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domingo, 31 de mayo de 2020

EL NUEVO CONSENSO SOBRE EL FUTURO DE LOS EMPLEOS


Los trabajos del futuro y los empleos que desaparecerán (2018 ...

Durante los más de cinco años que dediqué a investigar los temas que vengo publicando en este Blog, se ha producido un cambio mayúsculo en el consenso de los líderes tecnológicos y los expertos sobre el futuro de los empleos. 

En 2013, cuando empecé a entrevistar a expertos mundiales en la materia, había un optimismo generalizado de que la tecnología produciría más empleos de los que destruirá, tal como ha venido pasando hasta ahora. En ese momento acababa de salir el libro Abundancia de Peter Diamandis, el cofundador de Singularity University y uno de los más acérrimos tecnooptimistas de Silicon Valley. El subtítulo del libro lo decía todo: “El futuro es mejor de lo que piensas”. Ahí, Diamandis y su coautor Steven Kotler vaticinaban que, tal como ha ocurrido desde la Revolución industrial, las nuevas tecnologías crearán un sinnúmero de nuevas ocupaciones. Según decían, los robots no tendrán un impacto negativo sobre los trabajos. Por el contrario, se harán cargo de algunas tareas ingratas que hacemos los humanos —como los trabajos repetitivos y físicamente agobiantes de las fábricas— y nos permitirán dedicarnos a cientos de nuevas ocupaciones mucho más gratificantes. Por cada cajera de estacionamiento de automóviles-- como una empleada llamada Irma-- que sea sustituida por una máquina, surgirán nuevas oportunidades de trabajo mucho más placenteras, decían.

Hoy día, Diamandis sigue teniendo una visión positiva del futuro, pero ya no está tan seguro como antes de que no habrá una gran pérdida de empleos. Ahora admite que la velocidad de la automatización podría causar un terremoto social. Cuatro años después de que lo entrevisté sobre su libro, cuando lo volví a ver en una conferencia en Singularity University, Diamandis había cambiado significativamente su discurso. Para mi sorpresa, tras reiterar su visión optimista del mundo —recordó que la duración de vida de la gente casi se ha duplicado en los últimos 100 años y que el costo de la comida se ha abaratado 13 veces gracias a los avances tecnológicos—, Diamandis señaló que “uno de los principales desafíos que tendremos será el del desempleo tecnológico”.

Y agregó: “Lo que me preocupa es la velocidad del cambio. Mucha gente va a enojarse bastante. Probablemente se creará un ingreso básico universal, pero eso no va a ser de gran ayuda si la mentalidad de la gente sigue centrada en su trabajo. La verdad es que no tengo una respuesta. Lo único que puedo decir es que estoy muy preocupado por este tema”.

Diamandis ya estaba aceptando abiertamente lo que Bill Gates, Mark Zuckerberg y el astrofísico Stephen Hawking, entre otros, venían diciendo cada vez más explícitamente: la tecnología está avanzando a un ritmo tan vertiginoso que —a diferencia de lo que ocurría en el pasado— destruirá millones de empleos antes de ser posible reemplazarlos por otros.

MARK ZUCKERBERG: “VIENEN TIEMPOS DE INSEGURIDAD” 

En su discurso a los graduados de la Universidad de Harvard de 2017, Zuckerberg puso en evidencia la creciente preocupación de los magnates tecnológicos de Silicon Valley por las consecuencias sociales de la vorágine de automatización que se viene. “Estamos viviendo en un tiempo de inestabilidad”, le dijo el fundador de Facebook a los jóvenes. “Cuando nuestros padres se graduaron, el sentido de propósito en la vida venía del trabajo, de la Iglesia, de la comunidad. Pero hoy, la tecnología y la automatización están eliminando muchos empleos. Mucha gente se siente desconectada y deprimida y está tratando de llenar un vacío.”

Zuckerberg contó que en sus viajes se encontró con “muchos trabajadores que saben que sus viejos empleos no volverán, y están tratando de encontrar su lugar”. Para contrarrestar el creciente desempleo, Zuckerberg propuso “explorar ideas como un ingreso básico universal para darles a todos un colchón para tratar de hacer cosas nuevas”. Y como consejo a los jóvenes, los instó a encontrar un propósito en su vida, proponerse “proyectos grandes y significativos”, ser idealistas y persistentes.

