Predecir la crisis o el fracaso empresarial se ha convertido en los tiempos actuales en algo evidente si estamos interesados en conocer en tiempos de recesión económica y del modo mas objetivo posible, cuales son las recetas para detectar a tiempo los motivos funcionales, económicos financieros, estratégicos y de otra índole que nos puede haber llevado a esta anacrónica situación y tratar por todos lo medios de evitar que todo desemboque en una situación irreversible.
Si nuestra empresa empieza a tener dificultades, calibrar o medir la distancia a la cual nos encontramos de una suspensión de pagos o una quiebra es algo que el empresario debe conocer, y si nuestra empresa es una candidata potencial a formar parte de esa larga lista de empresas abocadas al cierre, es importante saber que tiempo es el que nos queda de vida, y que medidas drásticas hemos de aplicar, para salvar nuestro patrimonio familiar, que casi siempre queda vinculado al buen fin de nuestra empresa.
Sin embargo, este análisis o diagnostico realista de la situación que venimos recomendando a través de nuestro trabajo como consultores, no parece que haya calado en el universo de los pequeños y medianos empresarios, que ante el cúmulo de circunstancias adversas, solo reaccionan cuando el zarpazo de la realidad se les ha venido encima y al no poder reaccionar a tiempo, optan por tirar la toalla y cerrar la empresa.
Los diagnósticos o análisis a la empresa, desde un planteamiento científico, ya en 1960 era aplicado en empresas americanas que es donde aparecen los primeros estudios dedicados al diagnostico de la crisis corporativa de un modo sistemático, comenzando con el estudio que nos aporta una contabilidad fiable, mediante el análisis de los ratios de forma independiente, para pasar luego a las implementaciones de acciones correctoras donde se combinan los distintos ratios derivados del análisis económico y financiero.
La base estadística de este análisis preliminar lo configura el MDA (“multivariate” o “multiple discriminant analysis”) que es una técnica que se aplica en todos los ámbitos de la empresa y que pueden agrupar diversas situaciones de la misma, desde el punto de vista funcional, operativo, estratégico o económico: en definitiva puede predecir en que escenario se va a mover la empresa considerando su actual posición en el mercado aportando soluciones previsibles desde dos aspectos bien diferenciados: el aspecto cualitativo y el aspecto cuantitativo.
Este enfoque es perfectamente aplicable a las ciencias económicas, y por extensión, a la economía de la empresa y así nace como primera aplicación del MDA en este campo, el credit scoring o clasificación de clientes que, pongamos como ejemplo, solicitan un crédito a una determinada institución financiera, en función de ciertas características de la empresa que lo solicita como puedan ser su dimensión empresarial y su grado de liquidez, y posteriormente, el grado de cumplimiento de sus obligaciones de pago.
Con estos datos, el analista de riesgo puede realizar un análisis discriminatorio, teniendo en cuenta de forma objetiva la dimensión y liquidez de la empresa, lo que puede determinar, también de forma objetiva, quienes son los clientes buenos y cuales los malos, en el sentido de las que fallaron o no fallaron en el cumplimiento de la devolución los créditos concedidos.
El MDA trata de predecir también la crisis empresarial, sobre todo en su forma mas extrema como es la quiebra o bancarrota, mediante el análisis financiero donde se detectan los desequilibrios entre las masas patrimoniales del Balance, mediante un modelo que contempla el análisis multidiscriminante derivado de los ratios contables.
Eduard Altman profesor de finanzas de la Universidad de Nueva York--Escuela de Negocios Sterm-- fue el primero en formular un modelo predictivo de crisis empresariales y todos sus trabajos posteriores hace inevitable que lo tomemos como referencia, sobre todo en sus trabajos iniciales sobre esta materia.
En uno de sus trabajos Altman selecciono una muestra de 66 empresas, de las cuales 33 habían quebrado y 33 se encontraban en una teórica suspensión de pagos. Se planteó una serie de 22 ratios contables que indicaban perfectamente la liquidez, rentabilidad, endeudamiento, solvencia y actividad empresarial. De esta lista extrajo como definitivos cinco de ellos, por considerarlos como los más significativos y de mayor contenido discriminatorio.
Altman extraía las siguientes conclusiones cuando aplicó sus modelos:
1º. El modelo es una herramienta de predicción bastante exacta hasta los dos años anteriores a la crisis. Luego su capacidad predictiva se reduce considerablemente.
2º. Todos los ratios se deterioran conforme se acerca la bancarrota, con el punto de inflexión entre el tercer y segundo años anteriores a la quiebra.
3º. Existe una “zona gris” o zona de ignorancia” donde son posibles los errores de clasificación.
4º. Puede elegirse un valor critico que sea el que mejor discrimine entre empresa en bancarrota o no.
5º. Los ratios contables, analizados en un contexto multivariable, tienen mayor significado estadístico que utilizando la técnica convencional de comparaciones secuenciales.
6º. Otras aplicaciones del modelo pueden encontrarse en el campo de la evaluación de créditos comerciales, procedimientos internos de control y selección de inversiones.
Al modelo de Altman siguieron, y siguen en la actualidad, una serie de estudios empíricos de los cuales algunos son destacables.
Deakin (1972) utilizo una muestra de empresas fallidas en Estados Unidos, aplicando una función discriminante de 14 ratios contables de los que extrajo las siguientes conclusiones:
1ª. Las empresas que fracasan tienden a expandirse, rápidamente, en los años tercero y cuarto antes de la crisis, financiando dicha expansión con empréstitos a medio y largo plazo.
2ª. Dichas empresas son—con posterioridad—incapaces de generar las ventas e ingresos necesarios para soportar un endeudamiento mayor y pierden sus activos, con relativa rapidez, a partir del tercer año anterior a la quiebra.
