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sábado, 17 de noviembre de 2018

¿Es tu Organización una Secta?



Manfred F.R. Kets deVries en INSEAD Knowledge del pasado 2 de noviembre  plantea que debemos estar atentos  para evitar que nuestro lugar de trabajo se convierta en una secta.

El autor considera que un culto se puede definir como la extrema devoción a una persona, objeto, idea, movimiento o trabajo. Por tanto los grupos políticos, las asociaciones criminales, los grupos que apoyan un estilo de vida determinado y hasta los regímenes políticos pueden ser considerados tipos de sectas. Muchas organizaciones tienen estas características, también, como por ejemplo cuando cuentan con líderes muy influyentes que inspiran devoción y demandan lealtad o con una cultura llena de normas muy restrictivas en relación con los comportamientos y con una gran intolerancia ante cualquier desviación de las reglas establecidas.

Al nivel más elemental los cultos satisfacen la búsqueda humana de un significado. Ofrecen respuestas claras y absolutas a preguntas complicadas tales como el significado de la vida, el bien en contraposición al mal, aspectos religiosos, políticos, etc. También dan respuesta a nuestra necesidad de orden y estructura o sirven para vencer la soledad y el deseo de formar parte de algo más grande que nosotros. 

Los líderes de las sectas saben apelar a estos deseos básicos, maestros en el control mental, estos encantadores depredadores son muy hábiles a la hora de explotar las ansiedades de sus potenciales conversos. Sobresalen en hacer que los nuevos reclutas se sientan queridos e importantes diciéndoles exactamente lo que desean oír. Estos “encantadores” logran que sus seguidores crean en todo tipo de conceptos extravagantes como la seguridad financiera completa, la paz mental perpetua, la salud perfecta, etc. Su poder radica en la promoción de ideas sencillas que parece que son sensatas, lo contrario de la ambigüedad, las contradicciones y la incertidumbre de la vida cotidiana.

Muchos de estos líderes de sectas irradian carisma, seduciendo a sus devotos con cantos de sirena, pero detrás de estas fachadas de encanto muchos de ellos poseen rasgos de personalidad antisociales y hasta psicopáticos.

Para mantener el control absoluto con frecuencia animan a sus seguidores a cortar cualquier relación con el mundo exterior ajeno a ellos. Una técnica eficaz que utilizan consiste en propagar pensamientos paranoides del tipo “nosotros contra el mundo”, donde los demás son villanos y la secta es el puerto seguro. Cortada cualquier conexión con sus antiguos contactos los conversos se vuelven más dependientes de la secta para satisfacer sus necesidades físicas y emocionales.

Con frecuencia los miembros de los cultos no son conscientes de su situación y piensan que actúan por su propia iniciativa, aunque todos los que les rodean ajenos a la secta lo perciben. Los muros de su prisión autoimpuesta son invisibles para ellos. 

Las organizaciones, en ocasiones, tienen muchas de las características de las sectas cuando esperan que sus profesionales se adhieran estrictamente a una serie de creencias y si no lo hacen son severamente castigados.

Algunas tienen líderes carismáticos con los que se identifican sus profesionales fácilmente, ya que pueden considerarles modelos de cómo deben actuar, pensar y sentir. Debido a la naturaleza de los procesos de socialización que se producen pueden ligarse emocionalmente a sus organizaciones que el trabajo se convierte para ellos en algo más importante que la familia o la comunidad. En ocasiones se pueden fomentar, también, pensamientos paranoides y la identidad corporativa se genera en oposición a fuerzas externas hostiles que convierten el comportamiento nosotros contra ellos en la norma, no estimulando el pensamiento creativo. Los dogmas y el control mental coartan el compartir ideas, opiniones y la crítica constructiva. 

Debemos, todos, estar alerta para detectar este tipo de organizaciones, ya que para resistir a los cantos de sirena debemos mantenernos vigilantes. Somos responsables individualmente de ser capaces de distinguir la demagogia de los hechos, de rechazar el planteamiento blanco-negro y buscar todas las oportunidades posibles para mantener debates saludables.

Por último, el autor recomienda que apreciemos y reconozcamos a los líderes reflexivos que fomentan el pensamiento crítico, los juicios fundamentados, que valoran la individualidad y que irradian autenticidad. No hay que olvidar que una de las mejores muestras de un buen liderazgo es tener la habilidad de liberar el potencial de los colaboradores para que sean mejores y no para esclavizarles.

Isabel Carrasco
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