Según los análisis de Citi, el crecimiento de los empleos de los analistas financieros será más lento en los próximos años, pero no va a caer, porque los robots van a hacer que el asesoramiento financiero sea mucho más barato, y eso hará que mucha más gente quiera recibir asesoramiento financiero. Millones de personas que antes no tenían acceso a los bancos de inversión ahora lo tendrán, según el banco neoyorquino.
“Vemos la llegada de los robots asesores financieros como un ejemplo de la automatización que mejora la productividad de los asesores de inversiones tradicionales, y no como una situación en que hay un significativo peligro de sustitución de empleos”, afirma el estudio de Citi. El banco estima que mientras el número de asesores financieros en Estados Unidos aumentó 100% en la década de 2000, aumentará 27% entre 2012 y 2022. “Los inversores más acaudalados o más sofisticados, en nuestra opinión, seguirán exigiendo asesoramiento personalizado”, y los asesores financieros apoyados por robots podrán ofrecer servicios más eficientes “que aumentarán su productividad y su capacidad de servir a un mayor número de clientes”, estimó.
Sin embargo, como veremos a continuación, puede que las predicciones del banco sobre los asesores financieros sean demasiado optimistas.
LA ROBOTIZACIÓN DE LOS GRANDES BANCOS
Amenazados por los bancos virtuales, los grandes bancos de inversión como Goldman Sachs y JPMorgan Chase están robotizando cada vez más sus operaciones y ofrecen cada vez más servicios bancarios virtuales. El presidente de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, advirtió a sus accionistas en su informe anual de 2015 que “Silicon Valley está llegando… Hay cientos de empresas recién nacidas con mucha inteligencia y mucho dinero que están trabajando en alternativas a la banca tradicional”.
Para hacer frente a ese desafío, JPMorgan Chase y otros grandes bancos comenzaron a comprar compañías de tecnología financiera y a usar sus algoritmos para reemplazar a empleados bancarios. No en vano, el presidente de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, describió así el futuro del gigantesco banco de inversiones: “Somos una empresa de tecnología”.
En lugar de contratar más jóvenes con diplomas en economía o finanzas, Goldman Sachs empezó a contratar a jóvenes graduados en ingeniería y programación. En 2015 Goldman Sachs tenía 33 000 empleados, de los cuales 9 000 eran ingenieros y programadores. Irónicamente, Goldman Sachs ya tenía más ingenieros y programadores que Facebook y que Twitter.
En 2014 Goldman Sachs compró una parte de la compañía de tecnología financiera Kensho, cuyos algoritmos hacían en cuestión de segundos los cálculos y las proyecciones financieras que antes requerían varias horas —o hasta días— de trabajo de cientos de analistas financieros.
Antes de la compra de Kensho, los analistas de Goldman Sachs esperaban ansiosamente el primer viernes de cada mes a las 8:30 de la mañana el reporte mensual de empleos del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, uno de los principales indicadores para medir el estado de la economía del país y del mundo. Apenas salían estas estadísticas, un ejército de analistas financieros calculaba su impacto económico y en función de eso proyectaban sus recomendaciones a los inversores. Pero ahora, el algoritmo de Kensho hacía esos mismos cálculos y proyecciones en dos minutos. A las 8:32 de la mañana, el programa analítico de Kensho ya producía una breve sinopsis de la información, además de 13 pronósticos sobre cómo las nuevas estadísticas afectarían varios tipos de inversiones, basados en el comportamiento pasado del mercado ante estadísticas laborales parecidas. Y a las 8:35 de la mañana, tras cotejar la información con docenas de otras bases de datos, Kensho ponía sus recomendaciones en las pantallas de los analistas financieros de Goldman Sachs, para transmitirlas de inmediato a sus clientes. Los robots ya tenían la primera palabra en Wall Street.
