Cuando el mundo
cambia y no tengo certezas, ¿cómo lidero y comprometo?
Quizás las preguntas son: ¿Cómo
lo estás haciendo ahora? ¿Qué te funciona y qué no? Porque el mundo no deja de
cambiar nunca, tal vez según las épocas lo haga a ritmos diferentes, pero no
deja de transformarse, ¿Quién tiene dudas?
Pero volvamos a lo básico:
estamos trabajando con personas y, con toda la complejidad que puede tener que
lidiar con el comportamiento humano, no pensemos que comprometer a la gente a
la que lideramos resulta un enigma. Sólo es necesario mirarnos a nosotros
mismos para darnos cuenta de que no somos tan complejos y a poco que alguien
nos observe y pregunte en un clima de confianza que garantice respuestas
honestas le será relativamente sencillo entender nuestras motivaciones.
El proceso resulta muy simple y
por tanto sencillo de comprender, pero muy difícil de gestionar.
¿Simple? ¿Sencillo? ¿Difícil? Que
lío. Aquí no hay quien se aclare …, pero vamos a hacerlo nosotros.
Hay una distinción que a los coaches
nos encanta porque clarifica determinados procesos personales y
profesionales. Se trata de entender el matiz entre lo simple y lo sencillo, así
como entre lo complejo y lo difícil. Algo simple tiene que ver con un proceso
en el que intervienen pocas variables y conlleva pocos pasos, como el acto de
jugar al golf, donde únicamente se intenta meter una bolita en un agujero, o
hacer una tortilla de patatas, que solamente lleva huevo, patatas, aceite y
sal. Quizás te has puesto a sudar asumiendo lo difícil que puede ser lograr el
par en un campo de golf o dar el punto a una tortilla para que quede jugosa y
sabrosa a la vez. Se trata de procesos simples pero difíciles de ejecutar con
éxito. También puede resultar complejo el mecanismo fisiológico y emocional que
hay detrás de una excitación sexual pero fácil de mantener una relación sexual
cuando hay voluntad por parte de los que se relacionan.
Ahora que conoces esta
distinción, insistimos, el proceso por el que se compromete a otros y, por
ende, favorece el contexto para liderarles resulta muy simple, aunque muy
difícil de gestionar.
¿De qué hablamos cuando hablamos de compromiso?
Si utilizamos estos
anglicismos que tan instalados están en nuestro argot que manejamos en el
entrono multinacional, ¿de qué hablamos cuando se persiguen commitment y engagement de los colaboradores de un proyecto? Hablamos de
despertar una emoción que mueva a la acción. Simple, ¿verdad? Eso no es ni más
ni menos que motivar, suscitar un motivo para la acción. Las personas se mueven
motivadas por una emoción. Algo pasa o interpretamos que pasa y eso nos provoca
una emoción que nos lleva a la acción. Ese es el mecanismo. Tan solo hay cuatro
elementos: algo que pasa, la
interpretación, la emoción y la acción. Los acontecimientos proceden a la
emoción y esta camina dos pasos por delante de la acción.
Somos emociones con patas, no lo
podemos evitar. Lo interesante no es únicamente saberlo, sino tenerlo en
cuenta. Quizás no tengamos certezas de cómo, exactamente, está cambiando el
mundo, pero de lo que estamos seguros es de cómo funciona el mecanismo de la
motivación humana, por tanto, si estás atento a lo que sienten en cada momento
las personas a las que lideras, obtendrás la mejor pista para saber cómo
hacerlo.
Déjate llevar por el momento
cuando no tienes certezas. Las personas se comprometerán con los proyectos y
con los líderes que satisfagan sus necesidades. De eso no hay duda. Tratar de
imponer otras circunstancias es cortoplacista; puede que de resultados inmediatos
apoyándose en la obediencia y en la disciplina profesional, pero está condenado
a la desconexión y al desarraigo a medio plazo. ■
ANTONIETA FAYER—JORGE SALINAS
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