Pero la mayor amenaza para los trabajos de los empleados bancarios no serán los robots recepcionistas, como Pepper, sino el cierre de sucursales bancarias por el creciente uso de servicios bancarios en línea, la gradual desaparición del dinero en efectivo y la sustitución de muchos bancos tradicionales por bancos virtuales, o sea, instituciones financieras que operan exclusivamente en Internet.
Cada vez más gente en los países desarrollados está usando su teléfono celular, tableta, computadora personal o los cajeros automáticos para sus transacciones bancarias, y cada vez menos gente necesita interactuar con un empleado bancario de carne y hueso. Según una encuesta de clientes de bancos realizada por la compañía consultora Accenture en 2015, un cliente bancario promedio en Estados Unidos interactúa con su banco unas 17 veces por mes, de las cuales 15 consisten en contactos “no humanos”, incluyendo transacciones por celulares, tabletas, consultas telefónicas a centros de atención al público robotizados y retiros de cajeros automáticos.
Hoy día, algunos clientes todavía van a las sucursales para abrir una cuenta bancaria — uno de los principales motivos por los que las sucursales todavía sobreviven — o porque prefieren interactuar con una persona para hacer consultas sobre decisiones importantes y complejas. Pero para sus transacciones cotidianas, como realizar pagos o transferir dinero de una cuenta a otra, la visita a una sucursal bancaria es cada vez más una pérdida de tiempo.
Puede que Anthony Jenkins, el ex CEO del banco Barclays que predijo que hasta 50% de las sucursales bancarias y los empleados bancarios desaparecería en los siguientes 10 años en varios países industrializados, haya estado en lo cierto. En Estados Unidos se cerraron más de 10 000 sucursales bancarias o más de 10% del total, desde la crisis financiera de 2008 hasta 2017, según reportó la revista The Economist. Tan sólo en 2015, los bancos más importantes de Estados Unidos y Europa despidieron a casi 100 000 empleados.
Y un estudio de Citi Global Perspectives & Solutions (GPS) vaticinó que los bancos estadounidenses y europeos despedirán a alrededor de 1.8 millones de empleados en los próximos 10 años.
Ya hay pueblos como Windsor, una población de 6 200 personas en el norte del estado de Nueva York, donde no queda ningún banco: el último que existía, First Niagara Bank, cerró sus puertas en 2017. Hay unos 1.100 pueblos como Windsor que se han quedado sin bancos “y esa cifra podría duplicarse fácilmente si siguen cerrando los pequeños bancos comunitarios”, señaló The Economist.
En Holanda, el número de sucursales bancarias por cada 100.000 habitantes cayó 56% entre 2004 y 2014 y la tendencia sugiere que la reducción de las sucursales bancarias seguirá su curso. En Dinamarca, la desaparición de sucursales bancarias por cada 100 000 habitantes en el mismo lapso fue de 44 por ciento, y en Gran Bretaña de 13 por ciento.
Según Jenkins, la creciente competencia de los bancos virtuales “hará cada vez más difícil que los bancos tradicionales puedan generar los ingresos y las ganancias que exigen sus accionistas. Al final del día, estas fuerzas obligarán a los grandes bancos a automatizarse. Yo pronostico que el número de sucursales bancarias y de gente empleada en la industria financiera podría reducirse 50% en los próximos 10 años y que la reducción en un escenario menos severo sería de al menos 20 por ciento”.
EL FIN DEL DINERO EN EFECTIVO
En Suecia no existen los cheques desde hace más de una década: los pagos electrónicos los reemplazaron por entero. Los billetes y las monedas hoy día representan apenas 2% del dinero que se mueve en la economía de Suecia, 7.7% en la economía de Estados Unidos y 10% en la economía del promedio de los países de Europa.
La mayoría de los niños suecos nunca ha visto un cheque y ha crecido pagando sus compras con tarjetas de crédito o incluso con sus teléfonos celulares. La desaparición del dinero en efectivo llegó a tal punto que hasta los indigentes tienen aplicaciones en sus teléfonos celulares para aceptar limosnas o pagos por las cosas que venden en la calle.
