No estás
transformando si no estás liderando.
¿Liderar para transformar o
transformar para liderar? Nosotros no concebimos una cosa sin la otra. El
liderazgo es inherente al cambio desde el momento en el que como seres humanos vivimos
en permanente evolución, no sólo desde nuestra condición fisiológica, sino
también desde la dimensión intelectual y espiritual. Así, liderar nuestra
transformación personal y la de la gente con la que nos relacionamos se revela
como un elemento clave en esta era de permanentes cambios.
Vamos a elegir un propósito de
vida que estará condicionado por nuestros valores, pero también usaremos estos
como recursos para alcanzar ese objetivo, y la mejor forma de conseguirlo es
empezar a vivir nuestra meta como si ya la hubiéramos alcanzado. Si mi
propósito de vida consiste en dejar huella para ser recordado en una
organización o en la vida, no voy a esperar a escribir un libro o a crear una
empresa para empezar a hacerlo. Quizás nunca lo logre. Voy a estar alerta para
identificar cada oportunidad de dejar huella, de trascender. Un consejo a
tiempo, un feedback, una sonrisa,
unos buenos días o la gestión de un momento conflictivo con serenidad son
oportunidades diarias para dejar huella en las personas con las que nos
relacionamos.
¿Y tú? ¿Cuál es tu propósito? ¿Cuál es tu por qué? ¿Qué has
hecho hoy para vivirlo?
Quizás te interese parar de leer unos segundos y reflexionar
sobre ello.
Lo que verdaderamente transforma
es vivir en congruencia con nuestros valores y con nuestro propósito. Y estamos
hablando de congruencia y no de coherencia. Con asiduidad se confunden ambos términos.
Soy coherente si hago lo que digo que voy a hacer, pero también si hago lo que
otros esperan que haga basándome en mi rol en la vida. Esto resulta
relativamente fácil si somos un tanto disciplinados y nos mostramos fieles a
los mandatos familiares que todos hemos recibido durante la infancia: haz lo correcto o lo que te digan, no
respondas a tus padres, esfuérzate para conseguir algo, etcétera.
Sin embargo, lo que no siempre
resulta fácil es mostrar cierta congruencia entre lo que realmente queremos
porque da sentido a nuestra vida y lo que terminamos diciendo y haciendo. Esto
constituye lo verdaderamente complicado porque si no coincide con lo que
nuestro entorno considera coherente pagaremos la factura de la crítica
destructiva y no todos estamos dispuestos a arriesgar nuestra imagen social por
dotar de sentido pleno nuestra vida. La buena noticia es que la congruencia no
excluye la coherencia. Si tengo éxito al liderarme encontraré la manera de
ganarme la vida sin dar volantazos bruscos y, por tanto, el modo de ser
aceptado y reconocido por mi entorno al mismo tiempo que en lo que hago integro
mis valores y mi propósito. Si logro esto ya estoy dirigiendo mi transformación
por el camino de la satisfacción y el orgullo personal, sin resentimientos
hacia el mundo, la empresa o el mercado, sin frustraciones ni sentimientos de
culpa por estar haciendo algo que se aleja de lo que quiero.
Luego viene acompañar a otros en
su transformación. No cometamos el error de liderar a seguidores; necesitamos
tomar conciencia de que estamos liderando a líderes. Ese representa uno de los
indicadores se éxito del líder camaleón: cuantos líderes hemos sido capaces de
liderar. Y, por clarificar, no hablamos de líderes en el sentido tradicional de
la expresión, lo que significaría a cuantas personas hemos liderado que luego
han triunfado porque han sido proporcionadas, han asumido altas
responsabilidades profesionales o ha puesto en marcha una empresa emergente de
éxito.; hablamos también de esas personas quienes con nuestra inspiración les
hemos servido de modelo para que encuentren su propia congruencia y desarrollen
la habilidad de auto liderarse.
Los líderes de la empresa del
futuro son quienes lideran el presente desde la congruencia y ponen el foco en
los cinco aspectos que permiten a las personas sentir armonía profesional para
convertirse a su vez en líderes:
1.Sentirse visibles y reconocidos ante sus responsables jerárquicos
y su organización Están, cuentas con ellos, interesan sus opiniones, legitiman
su personalidad y reconocen sus capacidades y talento.
2. Percibir que pertenecen a un grupo, a un proyecto en el que
ellos también suponen una pieza clave. Todos trabajan por un objetivo común,
sudan la misma camiseta y reman en el mismo sentido; comparten una visión y
unos valores donde las reglas del juego están claras.
3. Sentirse útiles
con lo que hacen y comprender el alcance de lo aportan al proyecto.
4. Continuar aprendiendo: se están desarrollando y creciendo como
personas y profesionales. Están viviendo una transformación positiva que les
acerca a su propósito de vida.
5. Disfrutar de relaciones saludables basadas en la confianza y la
complicidad. Se atreven a compartir con sus compañeros las dificultades
personales y profesionales que viven.
En definitiva, el líder de la era del camaleón es un ejemplo
inspirador porque se transforma desde el liderazgo personal y de otros, tiene
en la congruencia su mayor desafío, es consciente de que está gestionando a
futuros líderes y no seguidores y se propone hacer vivir su propósito de vida
desde el presente. ■
Antonella Fayer-Jorge
Salinas
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