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jueves, 13 de junio de 2019

Se impone una nueva forma de activismo: el social y medioambiental

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Consumidores, organizaciones de la sociedad civil, inversores y medios de comunicación son algunas de las partes interesadas que empiezan a reclamar a las empresas rendición de cuentas en un amplio espectro de temas que van más allá de lo estrictamente corporativo en cuanto a performance financiera y operativa.

Todos estos stakeholders preguntan: ¿qué impacto medioambiental tienen las operaciones de su empresa?, ¿cuánta diversidad existe en su organización, especialmente en la Alta Dirección?, ¿qué recaudos se toman a la hora de publicitar los productos y servicios que venden para no promover estereotipos negativos racistas o sociales?

Pero recientemente existe otro actor que desde adentro de las organizaciones está haciendo escuchar su voz y reclama acciones en la misma dirección: es el "activismo" social y medioambiental de los empleados mismos de dichas empresas. Más allá de los clásicos problemas por los cuales los empleados se movilizan y reclaman, como salarios, derechos laborales y de libre asociación, de salud y seguridad, se suma ahora este espectro de temas de sustentabilidad estratégica. A través de cartas abiertas, marchas, protestas y la activación de campañas en redes y plataformas sociales, empleados de diversas empresas globales han comenzado a reclamar a sus organizaciones y a sus líderes que se ocupen de determinados temas que, en su opinión, no están siendo gestionados de manera apropiada o bien directamente están teniendo un impacto negativo en el medioambiente, las comunidades y la sociedad más general donde estas empresas llevan adelante sus actividades.

Este fenómeno se ha visibilizado con mayor contundencia y, a la vez, visibilidad en el sector tecnológico. Todos recordamos las consecuencias a partir de la denuncia realizada en su blog por la ingeniera de software Susan Fowler quien en febrero de 2017 escribió una descripción del calvario que le tocó vivir en Uber a través de distintos problemas de discriminación y acoso sexual a los cuales ella y otros colegas, especialmente mujeres, se vieron expuestas. Su denuncia pública desencadenó una serie de consecuencias que no solo tuvieron repercusión en su empresa en términos de denuncias similares de otras mujeres empleadas de la empresa (y la sucesiva renuncia de varios ejecutivos), sino que también repercutió en todo el sector tecnológico y se considera como uno de los factores decisivos que dieron fuerza al movimiento #MeToo.

Asimismo, durante 2018 y en el contexto de la separación de padres de hijos por parte de autoridades de EE.UU. en la frontera con México, empleados de Microsoft le escribieron una carta pública a su CEO Satya Nadella exigiendo que la empresa cancelara grandes contratos que la firma tenía con ICE, la agencia de enforcement de inmigración del gobierno estadounidense. Microsoft accedió a revisar y cancelar algunos de estos contratos. También Salesforce enfrentó similares demandas. A partir de esta situación, un grupo de empleados del sector decidió lanzar la campaña con el hashtag #TechWontBuildIt ("el sector tecnológico no lo construirá") donde se pueden seguir hasta el día de hoy vía redes sociales las quejas y reclamos que empleados del sector realizan contra acciones de empresas del sector que consideran negativas, incluso denuncias en días pasados realizadas contra la empresa Palantir, también por su trabajo con ICE.

También el cuidado del planeta y en especial la lucha contra el cambio climático juega un rol muy importante en la agenda de estos empleados "activistas": por ejemplo, en su carácter de accionistas de la empresa, empleados de Amazon presentaron una resolución de accionistas a ser considerada en la asamblea general de este año donde le piden al directorio que divulgue de manera pública cómo considera reducir su dependencia de combustibles fósiles a la vez que gestionar los riesgos relacionados con el cambio climático.

Esta resolución fue acompañada por una carta firmada por más de 5 mil empleados de la organización de e-commerce donde les pide a sus altos ejecutivos que la empresa se comprometa a ser un líder en la lucha contra el cambio climático y que además no se presten servicios de "cloud" para empresas del sector del petróleo y gas.

Gabriel Cecchini.
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