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domingo, 13 de octubre de 2019

Por qué no debe obsesionarse con el empleo soñado


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Ya debería saberlo: el trabajo ideal no existe, pero hasta el empleo frustrante que le amarga la vida puede tener una cara amable. No se obsesione por lo uno o por lo otro, porque hay nuevos caminos en la felicidad laboral.

La intención de cambiar de trabajo o de marcharse de su empresa no le convierte en un raro espécimen laboral, y además las ansias de cambio no suponen un desdoro para su carrera. En realidad, la rotación de empleo es una actividad creciente en el mercado laboral, y la mayoría de los trabajadores se están planteando dejar su empresa... Otra cosa es que terminen por hacer real esta intención, que suele tener como causas principales la relación con un jefe tóxico, el salario, las oportunidades de promoción y desarrollo de carrera, la imposibilidad de conciliar vida profesional y personal o la falta de reconocimiento dentro de la organización.

Como para casi todo, hay estudios que argumentan sobre la creciente insatisfacción profesional. El pasado mes de enero, Adecco concluía que el porcentaje de trabajadores que se sienten felices ha disminuido con respecto al registrado hace tres años, y aseguraba que "para el 57,5%, la felicidad laboral es un aspecto de los recursos humanos que se ha instalado para quedarse".

"El 80% de los españoles es infeliz en el trabajo", según una encuesta elaborada por Acierto.com; y hace cuatro meses Randstad revelaba que la tasa de satisfacción de los profesionales españoles ha caído tres puntos porcentuales en tan solo un año, con lo que "la satisfacción laboral en España se sitúa por debajo de la media europea". Por su parte, IESE Business School y Eurofirms presentan este lunes un estudio que evalúa el compromiso de los trabajadores con las empresas en las que trabajan, y que concluye que "siete de cada diez empleados españoles no se sienten felices en su trabajo".

Los expertos insisten en la creciente insatisfacción laboral, y a esto se añade que en el mercado de trabajo ya no es posible aspirar a trabajar sólo en una o dos empresas durante toda nuestra carrera. Tampoco es realista seguir usando las mismas capacidades y habilidades.

Además, resulta absurdo pensar que existe el puesto perfecto, aunque los empleos se transforman y podemos llegar al trabajo que nos satisfaga finalmente.

Hasta la actividad más tediosa tiene un lado positivo. Es posible descubrir que esa actividad, ese puesto o esa empresa frustrante potencia algunas habilidades y competencias que le servirán en el futuro. Se trata de reinventarse dentro de la propia organización para tener más influencia, progresar en nuestra carrera e incluso ganar más.

Y a la inversa, el trabajo de sus sueños puede convertirse en una pesadilla, o al menos no ser tan ideal como imaginaba. Las actividades aparentemente idílicas llevan incluidos jefes y compañeros que pueden ser tóxicos, falta de reconocimiento, o imposibilidad de progresar o ascender.

Desear obsesivamente el empleo ideal es una pérdida de tiempo. Y perseguir exageradamente el trabajo perfecto es un camino directo a la frustración profesional.

Nunca es tarde para conseguir el puesto conveniente

Es necesario renovarse y estar preparado para hacer que suceda lo que queremos: el trabajo ideal. Para eso debemos centrarnos en todo aquello que esté relacionado con sus fortalezas y capacidades. Quedarse esperando a que suceda no tiene sentido. Por eso conviene preguntarse qué estaremos haciendo dentro de unos años, ya que esta es la ventaja competitiva en el mundo laboral cambiante.

¿Está realmente preparado? Visualice su futuro

Quizá no esté preparado para el cambio, y tal vez no haya conseguido visualizar su futuro profesional para que éste le pueda motivar. Debe plantearse si aquello que hace tiene futuro o va a desaparecer; si el mercado va a necesitar los mismos profesionales; o si usted es realmente bueno en lo suyo. Cabe incluso la posibilidad de que tenga que cambiar de vocación y deba buscar su desarrollo personal en otro empleo.

Cuidado con las empresas demasiado 'perfectas'

La gente se va incluso de aquellas empresas que se consideran felices, porque no hay compañía, trabajo o jefe perfecto. Sobre estos últimos Warren Buffett, empresario e inversor estadounidense y principal accionista de Berkshire Hathaway, suele decir que "antes de pensar en escalar en la vida corporativa y en conseguir el currículo perfecto que nos proporciona el trabajo ideal en la compañía soñada, lo sensato es elegir aquella organización en la que haya personas que uno admira". No hay mayor fortuna que encontrar un jefe admirable que pueda abrirnos la puerta a nuevas oportunidades.

