Creo que con el título de este post será más que
suficiente para haber llamado alguna atención si más no, por lo grosero del
enunciado pero es que, en ocasiones, hasta la grosería está justificada.
Muchos jefecillos, carguillos o como les queráis
llamar –recordar que la categoría se gana, no se obtiene, te la conceden, no te
la ceden- siguen cambiando sus actitudes al obtener el nombramiento y pasan a
convertirse en déspotas, machistas, prepotentes y estúpidos. ¿Será cosa de la
juventud? Quiero decir que, será cosa de que al obtener los primeros logros
profesionales se es demasiado joven para asimilarlo de golpe.
Es cierto que la mayoría de nosotros obtuvimos
nuestras primeras responsabilidades a tempranas edades, yo mismo lograba mi
primer nombramiento importante con 25 años, una jefatura –interventor de
oficina de primera categoría equivalente a lo que entonces se citaba como Jefe
de Séptima dentro del escalafón profesional de la Banca- en La Caixa. No
querría ahora enumerar el seguido de barbaridades que llegué a cometer en aquel
período y de los que, de alguna, no me siento especialmente satisfecho.
Los años enseñan y la propia vida te muestra el
camino a seguir si no tienes la suerte de encontrarte con buenos profesionales
que te corrijan y ayuden. Debo decir también, en mi favor, que mi Delegado en
aquella oficina no era precisamente un ejemplo a seguir. La suerte quiso que,
tras algún batacazo, encontrara una persona sensacional que me guió y me dio
esa mano para seguir la ruta adecuada.
Quiero decir con todo esto que muchos hemos cometido
errores de bisoñez pero hay algunos tics que van con el carácter del individuo
y esos son ya más difícilmente corregibles. Pete Campbell es un tipo de
esos, machista, arrivista, despótico, insultante… forma parte de su perfil
personal y, aunque en lo profesional pueda resultar brillante, alguien debería
haberse tomado la molestia de no permitirle ascender en esa ficción caso de
haberse tratado de la realidad. Lo malo es que, hoy y en la realidad, siguen
ascendiendo tipos como ese. Por fortuna, Don Draper, le pone en su lugar
de una manera clara e inequívoca lejos de encontrarse con alguien que le acabe
riendo la gracia que hubiera sido lo más común y habitual en nuestro tiempo.
Recuerdo de mis años de adolescente que comenzaba a
despertarse a los catorce años dentro del sector bancario, que cuando apenas
había cumplido los diecisiete me topé en una oficina con un joven, bien
vestido, con un coche deportivo y un buen salario con sus incentivos por
pertenecer al equipo de Suplencias. Me trató con cierta deferencia por tratarse
de un recién llegado a aquella oficina del Vallès, incluso establecimos una
cierta relación personal. A los pocos meses de estar allí, hubo unos cambios
forzados por circunstancias profesionales y pasó a ocupar la dirección de la
sucursal provisionalmente.
Su comportamiento varió en 180º hasta convertirse con
todos los compañeros en lo que realmente era, un prepotente. Hoy, ese
personaje, es director de estudios de una importante escuela de negocios. Miedo
me da que no haya cambiado su talante que, por lo que sé, sigue siendo muy
parecido.
Amo a los tipos como Don Draper capaces de poner a cada cual donde se merece respetando a quienes le rodean y forman parte de su equipo.■
Antonio Pascual Amo a los tipos como Don Draper capaces de poner a cada cual donde se merece respetando a quienes le rodean y forman parte de su equipo.■
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GENIAL Consulting Group
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