El teletrabajo o "homeoffice" llegó para quedarse. La aceleración del teletrabajo y el importante papel de las tecnologías vaticinan un panorama laboral diferente al que conocíamos
En este futuro lleno de interrogantes que está dejando la crisis del coronavirus, hay algo que cada vez está más claro: el teletrabajo funciona. Y, tal y como indica una encuesta de la firma Colliers International, la pandemia podría ser un catalizador para que este modelo de trabajo deje de ser la excepción para convertirse en la nueva norma.
Antes de esta situación, según datos del estudio de Randstad ‘Flexibility at work’, el 58% de los trabajadores españoles, por ejemplo, consideraba antes del comienzo de la crisis que en su puesto disponía de todo lo necesario para poder trabajar desde casa. Y otro dato: el 68,6% de los empleados quería teletrabajar, pero su empresa no se lo permitía.
Cinco años en dos meses
Cuando se decretó el estado de alarma, muchas empresas –algunas con más facilidad que otras- tuvieron que implantar el teletrabajo a marchas forzadas. De pronto, toda España se encontró ante un experimento que “ha servido para acelerar en 2 meses lo que hubiera sucedido de forma natural en los próximos 5 años”, explica Nacho Herranz, responsable de Innovación de Paradigma Digital. Una situación en la que también se ha puesto a prueba “el grado de avance en las empresas en términos de transformación digital, destapando las verdaderas carencias de las compañías en este sentido”.
Además, aquellas empresas reticentes al trabajo en remoto han podido comprobar sus ventajas “en términos de conciliación, tiempos de desplazamiento e incluso en tener una mayor productividad”, indica Laura Maseda, Employee Experience Manager de S4G Consulting. “La empresa podrá ahorrar costos de oficinas e infraestructuras, y el aire de nuestras ciudades agradecerá que realicemos menos desplazamientos”, añade.
Aquellas empresas reticentes al trabajo en remoto han podido comprobar sus ventajas.
La tecnología es un facilitador para incrementar la productividad y la eficiencia en el entorno laboral. Ahora más que nunca, explica Gloria Valle, directora de talento en Syntonize, “es clave ofrecer las herramientas necesarias a los trabajadores para que puedan realizar sus tareas de forma digital y preparar a la organización para aprovechar las tecnologías más innovadoras en analítica de datos, automatización de procesos o inteligencia artificial y mejorar, en última instancia, la experiencia de sus socios, clientes o empleados”.
Inmersa desde hace tiempo en la transformación digital, Banco Santander ha sido una de las empresas capaces de implantar el teletrabajo de manera más eficiente, permitiendo que sus más de 100.000 empleados puedan continuar su actividad desde casa con todas las herramientas necesarias y con total seguridad. El trabajo en remoto no es algo nuevo para la compañía, que lleva años promoviendo el flexiworking, una forma de trabajar que mejora la eficiencia y la productividad, impulsando horarios flexibles, el teletrabajo y la conciliación de la vida profesional y personal.
La economía "gig"
Además de para poder implantar el teletrabajo, la influencia de las nuevas tecnologías será determinante en la era post Covid-19. Así lo indica el estudio de Randstad anteriormente nombrado, que prevé que la tecnología modificará el 30% de los empleos tras el confinamiento.
Uno de los impactos de esta creciente digitalización será la aparición y diversificación de nuevos regímenes de trabajo, más allá de los empleos fijos a tiempo completo. Además, según el mismo informe, una tendencia que proliferará será la economía ‘gig’, basada en pequeñas tareas que se pueden llevar a cabo a través de plataformas digitales.
“La automatización va a ver crecer su protagonismo por la importancia de evitar aglomeraciones, lo cual, lejos de amenazar al empleo, va a generar nuevas oportunidades”, explica Valentín Bote, director de Randstad Research. “Para los profesionales interesados en aprovecharlas, es recomendable seguir de cerca la evolución del mercado laboral y apostar por la formación continua”.
Otra de las tendencias que vaticina el estudio de Randstad es la aparición de nuevos puestos de trabajo de perfiles disruptivos: por un lado, los trabajos “fronterizos”, que implican producir, instalar, mantener y desplegar tecnologías nuevas, como aquellos relacionados con la integración de robots en los procesos productivos.
Por otra parte, los llamados trabajos “de última milla”, cuyas tareas están prácticamente automatizadas, pero aún necesitan la intervención de un profesional, como los etiquetadores de contenido; y el trabajo “para los ricos”, es decir, los empleos que nacen por el incremento de ingresos entre los perfiles tecnológicos y que, aunque son profesiones que ya existían, surgen constantemente nuevas ocupaciones derivadas de necesidades de la sociedad.
Cambio en la cultura empresarial
Sin embargo, para que todos estos avances se produzcan, es necesario un cambio en la cultura empresarial. Y es que, a pesar de la importancia de la tecnología, más del 25% de las grandes empresas seguirán teniendo dificultades para encontrar determinados perfiles tecnológicos.
En ese sentido, el cambio pasa por una formación en la que los trabajadores “cuenten con conocimientos y habilidades técnicas suficientes como para poder realizar sus tareas de la manera más autónoma posible”, apunta Gloria Valle, “siendo capaces de gestionar el tiempo, de comunicar de forma efectiva, de ser creativos a la hora de resolver cualquier incidencia y, sobre todo, tener orientación a resultados en un trabajo con mayor libertad y sin tanto control jerárquico”.
Silvia Resola
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