Según dijo, así como generaciones anteriores pasaron a la historia por haber conquistado el desierto, construir diques gigantescos u otras obras públicas que requirieron millones de trabajadores o llegar a la Luna, las nuevas generaciones deberían asumir retos como encontrar la forma de detener el cambio climático inventando nuevos paneles solares, y vencer enfermedades previsibles. “Ya sé, muchos de ustedes probablemente estarán pensando: ‘yo no sé cómo construir un dique ni cómo involucrar a millones de personas en nada’. Pero déjenme decirles un secreto: nadie lo sabe cuando empieza. Las ideas no surgen de forma completa. Sólo comienzan a tomar forma a medida que vamos trabajando en ellas. Pero tienes que lanzarte a hacer las cosas”, señaló.

LOS PAÍSES EN DESARROLLO, MÁS AMENAZADOS POR LA AUTOMATIZACIÓN

Contrariamente a lo que muchos creen, los países más amenazados por la automatización de los trabajos no serán Estados Unidos, Alemania, Japón y otras naciones industrializadas, sino muchos países en desarrollo de América Latina y Asia del Sur. El motivo es que los países en desarrollo son los que tienden a tener el mayor porcentaje de trabajadores manufactureros, que hacen labores manuales que serán cada vez más automatizadas. A medida que sigan aumentando los salarios en China y otros países manufactureros, y sigan bajando los precios de los robots industriales, será cada vez más rentable para las empresas multinacionales de Estados Unidos y Europa reemplazar a los trabajadores chinos o mexicanos por fábricas robotizadas en sus propios países, más cerca de sus mercados naturales.

Adidas, la empresa de ropa deportiva, anunció que a partir de 2017 cerraría sus fábricas de calzados deportivos en China, para producirlos con robots en Alemania y Estados Unidos. El anuncio vino casi 30 años después de que Adidas y muchas otras empresas manufactureras mudaron sus fábricas a China para aprovechar su mano de obra barata.

En su nueva fábrica robotizada de zapatillas en Bavaria, Alemania, Adidas puede fabricar zapatillas en apenas cinco horas por par, mientras que en las fábricas con trabajadores de carne y hueso en China el proceso requería varias semanas.

No es casual que la empresa dijera adiós a sus plantas en China. Lo mismo ocurrirá en varios otros países que a fines del siglo pasado habían atraído plantas manufactureras de compañías multinacionales en gran medida gracias a su mano de obra barata.

Incluso Bangladesh, uno de los países que se convirtió en un imán para la industria textil mundial gracias a su mano de obra barata, se está robotizando. El Grupo Mohammadi, en la capital de Bangladesh, ya ha despedido a alrededor de 500 trabajadores para reemplazarlos por robots, según reportó The Wall Street Journal. En la fábrica Mohammadi Fashion Sweaters Inc., que pertenece a ese grupo empresario y fabrica jerseys para Zara, H&M y otras tiendas de todo el mundo, ahora hay unas pocas docenas de operadores que supervisan a 173 robots importados de Alemania. Los robots son mucho más eficientes que los trabajadores humanos y “no tiene sentido que nos frenemos a nosotros mismos”, dijo Rubana Huq, la directora del grupo empresarial.

Las nuevas generaciones de robots textiles pueden hacer tareas muy minuciosas que antes sólo podían hacer los trabajadores humanos, como coser las tiritas para sujetar cinturones de los pantalones. “Hasta los trabajadores con los salarios más bajos en los países en desarrollo son vulnerables a la automatización, porque las máquinas y los robots están penetrando en industrias que hasta hace poco parecían inmunes a la automatización”, señaló el periódico.

Frey, el coautor del estudio de la Universidad de Oxford que pronosticó el fin de 47% de las ocupaciones actuales, vaticina que China, México y los países con ingresos medios de Sudamérica serán los más perjudicados por la robotización de las fábricas. Por sus altos costos laborales, ya no podrán competir con los robots del mundo industrializado, me dijo. “En China ya hay crecientes dudas sobre si la industrialización seguirá siendo una vía a la prosperidad, especialmente porque ya estamos viendo que con la caída de los precios de los robots, éstos se están pagando a sí mismos en un lapso de apenas dos años”, me dijo.

Cuando le pregunté sobre Sudamérica, Frey aseguró que la región “está en una posición muy difícil, porque su auge económico gracias a las materias primas no fue acompañado por inversiones en nuevas tecnologías y educación, que hubieran sido necesarias para hacerla más competitiva en la producción de bienes más sofisticados”. Y agregó: “La historia de la economía demuestra que la única fuente de prosperidad a largo plazo ha sido la innovación tecnológica, por lo cual me temo que Sudamérica no esté muy bien posicionada actualmente”.

ANDRÉS OPPENHEIMER
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