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viernes, 9 de octubre de 2020

LO QUE NOS ENSEÑA LA BIOLOGÍA: EL MARKETING VIRAL

 

Al igual que ciertos virus, cuya capacidad de contagio desata epidemias, hay ideas de negocio que, apropiadamente desarrolladas y difundidas, pueden convertirse en éxitos de alcance mundial. En mi carrera profesional, he tratado de encontrar vínculos entre el contagio y la transmisión masiva de enfermedades con la divulgación de ideas, mensajes, modas y tendencias. Es así como he descubierto que ambos fenómenos, aparentemente caóticos y espontáneos, están regidos por ciertas reglas que ya habían identificado los especialistas en epidemias: la capacidad de contagio, la existencia de pequeñas causas que provocan grandes efectos y la concurrencia de un punto de inflexión, a partir del cual el fenómeno se acelera y adquiere gran magnitud.

Marketing viral

Esta teoría ha contribuido al nacimiento de lo que hoy se conoce con el nombre de “Marketing viral”: el poder del contexto para influir en el comportamiento de la gente y modificarlo, y las acciones de individuos con gran capacidad para recolectar información y comunicarla a diferentes círculos. Son numerosas las marcas que se propagan sin la necesidad de grandes compañas publicitarias o promocionales. El “boom” de Internet y la globalización de nuestras sociedades han hecho que los consumidores sean mucho más rápidos que antes a la hora de detectar aquellas marcas nuevas que les satisfacen y propagar su satisfacción o incluso de rescatar marcas del olvido para reposicionarlas, sin que las propias marcas hagan prácticamente nada para que esto sea así.

Tomemos el ejemplo de los zapatos Hush Puppies, que a principios de 1994 parecían condenados a desaparecer del mercado. De hecho, apenas vendían 30.000 pares al año. Un día, por casualidad, Owen Baxter y Geoffrey Lewis—ejecutivos de Wolverine, la empresa fabricante—se encontraron con un famoso diseñador de Nueva York. Y de su boca oyeron, sorprendidos, que los Hush Puppies estaban haciendo furor en algunos barrios de Manhattan. En 1995, dos casas de alta costura los usaron en sus desfiles. Eso bastó para que la “epidemia” empezara a tomar forma: se vendieron 430.000 pares del modelo clásico. Al año siguiente esa cifra se cuadruplicó, y la empresa recibió el premio que le otorga el Consejo de Moda de los Estados Unidos.

El producto había resurgido de un modo inesperado. Todo empezó con un grupo de chicos del East Village y del Soho; una pandilla de adolescentes anónimos que no tenían la más mínima intención de hacer publicidad de la marca. Todo lo contrario, seguramente eligieron esos zapatos porque ya casi nadie los usaba. Y es probable que, con el mismo espíritu desafiante, los diseñadores hayan decidido incluirlos en sus desfiles. Ninguno de ellos se propuso volver a poner de moda los Hush Puppies. Sin embargo, eso fue lo que ocurrió. El hecho de que los consumidores sean mucho más autónomos, dependientes y "decidores” puede poner a más de una empresa en aprietos, pero, bien mirado, constituye una tremenda ventaja. Cada vez son más las marcas que se propagan sin necesidad de grandes campañas y sueles ser, además, marcas muy respetadas por los consumidores, pues son ellos quienes las prescriben espontáneamente, sin necesidad de sentir “la presión” de la publicidad.

Ideas que se extienden como epidemias

Los epidemiólogos tienen una manera muy particular de entender la propagación de ciertas enfermedades, y cuyo enfoque podía aplicarse a otros campos, más allá del ámbito de la medicina. De hecho, los tres principios que manejan esos médicos sirven para describir la difusión de ideas, la aceptación generalizada de un producto y, en definitiva, cualquier fenómeno social que adquiere enormes proporciones. En esencia, las ideas fundamentales son sencillas: los virus tienen capacidad de contagio, pequeñas causas provocan grandes efectos y, a partir de cierto momento, una enfermedad ya no se propaga de forma gradual sino rápidamente.

Si embargo, no hay reglas fijas que expliquen por qué una idea de negocios o un producto “contagia” a escala masiva. Depende de la situación o de lo que la gente le interese en un momento determinado. En general, la manera de saberlo se descubre investigando al público objetivo al que apunta el producto. Por ejemplo, una de las cualidades de iPod (el reproductor MP3 de Apple) que explica su capacidad de contagio es simplicidad. La gente estaba harta de dispositivos electrónicos crecientemente complejos. Ansiaba algo sencillo, y el iPod satisfizo esa demanda. Sin embargo, 20 años antes, la simplicidad no hubiera sido contagiosa porque los consumidores buscaban productos con mas funcionalidades. De modo que no hay reglas fijas; varían según el momento y el contexto. Es básico, por tanto, que las empresas estén constantemente en alerta al menor movimiento del mercado. Cualquier pista, por pequeña que sea, puede estar anunciando el nacimiento de un nuevo nicho, de un nuevo segmento, de un nuevo mercado.

