Cuando entrevisté a Rafael Reif, el presidente MIT, según algunos rankings la mejor universidad del mundo, coincidió en que las universidades tradicionales corren el peligro de convertirse en irrelevantes. Reif, nacido en Venezuela y el latinoamericano que ocupa la posición más encumbrada en el mundo académico a escala internacional, me dijo que las universidades deberán montarse en la ola y ofrecer clases presenciales y en línea, en proporciones similares.
“En algunas disciplinas la proporción puede llegar a 70% presencial y 30% en línea y en otras viceversa”, me aseguró Reif. “Pero en general creo que va a ser una mezcla de 50% y 50% de cada una.”
Para no quedarse atrás en la creciente jerarquización de las carreras en línea de Coursera y otros MOOC, Reif me contó que MIT acababa de iniciar un programa piloto de minimaestrías, mediante el cual ofrece cursos en línea que, tras la aprobación de un examen, ofrecen un certificado académico. Y si el estudiante quiere obtener su diploma de maestría completa, puede realizar la segunda parte de sus estudios en forma presencial en la universidad y graduarse. Pero lo más novedoso del caso es que los estudiantes no necesitan un título de licenciatura previa para poder cursar las minimaestrías. En otras palabras, las grandes universidades ya se están adaptando a la tendencia impuesta por los MOOC. La alternativa para ellas era un proceso de muerte lenta.
Según me dijo el presidente de MIT, “se acabarán las carreras tradicionales”, por la sencilla razón de que los conocimientos técnicos que reciben los estudiantes hoy en día terminan siendo anticuados para el momento en que se reciben. En su lugar, la universidad se convertirá en una fuente de educación permanente, me señaló. “En lugar de pagar para ir a la universidad cuatro o cinco años y recibir un título, vas a pagar para estar conectado a tu universidad y estar continuamente aprendiendo de por vida".
"Entrar en la universidad será algo así como comprar una suscripción de una revista. Vas a tener acceso a cursos que te van a mantener actualizado durante toda la vida”, me dijo Reif.
LOS ESTUDIANTES ENTRARÁN Y SALDRÁN DE LA UNIVERSIDAD TODA LA VIDA
Julio Frenk, el presidente de la Universidad de Miami, exdecano de la Escuela de Salud Pública de Harvard y exsecretario de Salud de México, coincide en que las universidades tendrán que convertirse en centros de educación permanente para gente de todas las edades. “Hay una revolución educativa, producida en parte por el cambio en la naturaleza del mercado de trabajo, que nos está obligando a salir de esta idea de que la educación superior es algo que le ocurre a la gente en un periodo de su vida, en que la gente entra en un tubo y sale del tubo con un diploma”, me dijo Frenk.
“Ahora, vamos a tener una arquitectura abierta, en la cual la gente va a entrar y salir todo el tiempo, toda la vida. No será sólo por el enriquecimiento personal, sino también por las demandas de un mercado de trabajo cambiante".
Entonces, tenemos que desarrollar las capacidades analíticas de los estudiantes, que les den la flexibilidad para adaptarse a un mercado de trabajo cambiante durante toda su vida”, señaló. Cuando le pregunté si coincide con su colega de MIT en que la educación superior del futuro será en línea y presencial en partes iguales, asintió y agregó que “los mejores modelos son los modelos híbridos”.
Según Frenk, hay tres niveles de aprendizaje en la educación superior: el informativo, el formativo y el transformativo. “Los tres son muy diferentes: el aprendizaje informativo, que es la transmisión de información y destrezas concretas, es el que mejor se presta para la educación en línea. Pero la educación también debe ser formativa, ya que debemos desarrollar el pensamiento crítico y formar marcos de conducta ética, pues queremos que los médicos y los abogados desarrollen esos marcos de conducta ética".
Asimismo, la educación debe ser transformativa, para formar agentes de cambio, desarrollar capacidades de liderazgo y la capacidad de entender el mundo y transformarlo.” Estos últimos dos niveles de aprendizaje son más difíciles de enseñar en línea y son más efectivos con clases presenciales", concluyó.
“HABRÁ CINCO TIPOS DE PROFESORES UNIVERSITARIOS”
Randall Bass, el director del programa sobre el futuro de la educación de la Universidad de Georgetown que me había manifestado cierto escepticismo sobre los robots tutores como el Profesor Einstein, me dijo que habrá cinco tipos de profesores universitarios en el futuro. Habrá profesores como los actuales, que serán los “actores expertos” que impartirán sus clases frente a los alumnos haciendo uso de sus dotes de oratoria, otros serán mentores o motivadores personales, otros serán consejeros académicos, otros serán evaluadores y otros serán diseñadores de clases personalizadas.
“Históricamente estos cinco roles estaban unificados en la persona que llamábamos profesor. En el futuro habrá una desagregación: algunos profesores tendrán sólo uno de estos roles o una combinación de algunos de ellos.” Cuando le pregunté qué significará eso en términos concretos para los docentes universitarios, Bass respondió: “Tal vez en el futuro tengamos el mismo número de personas haciendo la labor de lo que hoy llamamos profesor universitario, pero algunos podrán ser psicólogos y tener una maestría en lugar de un doctorado, y otros podrán tener otras capacidades. Y varias de las funciones que hoy realizan los profesores, como la de evaluar exámenes, serán realizadas cada vez más por máquinas inteligentes. Para mí, el futuro de la educación universitaria será una colaboración entre los seres humanos y las máquinas”, concluyó.
El vaticinio de Bass me parece bastante acertado. Tras hablar con varios prominentes arquitectos de la educación universitaria del futuro, creo que habrá más docentes en las próximas décadas, por el crecimiento poblacional, porque habrá cada vez más gente que estudiará en forma intermitente durante toda su vida y porque los trabajos del futuro requerirán más educación terciaria. Pero el papel del docente universitario cambiará, ya que habrá menos impartidores de conocimiento y más psicólogos, motivadores personales e ingenieros que programen y aceiten a los robots.
Las máquinas inteligentes serán insuperables para impartir la educación informativa, gracias a su paciencia infinita, su tiempo ilimitado y su capacidad para contestar cualquier pregunta en forma personalizada según las necesidades de cada estudiante. Pero harán falta docentes humanos para guiar, motivar y formar éticamente a los estudiantes. Y a medida que los robots hagan cada vez más trabajos rutinarios de trabajadores manufactureros, meseros y recepcionistas, habrá cada vez más necesidad de contratar a analistas de datos, ingenieros y otros profesionales que requieren estudios universitarios. En el futuro, si la gente no quiere trabajar para un robot, tendrá que estudiar para manejar un robot.
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