Los instrumentos especiales personales del consultor son muchos y variados. He aquí algunos de ellos:
Escuchar. Para comprender mejor la situación; para ver lo que se oculta detrás de lo que alguien está diciendo ( lo que las palabras significan para un ejecutivo, lo que éste ve, cuáles son sus necesidades, qué es lo que le amenaza); para prestar un oído confidencial y amistoso a la persona que quiere desahogar sus sentimientos.
Observar. Para ver qué hay detrás del comportamiento, las relaciones, la organización formal, el funcionamiento y métodos operacionales; para determinar la calidad de la organización informal y sus comunicaciones; para determinar cómo funciona un individuo; para analizar el funcionamiento de un grupo.
Preguntar. Para aclarar significados; para desarrollar una actitud más crítica y objetiva; para apartar obstáculos imaginarios: para profundizar en las cuestiones; para ayudar a un ejecutivo a pensar exhaustivamente sobre el problema; para actuar como "el abogado del diablo", ayudando a un ejecutivo a ver todos los aspectos de un asunto o a comprobar sus razonamientos; para ayudar a otros a ver "el bosque en vez de los árboles"; para definir y aclarar la dirección de una discusión o razonamiento en relación a objetivos o problemas.
Informar. Para introducir ideas, prácticas, conceptos y principios nuevos, o un modo distinto de considerar los problemas, destacando su naturaleza general a fin de ampliar horizontes; para ofrecer ejemplos apropiados de experiencias pertinentes acaecidas a otros; para destacar las posibilidades generales.
Alertar. Para estimular el interés, la comprensión, la acción, las decisiones, los cambios en comportamiento y actitudes; para fijar o ampliar objetivos, pero sólo hasta el punto en que éstos sean aceptados por una persona o grupo, para proporcionar una atmósfera de libertad y autorización para airear los propios pensamientos, sentimientos y problemas; para conceder apoyo moral cuando sea preciso; para aliviar tensiones.
Integrar. Para guiar la explotación de todos los aspectos de un problema; para aclarar las relaciones entre varias ideas, pensamientos y sugerencias, y coordinarlos; para proporcionar una serie de pasos sistemáticos para analizar las situaciones y hallar la solución; para asegurar un mejor funcionamiento del grupo; una atmósfera colectiva más armoniosa, y el ajuste de los individuos al grupo; para tratar de mediar en las disensiones.
Con esta definición de la naturaleza del papel del consultor, están puestos los fundamentos para una descripción de las cinco fases del papel del consultor en organización, o el modo en que desempeña su tarea.
Pedro Rubio Domínguez
Consultor
IEGE/MADRID/ESPAÑA
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Apuntes del editor:
LA CAPACIDAD PARA DIRIGIR
La marcha general de
cualquier negocio es determinada sobre todo por las actitudes y los actos del
empresario. Su eficacia como dirigente se mide por los resultados que usted logra.
A medida que enriquezca su experiencia
de la dirección, conseguirá utilizar su tiempo más eficientemente, mejorar el
desempeño de su personal y aumentar la productividad en todas las áreas
funcionales de la empresa. Todos estos resultados son susceptibles de medición.
Aunque hay una gran
diversidad en sus estilos de dirección, la mayoría de los empresarios son sobre
todo hábiles en el arte de la dirección orientada en función de la tarea. Pero
aquellos a quienes el éxito sonríe continuamente durante largo tiempo también
se destacan por su habilidad en la dirección orientada en función de las
personas.
Para poder dirigir con
eficacia, usted debe ser capaz de considerar las cosas desde un punto de vista
de sus subordinados. Antes de adoptar cualquier medida que tenga repercusiones
para su personal, trate de prever en qué forma éste la recibirá. Usted debe
poder situarse mentalmente en el lugar de sus trabajadores y pensar como ellos.
Un principio de buena
dirección es que, cuanto más se interese usted por sus trabajadores, con tanto mayor
entusiasmo trabajarán. Hay tantos estilos de dirección, como dirigentes. Sin
embargo, si un empresario realmente cree que nada es más importante que los
intereses de sus trabajadores, sus probabilidades de éxito aumentarán. Ser
considerado en sus relaciones con sus trabajadores es un excelente fin en sí
mismo, pero además tendrá casi con seguridad por resultados una mayor
eficiencia y mayores beneficios.
Por la naturaleza misma de
su actividad, todo empresario es un dirigente. Quienes son hábiles en
dirigir en función de las personas dominan el arte de motivar a
sus trabajadores, saben cómo establecer una buena comunicación con ellos,
comprenden sus necesidades y tratan de que el personal haga suyos los objetivos
de la empresa.
Pedro Rubio Dominguez
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Es una recomendación de:
INSTITUTO EUROPEO DE GESTIÓN EMPRESARIAL
Formación & Consultoría
Dpto. de Análisis y Activación de Empresas
iege.formacionyconsultoria@gmail.com
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