Crowdfunding es el término inglés para referirse a financiación colectiva, es decir, a un grupo de personas apoyando económicamente a un proyecto, ni más ni menos. Este sistema trata de ayudar a los proyectos desde su comunidad, ofrecerle herramientas para llegar a ella y que los sueños se puedan hacer realidad
Es una fuente de préstamos e inversiones personales que está pasando por encima de los bancos es el crowdfunding, o los préstamos colectivos para un proyecto determinado. Una vez más, así como Uber es una plataforma que conecta a quien busca un viaje en taxi privado con una persona que quiere dar ese servicio, varias plataformas de pequeñas inversiones colectivas como Kickstarter.com, Indiegogo.com o Circleup.com conectan a una persona que busca recaudar dinero para un proyecto creativo con cientos o miles de personas dispuestas a invertir en esa idea. Se trata de una modalidad cada vez más popular entre jóvenes innovadores, que empezó a usarse para proyectos artísticos y culturales y se extendió a iniciativas filantrópicas o nuevas empresas que no pueden conseguir préstamos bancarios o no quieren pagar los costos de hacerlo.
En mi libro ¡Crear o morir! cité el caso del joven uruguayo Rafael Atijas, quien inventó una guitarra de tres cuerdas para enseñar a los niños desde muy pequeños a tocar el instrumento, pues las guitarras comunes de seis cuerdas hacen que muchos abandonen el intento. Atijas inventó su guitarra en Uruguay, promocionó su proyecto en Kickstarter.com en 2011 y juntó de esa manera el dinero para empezar a producir sus guitarras en China. Tal como lo requiere la mayoría de las plataformas de crowdfunding, Atijas fijó una meta concreta —recaudar 15 000 dólares en un mes— y comenzó a vender sus guitarras para niños por adelantado, a fin de recaudar fondos para producirlas.
De esa manera, los interesados en las guitarras para niños pudieron ordenar el producto con sus tarjetas de crédito, en el entendimiento de que si Atijas no lograba su meta de recaudación y el proyecto no funcionaba, la compra se invalidaba y las tarjetas de crédito devolverían su dinero. Para su sorpresa, Atijas logró recaudar 65 000 dólares, cuatro veces más de lo esperado, de unos 400 inversores, comenzó a producir 600 guitarras en China y empezó a venderlas en su sitio de internet loogguitars.com en 150 dólares cada una.
Al poco tiempo, estaba vendiendo miles de guitarras para niños en 30 países, sin haber interactuado ni recibido ayuda de ningún banquero.
Desde que Atijas colocó su proyecto de guitarras para niños en Kickstarter.com en 2011, se han creado más de 300 sitios de internet de crowdfunding únicamente en Estados Unidos. Estos sitios se dedican no sólo a juntar fondos para proyectos de películas, libros, obras artísticas e inventos como las guitarras de tres cuerdas, sino también a patrocinar investigaciones periodísticas, exploraciones geográficas y causas altruistas de todo tipo. A escala mundial, los portales de Internet de crowdfunding aumentaron de una docena en 2009 a más de 1 200 en 2015, según un estudio de la consultora Massolution. Y aunque el monto de los préstamos de crowdfunding tardará mucho en igualar a los préstamos bancarios, ya están capturando una parte creciente del mercado. Según Massolution, la industria de préstamos, inversiones y donaciones no bancarios —incluidos los pagos entre personas— ya había llegado a 34 000 millones de dólares en 2015 y se esperaba que superara las inversiones de capital de riesgo en los próximos años.
ANDRÉS OPPENHEIMER
Andrés Oppenheimer es un periodista, escritor y conferenciante argentino que reside en Estados Unidos y ha participado en varios foros internacionales. Ha sido incluido por la revista Foreign Policy en español como uno de los "50 intelectuales latinoamericanos más influyentes".
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