Y lo que es aún más curioso: más de la mitad de las sucursales de los principales bancos en Suecia ya no aceptan depósitos en efectivo, porque no es rentable pagar los costos de servicios de seguridad. Muchas sucursales están eliminando sus cajeros automáticos, que languidecen por falta de uso.
Lo mismo está pasando en Dinamarca, Noruega y Holanda, que se están transformando rápidamente en sociedades con cada vez menos dinero en efectivo. En Dinamarca, el gobierno propuso en 2015 permitir que los restaurantes, las tiendas de ropa y otros comercios minoristas no acepten más pagos en efectivo, como parte de un paquete de medidas para ayudar a las pequeñas empresas a reducir sus gastos de vigilancia y procesamiento, y permitir una mejor fiscalización por parte del Estado. El proyecto, que planteaba eliminar el dinero en efectivo en su totalidad en 2030, se enredó temporalmente en el parlamento por cuestiones políticas, pero los bancos lo están apoyando para ahorrar costos de procesamiento, y los expertos daneses creen que se concretará muy pronto.
Anette Broløs, la presidenta del Centro de Investigación e Innovación Fintech de Copenhague, Dinamarca, me dijo que el dinero en efectivo probablemente desaparecerá en su país por completo durante la próxima década. Cuando le pregunté cuál sería la ventaja de una sociedad sin dinero en efectivo, me respondió que ayudaría a ahorrar mucho dinero. Según Broløs, “el dinero en efectivo no es necesariamente costoso para el usuario individual, pero sí es costoso para la sociedad. Es costoso para imprimir, renovar y transportar y produce grandes cantidades de gases tóxicos cuando debes transportarlo todos los días”. Además, para qué incurrir en esos gastos, si cada vez menos gente lo está usando, preguntó.
LOS NUEVOS BANCOS VIRTUALES
En Estados Unidos, los bancos virtuales como Betterment.com y Nutmeg.com cobran una comisión de administración de fondos de alrededor de 0.25% por año, mucho menor que el 1% que cobran los bancos físicos. Y además, se jactan de tener algoritmos tanto o más sofisticados que los de los bancos físicos. Los bancos virtuales operados por robots-asesores financieros ya tenían unos 20 000 millones de dólares en depósitos en 2016.
Se trata de una cifra aún pequeña comparada con los trillones de dólares en manos de los bancos tradicionales, pero que —considerando la creciente popularidad de los bancos virtuales entre los jóvenes— crecerá aceleradamente durante los próximos años. Según la consultora McKinsey, los bancos virtuales podrían manejar unos 13.5 trillones de dólares en algunos años.
Y hasta los pocos empleados de los bancos virtuales tendrán motivos para preocuparse por sus empleos cuando Amazon, Google y otras compañías tecnológicas comiencen a utilizar a sus asistentes virtuales como subsidiarias bancarias en nuestros hogares. Gracias a sus sistemas de reconocimiento de voz, podrán seguir nuestras instrucciones verbales sin obligarnos a sentarnos frente a la computadora, llenar contraseñas y realizar manualmente nuestras transacciones bancarias.
Si queremos hacer un pago o transferir dinero de una cuenta a otra, podremos simplemente decir: “Alexa, transfiere 100 dólares de mi cuenta personal a la de mi hijo”. Tanto los empleados de los bancos físicos como los de los bancos virtuales se verán amenazados por los asistentes virtuales que, tarde o temprano, tendremos en nuestros hogares y se convertirán en la forma más cómoda de realizar nuestras transacciones bancarias.
ANDRÉS OPPENHEIMER
Andrés Oppenheimer es un periodista, escritor y conferenciante argentino que reside en Estados Unidos y ha participado en varios foros internacionales. Ha sido incluido por la revista Foreign Policy en español como uno de los "50 intelectuales latinoamericanos más influyentes".
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