Aunque usted no trabaje
para el sector público, es casi seguro que alguna vez ha tenido contacto con
él. Esto puede haber ocurrido porque posiblemente haya presentado ofertas para
concursar a contratos u obras del Estado, pedir autorizaciones para montar su
empresa o su fábrica o simplemente haber solicitado su pasaporte en una
comisaría de policía.
Por estas razones, es por
lo que estudiamos en este Tema los pormenores de la dirección y planificación
objetiva en el sector público. Conocer las peculiaridades de la
administración pública nos servirá de gran ayuda en nuestros conocimientos
sobre esta materia, que no es ajena a ninguna persona física o jurídica del
ámbito de la comunidad empresarial.
Las tradicionales
entidades del sector público pueden ser reorganizadas para mejorar su
rendimiento si centran sus esfuerzos y recursos en rediseñar aspectos claves de
su gestión, como la prestación de servicios o la separación de funciones.
A través de la
privatización de los monopolios estatales y la liberalización de los sectores,
los gobiernos de todo el mundo han introducido las fuerzas del mercado en la
electricidad, las telecomunicaciones y otras actividades económicas antes
gestionadas por el sector público. Esto ha incrementado la productividad a
medida que empresas del Estado comienzan a adoptar prácticas del sector
privado.
Los organismos públicos
son, a menudo, monopolios que administran y prestan servicios esenciales, como
fueron en origen los servicios de Correos, Telefónica o Iberia en España.
Sin embargo, con
frecuencia, los gobiernos no están tan dispuestos a privatizar o liberalizar
actividades como: el orden público, las prisiones, la recaudación de impuestos,
la administración estatal o autonómica y, en muchos países, la educación y la
sanidad. En estas áreas como es lógico se anteponen los objetivos sociales a
los económicos.
El resultado es que los
organismos públicos que cubren estos sectores económicos no pueden dejar de
prestar servicios no rentables, despedir a empleados, aprovechar las
oportunidades del libre mercado u ofrecer los salarios necesarios para captar a
los mejores profesionales.
Así pues, consideramos que
las entidades del sector público, como las del sector privado, deberían
organizarse para mejorar su productividad. Existen muchos organismos en nuestro
país, como por ejemplo los Ayuntamientos que podrían abordar las causas de la
escasa productividad de algunas de sus áreas y darse la oportunidad de
rediseñar políticas basadas en una buena gestión al estilo de las empresas
privadas.
Por ejemplo, pueden
aplicar prácticas innovadoras en áreas como las tecnologías de la información y
las compras. La experiencia del sector privado demuestra que un rediseño
organizativo adecuado puede disipar la inercia y la complacencia,
reestructurando y actualizando a las organizaciones del Estado y centrándolas
en cuestiones fundamentales para mejorar la productividad, a través de la
racionalización de las responsabilidades burocráticas centrales, la formación
adecuada de los equipos gerenciales y la separación entre el diseño y la
prestación del servicio.
Este
Cuaderno forma parte de la serie "Cuadernos de Gestión" editados por el INSTITUTO EUROPEO DE
GESTIÓN EMPRESARIAL
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INFO:
IEGE/MADRID/ESPAÑA
Dpto. Información de
Programas
iegegroup@mixmail.com
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