Un ejemplo clásico de pequeñas cusas que desencadenan grandes fenómenos es la caída del muro de Berlín. Sin nos hubieran preguntado, antes de 1989, que podía provocar la reunificación de Alemania, casi todos habríamos dicho un proceso diplomático largo y complicado, o miles de millones de dólares en ayuda económica. Sin embargo, las causas de la caída del muro fueron varias pequeñas protestas en Alemania del Este durante septiembre de 1989. Por alguna razón incomprensible, la policía no las reprimió. Y las manifestaciones fueron creciendo el mes siguiente hasta que, el 9 de noviembre de aquel año, miles de personas se congregaron en Berlín, y derribaron el muro. Dicho sea de paso, este ejemplo también permite comprobar el principio del momento clave.

El poder del contexto

Otro factor para tener en cuenta es el “poder del contexto”. La idea básica es que el comportamiento humano está muy influenciado por las particularidades del ambiente. Recordemos “la teoría de la ventana rota”, de los especialistas en criminología George Kelling y James Wilson. Esa teoría postula que, si alguien tira una piedra contra una ventana, pero nadie se ocupa de reponer los cristales rotos, la gente deducirá que es un asunto sin importancia. Al cabo de un tiempo, inevitablemente, habrá más ventanas con los cristales rotos y el edificio transmitirá una sensación de anarquía a toda la comunidad, con la consigna del “vale todo”. La criminalidad es un fenómeno contagioso, cuya propagación puede empezar con una simple ventana rota. Pero, si el contexto se cambia, es posible revertirla.

¿Cómo trasladar esto al ámbito de la empresa, qué compañías han logrado trasladar el efecto a su favor?

Algunas han aplicado, por ejemplo, la llamada “regla del 150”, según la cual el comportamiento de los grupos humanos cambia cuando están integrados por más de 150 miembros; el compañerismo y la cohesión, en particular, disminuyen sensiblemente. La empresa norteamericana Gore, fabricante de un tejido resistente al agua, llamado Gore-Tex, en determinado momento empezó a regirse por esa regla: ninguna de sus divisiones de negocio podía tener más de 150 empleados. Al crear el contexto adecuado, Gore logró que la tasa de rotación del personal fuera un tercio más baja que el promedio de su industria y, además de convertirse en una compañía que, según las encuestas, se encuentra entre las mejores para trabajar, ha obtenido resultados positivos durante los últimos años 35 años.

La propagación por “boca a boca”

Los impulsores del “Marketing viral” conceden una importancia muy relevante al “boca a boca”. Para lograr la propagación espontánea de una idea de negocio, hay que reconocer la importancia de dos tipos de individuos: los “conectores” y los “mavens”. La palabra “maven” proviene del yiddish y significa “el que acumula conocimientos”. La utilizo para referirme a los expertos en información; personas con tendencia a recopilar datos y compartirlos. Los conectores, por su parte, se caracterizan por conocer a muchísima gente de distintos ámbitos; les encanta establecer relaciones. Los empleados con esas características por conocer a muchísima gente de distintos ámbitos; les encanta establecer relaciones. Los empleados con esas características cumplen una función importante en la comunicación interna y en la resolución de problemas; a su vez, los clientes con habilidades conectoras o de “mavens” resultan cruciales para desencadenar el fenómeno del boca a boca.

Los “mavens” no son meros recolectores de información. Lo que los distingue es su disposición a contar lo que saben a todo el mundo. Un “maven” es una persona que posee información sobre muchos productos, precio o sitios diferentes; le gusta embarcarse en discusiones con colegas y disipar dudas. Constituyen una especia de banco de datos, son los que facilitan la información. Y los conectores son algo así como el pegamento social, los que divulgan las noticias.

Las empresas deben analizar detalladamente las diferencias en su base de clientes. Los “mavens”, por ejemplo, suelen ser los primeros en comprar un producto. Por ese motivo, las firmas de software los atraen con versiones preliminares de sus programas. Les ofrecen probarlo antes de lanzarlos al mercado y, como los “mavens” son curiosos por naturaleza, aceptan la propuesta y estudian el software en busca de errores y posibles fallos. Ese proceso, “beta-testing”, contribuye al desarrollo del producto y sirve para lubricar la relación con los grupos de usuarios expertos que, en general, son muy consultados por clientes menos familiarizados con la tecnología.

Los conectores suelen ocupar un lugar destacado en la sociedad. Para promocionar sus productos, por ejemplo, los laboratorios farmacéuticos podrían identificar a los médicos que tienen muchos contactos, estableciendo lazos sociales con sus colegas y asisten a congresos médicos, entre otras cosas. Algunas firmas ofrecen servicios de análisis de redes; es decir, estudian ámbitos específicos para detectar quiénes ocupan papeles centrales en la difusión de ideas o productos.

MALCOLM GLADWELL

Fue, en su día uno de los más destacados periodistas de Ciencia y Economía de The Washington Post. Malcolm Gladwell es autor de The Tipping Point obra que inspiró una nueva corriente del Marketing, y que impulsó el nacimiento del Marketing viral”. Publicado en el año 2000, el libro no tardó en convertirse en un Best-seller y en popularizar en el mundo de los negocios, el concepto de “momento clave”: un punto de inflexión a partir del cual una tendencia se expande y cobra enormes proporciones. Conferenciante y escritor, Gladwell es hoy uno de los redactores “estrella” de The New Yorker.

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