Resulta difícil aconsejar
a quien busca empleo o pretende cambiar de trabajo qué camino debe tomar o qué
sector ha de escoger. Igualmente complicado es sugerir soluciones a quien
rastrea su primer puesto o a los que deciden qué carrera estudiar para tener
futuro. Cambiar radicalmente es el consejo en tiempos difíciles. Esa
transformación es dura, pero posible, y aquí tienes cinco pistas para
orientarte.
No todo va a ser apuntarse a
un gimnasio –y tratar de aguantar al menos hasta marzo–; dejar de fumar;
empezar a comer sano; o dedicar más tiempo a la familia, a los amigos y a las
cosas que de verdad importan... Entre los propósitos de año nuevo quizá sea
conveniente incluir algunas fórmulas que pueden cambiar la manera en la que
buscas trabajo o cómo te enfrentas a las dificultades –evidentes– de un mercado
laboral muy complicado:
1. No te quedes enredado
en la burbuja de “reinventarse” a toda costa.
La palabra vale para casi
todo y no hay experto, consultor, asesor laboral o reclutador que no la incluya
en su vocabulario de consejos o exigencias cuando sugiere un cambio radical
para ser efectivo en la búsqueda de empleo o en la transformación completa de
la carrera profesional.
En los últimos meses habrás
escuchado decenas de veces que debes adaptar tus capacidades a un nuevo
escenario laboral; que ha llegado el momento de cambiar totalmente, porque el
entorno hace imposible que trabajes en lo que antes trabajabas, en un modelo de
compañía que te ofrecía una relación empleado-empleador que toca a su fin.
Es evidente, pero muy
difícil de llevar a cabo, que la clave está en pensar a largo plazo, tratando
de adelantarse a los cambios. Pero casi nadie puede aconsejarte eficazmente
acerca de qué carrera debes estudiar para conseguir un trabajo (que ya no será
para toda la vida, y ni siquiera para unos cuantos años), o qué sectores debes
escoger para tener futuro. A estas alturas también te habrás dado cuenta de que
muchas de las profesiones con éxito del próximo lustro aún no han aparecido.
Algunos te aconsejarán que
des un paso atrás para recomenzar en un trabajo menor, con la idea de que esta
“reinvención” no tiene por qué ser un fracaso, sino más bien una inversión de
futuro que te dará la oportunidad de tomar un camino distinto.
Otros te habrán dicho que
“reinventarse” es no centrarse únicamente en la búsqueda de posiciones
similares a las que has desarrollado hasta ahora. La estabilidad en el empleo
ya no se refiere a mantener el mismo trabajo en el mismo sector y quizá tu
única oportunidad sea crear tu propia estabilidad laboral desarrollando un
nuevo juego de habilidades “transferibles”. Y habrá quien te asegure que debes
cambiar de sector, y decidirte incluso a aprender otra profesión.
La cuestión es si todos
estos cambios radicales son realmente posibles y si se puede convencer de tales
transformaciones a quien busca trabajo y no lo encuentra o a quien pretende
cambiar de empleo porque su sector o su compañía no le ofrecen futuro. Cabe
preguntarse si es realista cambiar de carrera, de oficio, de compañía, de
sector, o de vida laboral... Si es así, debes estar dispuesto a todo, a
aprender, a olvidar del qué dirán, a confiar en ti mismo y en tus propias
capacidades, a hacerte valer en un nuevo empleo... Quizá ocasiones como las que
vivimos, en las que casi todo anda mal, son el momento adecuado para
replantearse si lo que hacemos es lo que de verdad queremos hacer. Recuerda que
siempre es posible el cambio –a cualquier edad–, pero no todo el mundo puede
hacerlo. Depende del sector en el que hayas trabajado, hacia dónde quieras ir y
en qué te quieras convertir.
Debes tener en cuenta que la
economía del conocimiento y el tan cacareado modelo productivo basado en I+D+i
no tienen gran capacidad para crear empleo de forma masiva. Ambos son
intensivos en conocimiento y no en mano de obra. Habrá que cambiar sectores
tradicionales como el del turismo, la automoción, la moda o la alimentación. En
nuestro país, la posibilidad de crear empleo está en sectores tradicionales,
pero adaptados.
Además, en un nuevo
escenario sociolaboral en el que resulta difícil aconsejar acerca de la carrera
que se debe estudiar o sobre los perfiles laborales más demandados, necesitarás
una alta capacidad relacional a todos los niveles; una apertura de miras y
cultural desde el principio; una faceta internacional relevante, que te lleve a
ser eficaz en diferentes culturas, y también a innovar, convirtiendo las
dificultades en posibilidades o retos.
2. Deja de pensar que
será una empresa tradicional la que te contrate y te pague un sueldo.
Piensa que eres un proveedor
de servicios. Si buscas empleo hazlo sobre esta base. Todos somos empresarios
aunque estemos trabajando por cuenta ajena. El liderazgo personal se percibe
como uno de los grandes valores profesionales.
Trabaja tu reputación
teniendo en cuenta que la relación entre empleado y empleador ya no es de por
vida, y esto transforma la manera en la que entiendes tu carrera o tu
profesión. Tendrás que adaptarte a la llegada de nuevos modelos de compromiso,
de carrera y de fórmulas de actividad laboral que implican la posibilidad de
trabajar por proyectos, o tener en cuenta las posibilidades de empleo
independiente.
Y de todo esto llega una
conclusión final: estás obligado a inventar tu propio trabajo.
3. Si decides crear tu
propio empleo, prepárate a fondo y no tengas miedo al fracaso.