3ª. El análisis “ex-post” con el modelo es fácil. El análisis “ex-ante” o de carácter predictivo es mas difícil de implementar.
4ª. Hay que tener en cuenta que una empresa puede ser un fracaso potencial, en un momento dado, pero puede ser capaz de invertir la tendencia antes de que la crisis definitiva ocurra, y este hecho es difícil de captar por el MDA.
5ª Aplicando el MDA puede predecirse el fracaso de los negocios, a través de los ratios contables, hasta un periodo de tres años antes de la quiebra, con bastante exactitud.
Otros autores como Blum (1974) desarrollo un modelo de análisis basado en la doctrina legal norteamericana (“Failing Company Doctrine”) que permite que una empresa, amenazada de quiebra, se fusione con una competidora a fin de evitar su desaparición. En esta nueva situación la estructura del “cash-flow”, los parámetros de liquidez, rentabilidad y variabilidad resultaban fundamentales en este proceso de fusión o absorción.
Blum estableció un modelo de 10 variables que aplicado a 115 empresas quebradas y a 115 empresas saneadas, emparejadas con las anteriores, dio resultados satisfactorios hasta cinco años antes de la quiebra.
La dramática situación que han presentado recientemente algunos bancos americanos y europeos que ha producido una fuerte conmoción en los medios económicos y financieros de Estados Unidos y Europa, han puesto en evidencia nuevamente un renovado estudio de aquellos indicadores precoces o “early warning”, que antaño dieron resultados satisfactorios hasta cinco años de la quiebra para detectar a los bancos con problemas.
Como banco problemático se define aquel que, según las leyes de cada país, haya violado los reglamentos que rigen estas instituciones financieras y se hayan embarcado en prácticas bancarias inseguras y anormales hasta el extremo que la solvencia presente o futura del banco es cuestionable.
En la mayoría de los casos, el deterioro del status bancario no es una transición de la noche a la mañana, sino un proceso gradual de degradación financiera, lo que en todos los casos el establecimiento-- por parte de la autoridad monetaria -- de indicadores precoces es un objetivo determinante para la detección de los problemas en las entidades financieras.
De ello se deduce que las variables exógenas de esta degradación esta en el comportamiento o calidad de la dirección y la honestidad de los empleados.
Llegado a este punto y a modo de conclusión, deberemos preguntarnos lo que realmente aporta el MDA al diagnóstico precoz de las crisis empresariales.
Lógicamente la crisis en la empresa es una situación que se puede presentar, y de hecho aparece de muchas formas distintas, por lo tanto, es una variable continua que solo en caso extremo presenta una fuerte discontinuidad, como el caso de la intervención judicial de las operaciones del empresario en situaciones de suspensión de pagos(concurso de acreedores) o quiebra.
Como hemos visto el MDA se aplica precisamente cuando se produce una discontinuidad, del tipo que sea, que permite establecer dos o más grupos clasificatorios claramente definidos, en este caso en empresas saneados o fallidas.
Por tanto, el diagnostico MDA es de carácter cualitativo, aunque su base sea cuantitativa, funcionando como un elemento calibrador.
Para la empresa en crisis existe la solución de la fusión o de la absorción antes de la quiebra, e incluso después de la quiebra puede preverse una reorganización que evite la liquidación de la misma.
Por tanto, el pronóstico de cierre a corto plazo, para una empresa se hace tanto más operativo cuanto que existen una serie de posibles soluciones que pueden ponerse en práctica. Es decir, al no ser el cierre de actividades un proceso irreversible, siempre puede arbitrase medidas que, aun a costa de la desaparición jurídica del ente empresarial (caso de absorción), preserven la continuidad de la actividad empresarial, aunque sea en manos de otras personas o responsables.
Otra característica del MDA, apoyado en ratios contables y aplicado a las empresas, es su carácter de instrumento más empírico que teórico. Muchos consultores que han intervenido en estos procesos, han perfeccionado diversas funciones discriminatorias buscando resultados provisionales aproximados, pero descuidando los aspectos globales del problema.
No existe, por tanto, una teoría o doctrina científica que investigue las causas de la quiebra o fracaso empresarial a través de la evolución de los ratios contables.
Pero todo parece apuntar hacia el establecimiento de un tipo de empresarios que están abocados al fracaso, debido sobre todo a la mala calidad de la gestión de sus directivos, los problemas laborales permanentes y sin resolver, la mala ubicación de la empresa en su sector, su aislamiento en el mercado, etc. Estas empresas pueden ser consideradas como propensas a la suspensión de pagos o quiebra definitiva.
Muchos son los ejemplos que a raíz de la crisis económica en España se han conocido. Hace años se produjo un suceso que conmociono al mundo empresarial: el affaire de la compañía aérea Air Comet, filial de Viajes Marsans. Resulta paradójico que el presidente esta compañía el Sr. Gerardo Díaz Ferrán fue a su vez en su día presidente de los empresarios españoles por esta causa y por otras ingresó en prisión. Posteriormente, La Audiencia Nacional decidió adelantar la excarcelación del expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, que ha cumplido así cinco de los diez años de prisión a los que fue condenado por distintas causas judiciales.
Para los perdedores podríamos aplicarle la famosa frase de Propercio: “En las grandes empresas basta haberlo intentado” (con lo cual se pretende justificar el fracaso).
Otras empresas, por el contrario, son prosperas en todos sus aspectos, están bien dirigidas, situadas en un buen “nicho de mercado”, con una estrategia de marketing excelente y sobre todo sus máximos dirigentes siguen teniendo una ilimitada vocación empresarial.
Pedro Rubio Domínguez
Director General
Instituto Europeo de Gestión Empresarial
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