En Estados Unidos hay una creciente revalorización de las escuelas vocacionales. Estas escuelas se crearon a gran escala después de la Segunda Guerra Mundial, durante el auge de las fábricas automotrices y aeronáuticas, cuando se necesitaban mecánicos y electricistas. Sin embargo, en la década de 1960 comenzaron a perder popularidad, a medida que aumentaban los empleos de cuello blanco y los jóvenes aspiraban a trabajar en las oficinas. En 1963, el Congreso tuvo que aprobar el Acta de Educación Vocacional para subsidiar a estas escuelas, pero el intento fue en vano: las vocacionales adquirieron la reputación de ser refugios para estudiantes con malas calificaciones que no podían aspirar a una carrera universitaria, y no lograron atraer a buenos alumnos.
Sin embargo, eso podría cambiar pronto, pues el país necesitará cada vez más técnicos capacitados para atender y reparar a los robots que están reemplazando a los trabajadores en las plantas manufactureras. En 2017, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva para ampliar el sistema de formación de aprendices y la educación vocacional “para ayudar a los estadounidenses a encontrar carreras gratificantes, bien remuneradas, ganar un buen vivir, mantenerse a ellos y sus familias y desear ir a trabajar todas las mañanas”.
Uno de los modelos citados por el gobierno estadounidense es el de Alemania, donde las escuelas vocacionales nunca dejaron de estar en primera línea. Aún hoy, 55% de los estudiantes alemanes eligen ir a escuelas técnicas, donde pueden cumplir con sus cursos académicos y al mismo tiempo hacer prácticas en empresas. Al graduarse, los estudiantes alemanes toman un examen en alguna de las 350 ocupaciones disponibles —desde electricistas hasta enfermeras— y si lo aprueban a menudo son contratados por las mismas compañías en las que hicieron sus becarios. Eso ayuda a que Alemania tenga una desocupación juvenil muy baja, de apenas 6.9%, y una de las fuerzas laborales más capacitadas del mundo.
LA ESCUELA DE ROBÓTICA DE COREA DEL SUR
Corea del Sur es un caso parecido, con un gran número de escuelas vocacionales.
Una de las experiencias más interesantes que tuve en un reciente viaje a Corea del Sur fue visitar la Escuela de Robótica de Seúl, una escuela vocacional pública donde los estudiantes se especializan en la fabricación y el mantenimiento de robots. La escuela de 455 estudiantes —95% de ellos varones y 5% mujeres— es una de las 79 vocacionales en la capital surcoreana y produce técnicos en varios rubros con programas sugeridos por las grandes empresas del país. Cuando los jóvenes surcoreanos ingresan en el bachillerato, pueden escoger entre escuelas públicas de orientación académica y escuelas públicas de orientación vocacional, y alrededor de 35% de los jóvenes escogen estas últimas.
Según me explicó el director de la Escuela de Robótica, Shin Sangyeol, las escuelas vocacionales están financiadas por el gobierno. En Corea del Sur, “nuestra población es cada vez más vieja y tenemos cada vez menos hijos, por lo que el gobierno necesita invertir en vocacionales para satisfacer la demanda de las empresas de trabajadores altamente calificados. Al mismo tiempo, tenemos el mismo problema que muchos otros países: una escasez de personal técnico para las industrias manufactureras y una sobreproducción de graduados universitarios que no consiguen trabajo porque no tienen habilidades técnicas. Entonces, el gobierno subvenciona a las escuelas vocacionales y también les da ventajas impositivas a las empresas para que les den pasantías a sus estudiantes, con el fin de producir una mayor cantidad de técnicos”, me explicó.
La Escuela de Robótica de Seúl es la joya de la corona entre las escuelas vocacionales de Corea del Sur: tiene 70 profesores y 30 asistentes de profesores, o sea, un promedio de un profesor para casi cada cinco alumnos.
Durante mi recorrido por la escuela, vi a los jóvenes con sus uniformes azules, muchos de ellos trabajando en laboratorios con computadoras y robots de todo tipo. El director de la escuela me dijo con orgullo que 93% de los estudiantes de su escuela obtienen un trabajo en el momento de graduarse, un porcentaje muy alto comparado con el de las escuelas tradicionales. Muchos padres mandan a sus hijos a la escuela porque saben que ellos obtienen prácticas en las empresas y tienen una oportunidad mucho mayor de conseguir un empleo, me dijo. En aquellos casos en que los jóvenes no son contratados por las empresas donde hicieron sus prácticas, la escuela tiene un departamento de búsqueda de empleos que los ayuda. Y ese departamento es el más importante de la escuela.
ANDRÉS OPPENHEIMER
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