Debes enfocarte hacia
aquello en lo que eres realmente bueno y has de saber perfectamente dónde te
metes. No te empeñes en aquello para lo que no estás dotado, ni te involucres
en un negocio que no te gusta y del que no sabes nada.
Valora el hecho de que hay
una necesidad que tú puedes satisfacer, y si realmente eres el único que puede
hacerlo.
Pregúntate si has
descubierto tus verdaderas fortalezas y si ese nuevo trabajo, que es tu nuevo
negocio, las pone en valor. Debes estar seguro de que tu carrera profesional se
desarrollará definitivamente con lo que haces.
Es bueno que sigas tu
instinto y no temas a tener ideas, aunque parezcan descabelladas. Eres de los
que no buscan las mismas soluciones que el resto. Pero también debes asegurarte
de que es posible llevar a la práctica económica tus ideas, y que éstas sean
rentables. Comprueba que tu iniciativa tiene el potencial suficiente para
transformarse en una gran compañía. Si te decides a crear tu negocio no escojas
un mercado demasiado pequeño que te impida crecer.
Ten en cuenta que un
inversor se fija en un proyecto que tenga un gran potencial de crecimiento;
debe estar en condiciones de competir en un segmento grande, y en tres o cinco
años debería multiplicarse por diez. No te alegres demasiado por la ausencia de
competidores. Eso puede significar que no hay mercado y, por tanto, que no hay
negocio.
Analiza si eres capaz de
adaptar tus modelos de trabajo, propios de una organización tradicional, a las
características propias de la mentalidad start up: expectativas claras,
aceptación del error, agilidad, disrupción, gusto por lo desconocido,
transparencia...
Piensa en tu credibilidad.
Será útil de cara a los futuros inversores y también para convencer a socios,
clientes y colaboradores que te sigan en tu proyecto.
Valora asimismo si puedes
reunir a un buen equipo, porque este es el factor de éxito de tu nueva
compañía. La mentalidad start up implica saber contratar, pero también saber
despedir. Sólo si mantienes el espíritu de los primeros días lograrás motivar a
tus socios y empleados.
No dudes en captar a socios
y profesionales que piensan de forma distinta, que aportan respuestas
diferentes, y que tengan capacidad para poner en marcha las ideas disruptivas.
Si la compañía que creas no
ofrece suficientes oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional a tus
empleados, ahí puedes tener el primer fracaso.
4. Busca la ayuda de
nuevos agentes que intervienen en el “negocio del reclutamiento”.
Si te dicen que no sabes
buscar empleo y que te hacen falta soluciones radicales para afrontar los retos
que plantea la búsqueda de trabajo, puedes recurrir a algunas respuestas no
tradicionales que adquieren ya un protagonismo notable en el “negocio del
empleo”: Ten en cuenta que las propias empresas son cada vez más
autosuficientes en términos de reclutamiento: de las bases de datos –un método
poco efectivo– se ha pasado al apoyo que brindan las redes sociales. Esto exige
un gran trabajo, pero muchas compañías ya tienen una gran capacidad de filtrar
a los candidatos que encajan con un determinado perfil y facilitar el contacto.
Hay además portales de
segunda y tercera generación, y algunas start up de empleo que innovan en este
sector y que convierten de paso en un negocio rentable las soluciones
diferentes que ayudan a encontrar un puesto de trabajo.
Muchas de estas nuevas
empresas se basan en que los sistemas de empleo han perdido la capacidad de
tratar a los candidatos de forma individualizada, y la clave está en la
personalización y la especialización. Estas start up de empleo se han dado
cuenta de que las necesidades de los profesionales han ido por delante de la
industria del reclutamiento. Primero los anuncios clasificados fueron
sustituidos por los portales de empleo, que sólo ofrecían una solución más
automática. Así, muchos profesionales acaban desesperados, enviando currículos
a posiciones que no son adecuadas.
Si llevas mucho tiempo
buscando trabajo sin éxito, quizá te sirva saber que estos nuevos agentes no
creen que sólo contestando a una oferta pueda llegar el talento adecuado. Más
bien creen que el talento no se expone, y hay que salir a cazarlo. Por eso suelen
ir a su medio a buscarlo.
5. No renuncies a ser
feliz en tu trabajo ni a sentir que lo que haces tiene sentido.
En el escenario actual de
escasez de empleo muchos se aferran a lo único que tienen. Este conformismo se
confunde en ocasiones con fidelidad y compromiso, cuando los que se quedan lo
hacen porque no hay más remedio, no porque estén ilusionados.
Del mismo modo que puedes
llegar a apreciar un empleo que aborreces, puedes llegar a odiar el mejor
trabajo del mundo. La misma realidad puede percibirse de distintas maneras y
dentro de un tiempo tu modelo mental puede cambiar; varían tus expectativas y
tu experiencia, y eso es lo que explica que puedas odiar ese buen empleo.
La clave está en construir y
enriquecer tu puesto día a día. Aquí tienes otro campo abonado para la
consabida “reinvención”...
Conócete a ti mismo, trata
de saber cuáles son tus conocimientos y habilidades. Debes realizar lo que
sabes hacer y aquello con lo que disfrutas. Ten en cuenta que el concepto de
felicidad guarda relación con la decisión de trabajar en una empresa de forma
comprometida.
¿Buscas sólo el sueldo? Los expertos calculan que la motivación extra que
proporciona un aumento dura tres meses, y las ocupaciones que producen más
felicidad son las que implican un mayor grado de realización personal, y se
basan por tanto en las actividades que aportan un alto valor. Aquí el dinero no
tiene mucho que ver con la satisfacción en el trabajo.
Articulo escrito por Tino
Fernández
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