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sábado, 24 de febrero de 2018

Cómo ser Amigo de tu Subordinado



Sabina Nawaz en hbr.org del pasado 6 de febrero plantea que ser un alto ejecutivo es un trabajo muy solitario, en el que hay que, por ejemplo, transmitir duros mensajes, en el que no siempre se puede ser transparente con respecto a los desafíos y en que se tienen que guardar la confidencialidad sobre  decisiones clave hasta que el momento sea el adecuado.

No hay forma de escapar al peso de la autoridad y de tiempo en tiempo puede surgir una amistad con algún compañero de trabajo. No es lo mismo mantener una relación entre iguales en el trabajo que en el caso en el que existe un desequilibrio de poder con nuestro amigo.

Cualquier amistad jefe-subordinado está llena de trampas en su desarrollo y al final se puede perjudicar la amistad o la relación profesional, el resto de compañeros puede no facilitarnos feedback valioso sobre el trabajador si piensan que somos amigos y podemos perder la confianza de éste y del resto de nuestros colaboradores si no tenemos cuidado de respetar la fina línea que se encuentra entre la confidencialidad y la transparencia.

Nawaz propone las siguientes recomendaciones para gestionar la amistad con uno de nuestros colaboradores:

1.- Elegir nuestras amistades cuidadosamente. Tener un amigo que es nuestro subordinado requiere altos niveles de confianza y de juicio por ambas partes y no siempre se dan en una relación de trabajo. Ambas partes deben ser maduras y gozar de la suficiente autoestima para construir la confianza con el tiempo.

2.- Marcar las expectativas desde el comienzo. El jefe tiene conocimientos, información y responsabilidades que su amigo debe conocer, ser consciente y aceptar sobre lo que va a poder compartir o no con él.

3.- Definir claramente los roles en las conversaciones. Explícitamente decidir cuáles van a ser las normas que se van a establecer en el trabajo y en la vida personal genera un sentimiento de ecuanimidad e igualdad en la amistad. Al mantener una conversación con nuestro amigo aclarar qué rol se está asumiendo el de jefe o el de amigo y verificar que éste esté de acuerdo con nuestro planteamiento.

4.- Ser transparente con el resto de compañeros. Informar de la amistad al resto del equipo y de nuestro deseo de que no influya en nuestras decisiones para que los demás miembros se sientan libres para expresar sus comentarios, si es necesario, sobre el amigo sin temer represalias.

5.- Realizar nuestro trabajo. Ser directo y no dilatar las comunicaciones con nuestro amigo, especialmente si se trata de feedback negativo o de noticias desagradables, como un despido. Aunque sintamos temor de dañar los sentimientos de nuestro amigo o de que se ponga a la defensiva debemos hablar, pero también, estar preparados que al hacerlo no lo acepte bien y pueda llegar a suponer hasta el fin de la amistad. Al terminar la conversación debemos expresar a nuestro compañero que deseamos continuar siendo su amigo, pero dejándole espacio para que tome la decisión sobre si quiere seguir manteniendo la relación.

No tenemos, pues, que olvidar, que las amistades se basan en la confianza mutua y que mantener amistades jefe-subordinado son complicadas especialmente ya que como jefes vamos a contar con información que nuestro colaborador no va a tener. Las amistades que sobreviven en el trabajo se basan en la confianza y la transparencia sobre los límites dentro de los cuáles nos podemos comunicar y en que seamos capaces de mantener  nuestras acciones en el ámbito profesional y no personal.

Isabel Carrasco
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