Mark Horoszowski en hbr.org plantea que las investigaciones relacionadas con el poder que tiene el contar con un mentor muestran que las personas que tienen la posibilidad de tener un mentor tienen un mejor desempeño, avanzan más rápidamente en sus carreras y sienten una mayor satisfacción en su equilibrio vida profesional-personal. Los mentores, por su parte, se benefician también porque “enseñar es aprender dos veces”. A pesar de estos buenos resultados y aunque el 76% de los profesionales piensan que contar con un mentor es importante para su crecimiento más del 54% no tienen este tipo de relaciones.
El problema, con frecuencia, estriba en que las personas no saben cómo encontrar a un mentor o cómo establecer la relación. El autor sugiere seguir que los siguientes pasos nos pueden servir para lograrlo:
1.- Definir nuestros objetivos y necesidades específicas.
Reflexionar sobre nuestros objetivos de desarrollo profesional y escribirlos asegurándonos de que son inteligentes y luego hacer una lista con los principales obstáculos con los que nos enfrentamos para alcanzarlos. De esta forma podremos decidir qué tipo de mentor es el que necesitamos, ya que puede ser que debamos mejorar nuestras habilidades o dominar nuevas competencias, extender nuestra red de contactos en un sector específico o ver cómo conseguimos tener la suficiente confianza para abordar conversaciones complicadas. Al ser conscientes de dónde queremos estar y de las oportunidades y problemas para llegar allí podremos identificar cómo un mentor nos puede ayudar.
2.- Describir la “descripción del puesto” de nuestro mentor ideal.
Al hacerlo debemos ser específicos. Por ejemplo, podemos necesitar a alguien que nos ayude a saber cómo poder completar un proyecto, nos introduzca a personas a un cierto nivel en un sector determinado o ejerza como coach para abordar negociaciones difíciles. En la descripción debemos incluir el por qué ejercer como mentor nuestro puede ser muy beneficioso.
3.- Buscar mentores en distintas fuentes
Pueden ser de nuestra red de contactos de LinkedIn, AMCES, relaciones profesionales o personas con las que hemos coincidido en alguna reunión o conferencia, por ejemplo. Es importante que recordemos que aunque las personas puedan estar muy ocupadas el pedirles que sean nuestros mentores es un halago. Pueden decir no pero lo agradecerán ya que supone un reconocimiento para ellos.
4.- Hacer la petición (de forma sencilla).
Puede resultar embarazoso pero debemos aceptar el sentimiento incómodo y mostrarnos vulnerables. Podemos comenzar por pedir una primera entrevista para conocer mejor su trabajo e intereses y una vez que les conocemos mejor ver si existe una sintonía antes de pedir que sean nuestros mentores.
5.- Mantener la primera reunión.
Debemos tener dos objetivos en esta primera conversación con nuestro mentor potencial:
a) Determinar si esa persona puede ser nuestro mentor ideal.
b) Averiguar si están abiertos a la idea de ser nuestros mentores.
La reunión se debe celebrar en un lugar que sea cómodo para el posible mentor y al finalizar agradecer su interés. En ella le debemos entregar nuestra descripción del mentor ideal según nuestras necesidades para que la persona pueda decidir si responde al mismo y puede ayudar.
6.- Preparar la segunda reunión.
Una vez que la persona confirma su disposición para actuar como nuestro mentor debemos mandar un correo proponiendo la agenda para una nueva reunión.
7.- Definir un proceso estructurado con el acuerdo del mentor.
Una vez que hayamos mantenido una o dos conversaciones es el momento de preguntar si se puede establecer un proceso formal y si la persona está dispuesta a mantener reuniones y el contacto durante un periodo determinado para ayudarnos a alcanzar nuestro objetivo. Si la respuesta es afirmativa podemos redactar un documento que contenga lo que queremos lograr en ese tiempo de colaboración.
8.- Enviar una nota de agradecimiento tras cada reunión.
Isabel Carrasco
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