Cuando tenemos que tomar una decisión, en más de una
ocasión consultamos con mucha gente de nuestro alrededor, olvidándonos del más
importante, es decir, de nosotros mismos. Y al final, acabamos haciendo lo que
los demás nos dicen sin pararnos a preguntar ¿es esto lo que realmente QUIERO
hacer?
En nuestro interior, tenemos esas dos voces que han
sido llevadas al cine y dibujos animados; por un lado, está la que nos anima a
hacer las cosas, a verlas de forma positiva, a seguir adelante por muchas
dificultades que se nos presenten, a pensar nuestras acciones y sus
consecuencias aprendiendo de ellas, etc.
Por otro lado, tenemos a la voz de las oscuridades
propias que nos recomienda, sin quererlo, quejarnos, permanecer inmóviles ante
cualquier problema, no cambiar buscando cualquier excusa, echar la culpa de
todo a los demás, a sacar los peores instintos como la envidia, la rabia, etc.
Y ante la pregunta ¿cuál de las dos ganará la partida?, nos encontramos con la
respuesta algo vaga, pero no menos cierta: dependerá exclusivamente de uno
mismo, sabiendo ser fuerte, haciendo uso del auto-conocimiento que permitirá
saber poner remedio a las actitudes, comportamientos y acciones que nos hacen
daño y que provienen del lado sin luz que todo tenemos en algún pequeño rincón.
Por ejemplo, cuando una persona ante el más mínimo
problema o dificultad tira la toalla y asume con pasividad la típica frase de
“soy así” que se dice para auto-convencerse de que hizo bien. Sin embargo,
deberíamos preguntarnos ¿Por qué reaccionó así? Y ¿Cómo puedo ponerle remedio?
Todos podemos cambiar y las personas tenemos una fuerza interior inmensa que
nos puede llevar a donde queramos, siempre y cuando estemos motivados y la “hazaña”
sea realizable. Me hace mucha gracia determinadas personas que creen en las
posibilidades de todo el mundo menos en las suyas propias. Si vosotros no os
queréis, ni os dais importancia, ¿cómo pretendéis que lo hagan los demás? Cada
uno trasmite y se comporta en función de lo que piensa porque cuerpo y mente no
va en compartimentos distintos sino que están unidos e interrelacionados en
todo momento.
La vida es una constante montaña rusa con altos y
bajos que debemos saber asumir con normalidad y seguir adelante. Algunas veces,
las personas esperan a que todo esté a su favor para tomar determinado rumbo y,
claro está, eso supone que nunca emprenden esa tarea o camino porque nunca es
el momento propicio, porque siempre van a surgirnos complicaciones o piedras en
el camino que no deben ser impedimentos para hacer nuestra vida.
No podemos pretender vivir la vida de otros sino que
debemos coger las riendas de nuestro potro interior y saber controlarlo,
adecuándolo a las necesidades de cada momento. Debéis tener claro que la acción
es mejor que la paralización.
Las dificultades son pruebas que se nos ponen de muro
para ver hasta donde somos capaces de llegar. Con esto no quiero decir que en
determinados momentos no nos puedan los sentimientos internos sino que, una vez
escuchados, debemos de comenzar a retomar el vuelo porque desgraciadamente no
hacemos nada preguntándonos constantemente ¿Por qué me ha pasado esto o lo otro
a mí? Eso ya no se puede cambiar y debemos aparcarlo y comenzar de nuevo pasó a
paso, quedándonos con la lección aprendida y con lo positivo.
¿A que esperáis?
¿A que esperáis?
Juan Martínez de Salinas
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