En un principio la carrera que uno elija o los estudios que haga, sean de la naturaleza que sea, no son demasiado importantes. El método "guasónico" ha demostrado su eficacia incluso en oposiciones de astronauta. (consúltese Neil Amstrong, My life and other galaxies. Bestsellers GUASA, Miami, 1976).
Pero si usted es analfabeto y este libro se lo está leyendo su ama de cría, no se desanime. También usted podrá sacar la carrera que le guste, aunque necesitará más arrojo y determinación
Lo fundamental es elegir una facultad que esté cerca de casa y que tenga un buen bar. Asegúrese que no faltan las cocacolas. Aunque usted no sepa hacer una sencilla regla de tres debería matricularse en la facultad de Físicas si ha tenido la suerte de tenerla enfrente de casa. Lo contrario sería una falta de cortesía. No olvide que cuando la montaña se rebaja a venir hasta Mahoma es por algo.
Si no hay una facultad más cercana y usted debe ir a la ciudad universitaria, donde todas las facultades son más o menos equidistantes a su casa, entonces se impone un criterio de selección más personal. De entre dos carreras elija siempre la que más le gustaría que figurase en su tarjeta de visita. Ese es un buen criterio, por lo general más extendido de lo que se piensa.
En cuanto al viejo mito de carreras fáciles y difíciles, hemos de ser explicitos y afirmar que no existen tales carreras. No se puede decir que una carrera sea fácil porque más fácil es quedarse en casa y tal afirmación sería un agravio para el televisor, la cama y todos los queridos objetos que ennoblecen nuestra existencia. Tampoco puede afirmarse que haya carreras difíciles, porque mucho más difícil resulta comerse una hamburguesa sin mancharse de catchup y estos sabrosos filetes de carne podrían sentirse ofendidos con la afirmación. No hay, pues, carreras fáciles o difíciles sino carreras más o menos proclives al fraude. Hay carreras como Historia que son extraordinariamente proclives al fraude, ya que uno puede inventarse la asignatura según le apetezca y nadie podrá desmentirlo con total propiedad.
--¿Está usted seguro de que la invasión dórica es del siglo Z y no del Y? -- me preguntó una vez cierto profesor.
-- Los últimos descubrimientos de Larson de Creta parecen confirmarlo -- respondí--- ¿No ha leido usted el ultimo número de "Historie des civilisations anciennes"?
-- Claro, claro.
Y después de felicitarme por mi seguimiento de la actualidad historiográfica se alejó mansamente por el pasillo. Mi mentira no era este caso más que mediocre pues me inventé a Larsen y a la revista, pero no me inventé a Creta, por lo que me quedó un sabor a frustación en la bosa. Pero si hubiera respondido:
--Los últimos descubrimientos de Larsen en Leukonikratos...
La respuesta hubiera sido aún más convincente y nada me hubiera privado del cum laudem. La carrera de Historia es como puede verse un aperitivo para los estudiantes vividores. El único inconveniente es que resulta demasiado fácil. Con el tiempo llegan a cansarnos los excesos de imaginación y no deja de ser abrumadora la fama de genios que se nos atribuye en las reuniones de departamento. Uno siente que hay que probar algo nuevo y se decide por la Medicina, por ejemplo, carrera donde el fraude resulta más emocionante por las fatales consecuencias que puede tener en la población. De mi paso por la facultad de Medicina se ha hablado mucho en los círculos homeopáticos. Mi brillante artículo en la revista de la facultad sugiriendo qu el riñón y el hígado podían ser intercambiables en los trasplantes prenatales, le ha costado más de un riñon a más de un angelito. Aunque la responsabilidad moral no es tanto mía ( la ciencia avanza porque a veces alguien hace propuestas inverosímiles que a la larga acaban funcionando) como de la credulidad de mis profesores y de la incompetencia de los cirujanos.
Más divertidas resultan aún las carreras de Arquitectura e Ingeniería, Creo que por experiencia propia que la Torre de Pisa fué de algún ilustre antepasado mio. El hecho de que la torre sea una de las Grandes Maravillas del Mundo y atraiga diariamente a miles de turistas, sólo habla bien de los estudiantes sinvergüenzas. Muchas veces los más grandes descubrimientos son obra de gente que no anda por caminos trillados. Recuerdo, por ejemplo, que mi proyecto fin de carrera, un puente de goma que uniese Nueva York con Santiago de Compostela, fue acogido con interés por más de un magnate del caucho. Los bajos costes y los enormes beneficios que suponia mi puente fueron discutidos en las más altas estancias, aunque el excesivo amor por la seguridad pública del presidente del gobierno lo descartó finalmente de los presupuestos del Estado, La goma, decían, podía pincharse como un flotador y sepultar en el océano a miles de coches y ferrocarriles. Siempre me quedó la duda de cómo podían saber eso sin probarlo primero, pero como yo ya tenía el titulo en la mano lo dejé correr.
No quiero dejar de contar algo que ocurrió hace unos años en una universidad americana ( esta anécdota es integramente verídica). Había en dicha universidad un estudiante vividor que cursaba estudios de física fundamental ( particulas, energía, origen del universo, estructura atómica del pistacho, etc.) y que solía presentarse a los exámenes sin haber estudiado la lección. Un día, la pregunta era extraordinariamente difícil y como nuestro amigo no sabia la respuesta, empezó a inventársela trazando sobre el papel indolentes ecuaciones, que a primera vista parecían más decorativas que prácticas. Le daba vergüenza entregar el examen en blanco y así al menos se entretenia un poco hasta la hora de comer. Al día siguiente, cuando el profesor leyó las notas su nombre fue objeto de burlas y de humillaciones: ¡había sacado un cero!. Pasó el tiempo y nuestro estudiante siguió emborronando cuartillas y emborrachándose los fines de semana con sus amigotes, resignado a la Injusticia Universal. Unos años más tardes, un experimento llevado a cabo en un laboratorio sueco desmentia la teoría vigente y le daba la razón a posteriori a nuestro estudiante. Ese mismo año fue propuesto para el premio Nobel.
Estos ejemplos sugieren lo enormemente divertido que puede ser hacer una carrera sin estudiar, La decisión final es algo intimo en lo que yo no puedo aconsejaros. Pero sabed que, sea cual sea la naturaleza de vuestros estudios, no os faltarán oportunidades para desarrollar vuestra imaginación y pasar un buen rato. Eso si, hay una regla de oro que quiero recordaros: un buen estudiante vividor jamás abandona una carrera una vez que la ha empezado. Sería tan humillante como ser vencido al ajedrez por un pollo tomatero.
Extracto del libro MASTER PARA ESTUDIANTES VIVIDORES : APROBAR SIN ESTUDIAR
Autor; Warren Leslie ( California 1967)
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