50 intelectuales latinoamericanos más influyentes".
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