LOS ALGORITMOS QUE REEMPLAZAN A LOS BANQUEROS
El fundador de Kensho, Daniel Nadler, de 32 años, le puso ese nombre a su empresa tras una visita a Japón en un verano mientras hacía su doctorado en economía en Harvard. Ahí incursionó en la meditación y el budismo zen y aprendió la palabra japonesa kensho, que es uno de los primeros estados de conciencia en la escala del zen. Menos de dos años después de vender su compañía de tecnología financiera a Goldman Sachs, Nadler admitía abiertamente su temor a que los algoritmos que había creado su empresa terminarían con muchos empleos bancarios en Wall Street.
En una entrevista con The New York Times, Nadler dijo que en la próxima década entre un tercio y la mitad de los empleados del mundo de las finanzas perderían sus trabajos por el impacto de Kensho y otras compañías de algoritmos financieros. Primero fueron desplazados los empleados administrativos de los grandes bancos de inversiones, cuyo trabajo se volvió redundante cuando las operaciones bursátiles se hicieron electrónicas, explicó Nadler. Muchos de los empleados que hacían investigaciones y análisis financieros fueron reemplazados por algoritmos como el de Kensho, capaces de procesar más datos con mayor rapidez. Y en los próximos años perderán sus empleos muchos de los banqueros que están en contacto con los clientes, pues los bancos tendrán sitios en línea más fáciles de operar para los clientes que los actuales y mucha gente preferirá hacer sus inversiones por Internet.
“Yo estimo que la mayoría de esas personas, en un horizonte de cinco a 10 años, no va a ser reemplazada por otras personas. En 10 años, Goldman Sachs va a tener mucho menos empleados que hoy”, dijo Nadler.
LOS ASESORES FINANCIEROS SERÁN UN LUJO PARA LOS MÁS RICOS
Los análisis financieros serán realizados cada vez más por los algoritmos, pero los asesores financieros no desaparecerán. Según la consultora EY, antes conocida como Ernst and Young, “mientras que el procesamiento de datos puede ser automatizado, el rol [del analista financiero] requiere una cierta interacción humana y especialmente juicios que las máquinas no pueden hacer fácilmente”.
Según me explicó Karl Meekings, uno de los autores principales del estudio de EY, “los algoritmos serán cada vez más eficientes para hacer pronósticos financieros, pero no funcionan tan bien cuando ocurre algo inesperado. Por eso siempre será necesaria una presencia humana para lidiar con imprevistos”.
Sobrevivirán los empleos de los asesores financieros que puedan asesorar a clientes con negocios muy complejos o estructuras que requieran un banquero que pueda explicar en persona la recomendaciones de los algoritmos, o a los que se especialicen en inversiones alternativas, como los bienes raíces, el arte o los vinos, dijo Meekings.
John Garvey, el director de banca y mercados capitales de PwC y uno de los autores principales del estudio de su empresa sobre la banca del futuro, agregó que los asesores financieros humanos también funcionan mejor que los algoritmos cuando no hay mucha información pública disponible sobre alguna inversión potencial. “Por ejemplo, cuando se trata de inversiones en bienes raíces, o de vinos o de proyectos de películas, en que no hay mucha información pública disponible, un asesor financiero de carne y hueso puede realizar un mejor trabajo haciendo algunas llamadas telefónicas, yendo a ver el edificio o consultando con especialistas en vino”, me dijo Garvey. “Cuanto menos información pública haya, más necesidad habrá de un asesor financiero personal.”
ANDRÉS OPPENHEIMER
Andrés Oppenheimer es un periodista, escritor y conferenciante argentino que reside en Estados Unidos y ha participado en varios foros internacionales. Ha sido incluido por la revista Foreign Policy en español como uno de los "50 intelectuales latinoamericanos más influyentes".
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Apuntes del editor:
Roberto Guerini y su estudio que brinda servicios profesionales de asesoramiento financiero y administrativo en la ciudad santafesina de Rosario, avalado por años de trayectoria.
ResponderEliminarRoberto buenos días desde Madrid(España). Puedes enviarnos información sobre tus actividades profesionales y las daremos a conocer en nuestro Blog y en otras publicaciones de nuestro Grupo. Saludos cordiales, PRD:
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