En todo caso, no existe el jefe modélico, ni el trabajo perfecto. Y tampoco la empresa ideal. Por eso conviene hacer oídos sordos a los cantos de sirena que nos llegan algunas veces de otras organizaciones que venden buenos horarios, conciliación ejemplar, flexibilidad, planes de carrera, sistemas retributivos envidiables... Es posible que muchas de esas empresas felices sólo sean escaparates de márketing que nada tienen que ver con la realidad.

Por definición, una compañía no está para hacer feliz a su gente, no puede dedicarse exclusivamente a la felicidad. Sería más acertado preguntarse si una empresa ha de ser feliz o rentable, contemplando la idea de rentabilidad desde la perspectiva de que ésta ofrece a sus empleados la posibilidad de desarrollarse profesionalmente.

Las falsas expectativas y la satisfacción laboral

Se puede medir la felicidad, y muchos expertos creen que ésta resulta muy rentable (Ver entrevista con Tal Ben-Sahar). Hay una preocupación creciente acerca de este intangible y de su conexión con la economía real.

Pero en el plano de la realidad conviene no idealizar las expectativas. Ya hemos dicho que cualquier empleo tiene una cara amable y una cruz mucho más tediosa, y eso lleva a correr el riesgo de diseñar nuestro puesto de trabajo ideal haciéndonos una composición de lugar que dista mucho de la realidad.

Unas altas perspectivas sobre las circunstancias favorables de vida se asocian con una gran satisfacción vital. Si esperamos algo que resulta ser irreal seremos infelices, ya que poner ilusión en un trabajo y mantener las expectativas muy altas nos lleva a la frustración.

No se vaya... pero opte por crear su propio empleo

La insatisfacción laboral que le provoca su trabajo, su jefe o su empresa es el impulso definitivo para marcharse y cambiar radicalmente. Pero hay quien recomienda no tener tanta prisa. Es el caso de Richard Branson, defensor de una estrategia más "lenta" para crear el propio empleo: se trata de mantener el trabajo en la empresa en la que ahora está para generar su nuevo puesto. Branson cree que es posible conseguir el empleo ideal incluso manteniendo su puesto en una compañía. Esto es propio de los que se conocen como "emprendedores híbridos", que tienen un 33% más de posibilidades de éxito.

Con estas ideas, no es extraño que haya quien le recomiende dar una nueva oportunidad a su compañía o a la actividad que le frustra profesionalmente. El cambio y la reinvención no están fuera, sino en la propia organización, que en todo caso ha de ser favorable a las transformaciones para responder a su decisión de quedarse para crear su propia empleabilidad y generar un nuevo empleo.

Qué puede aguantar un profesional invisible

Tanto si se va de su compañía como si decide quedarse en ella, tendrá que buscar un nuevo valor y una visibilidad que antes no tenía. Esto nos lleva a pensar en los profesionales invisibles: se da el caso de profesionales ocultos que llevan el peso de muchas organizaciones y son muy valiosos, pero no reciben el reconocimiento de sus jefes ni son recompensados como esperan. La cuestión es qué nivel de frustración puede soportar un profesional invisible al que no se le trata igual que a otro que copa los puestos de más visibilidad en la organización.

Es necesario que haya profesionales influyentes y que tomen decisiones siendo invisibles. Algunas compañías tienen este modelo estructurado y organizado y, en todo caso, las organizaciones deben aprender a motivarlos y a reconocerlos. Si no es así, terminarán yéndose.

En todo caso, sin poder reconocido y sin ser jefe también es posible convertir su trabajo invisible en un puesto ideal: para empezar, si le apasiona su trabajo, puede crear impacto y convertir su influencia en algo viral. Su voz puede generar demanda y su valor dentro de la organización crece, porque su talento es descubierto por otras personas que son determinantes en la empresa.

Tenga en cuenta además que la capacidad de influencia tiene que ver con la credibilidad. Ésta se gana a lo largo de la trayectoria profesional y es propia de quien tiene gran capacidad de relación, alguien con quien la gente quiere compartir ideas e información.

Saber venderse y mostrar resultados

Saber venderse es saber moverse por la empresa para conseguir lo que uno quiere. Implica influir, y para ello es necesario crear grupos de relación en su organización.

La estrategia de saber venderse sólo es sostenible si se muestran los verdaderos resultados. Por eso es necesario tener claro cuáles son nuestros éxitos, dominando la habilidad para transmitirlo claramente. Esto es especialmente importante si se tiene en cuenta que algunas empresas sólo reconocen la habilidad política para salir en la foto y no favorecen el reconocimiento por lo que uno vale. El grado de frustración que esto provoca es otro de los factores que llevan a muchos profesionales a abandonar un trabajo o una compañía.

Tino Fernández
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