¿Cómo se entiende la sustentabilidad llevada a la cadena de valor? ¿Cómo hacer para que las prácticas adoptadas para los negocios sean, al menos en sus aspectos básicos, respetadas por quienes forman, por ejemplo, la comunidad de proveedores? El tema provoca inquietud en las empresas que se van sumando a las llamadas nuevas economías, donde las cuestiones de largo plazo, como el cuidado del medio ambiente, ganan un rol central.
Hay dos tendencias principales que, en este tema, según dice ver Fernando Passarelli, coordinador de Valor RSE+Competitividad, un programa que desarrolla la AMIA junto con el Fomin, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Una es que las empresas mejoran el mapeo de los impactos que tiene su actividad, para identificar los posibles riesgos extendidos, considerando a los proveedores, colaboradores, distribuidores y clientes. "Hay sectores muy calientes como el textil, el automotor, juguetes y calzados, y todo lo que tenga que ver con confecciones, que son especialmente riesgosos respecto de tener impactos adversos. La idea es que desarrollen técnicas de aproximación para tratar de alinear a sus políticas y asegurarse que los riesgos no se disparen en los eslabones de la cadena",
La segunda tendencia es que, a nivel de las industrias, en las empresas que comparten un rubro se reúnan para colaborar entre sí. Cita como ejemplo local un proceso que lidera la empresa Henkel, de insumos básicos para pegamentos y adhesivos, que se unió con otras 18 organizaciones del rubro químico para formar una coalición para dar de alta y auditar proveedores según lineamientos compartidos. "Reducen muchos los costos para las empresas grandes, y para los proveedores optimizan mucho el proceso de control", explica y agrega que en las automotrices asoman los esfuerzos por replicarlo.
Florencia Salvi, gerente de Sustentabilidad de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la República Argentina (AmCham), dice que "la agenda de sustentabilidad global está mucho más avanzada que lo que está en la Argentina". Y agrega que el desafío local es "lograr una mirada a largo plazo, algo que culturalmente no está demasiado instalado".
Con respecto a la inclusión de las pymes en el compromiso por la sustentabilidad, considera que es la mejor manera de ganar escala, aunque no son el público más próximo a AmCham: "Muchas veces nos encontramos con que se hacen un montón de esfuerzos en las pymes, quizá no bajo el lema de sustentabilidad, pero como tienen un arraigo muy fuerte con su comunidad, ayudan mucho a su entorno, porque entienden y comparten la lógica de los sectores, industrias y ubicaciones a las que pertenecen", afirma.
Como parte de sus esfuerzos por reconocer, premiar y divulgar las prácticas que tiendan a la sustentabilidad, AmCham premia a una empresa por año, entre las que mejor se hayan desempeñado en el área. En 2016, el ganador del Premio GES (Gestión Empresaria orientada a la Sustentabilidad) fue Toyota. Daniel Herrero, presidente de la firma en el país, se refiere al compromiso que la empresa mantiene con la cadena de valor. "Hoy representamos el 40% de las exportaciones de la industria automotriz del país. Además, cada Hilux tiene en promedio 43% de componentes argentinos. Eso nos diferencia de una simple ensambladora. Hacemos mucho para que el resto de la cadena de valor entienda que van a poder crecer como nosotros hemos crecido", dice.
Para su edición de este año, AmCham estableció nuevas categorías del premio, con el objetivo de poner más la lupa sobre las operaciones de las organizaciones que participan.
Habrá, así, dos modalidades. La primera busca destacar iniciativas temáticas bajo tres ejes. El eje de gobierno tendrá en cuenta los valores de responsabilidad socio ambiental,la transparencia y la rendición responsable de cuentas, y el involucramiento de las partes interesadas. El eje del medio ambiente tomará en cuenta el uso de energía, agua y la huella de carbono que se deja. Y el eje de sociedad reparará en las acciones con la cadena de valor. La segunda modalidad del premio se denomina "nuevo paradigma empresario", y apunta a reconocer a empresas disruptivas que, "además de generar una necesaria remuneración del capital invertido, estén genuinamente comprometidas, a través de sus acciones, con la generación de valor para la sociedad y las personas".
Olivia Goldschmidt
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