Ni la electrificación, ni las tecnologías de "automanejo", ni las aplicaciones para compartir vehículos: la fuerza más disruptiva detrás de los cambios en la venta de autos en los Estados Unidos no tiene que ver con ninguna de las tres tendencias que se citan a menudo en los estudios sobre el futuro del trasporte individual como las mayores fuerzas transformadoras.
"Gastamos millones de dólares en investigaciones sobre los cambios tecnológicos, y resulta que el impacto en las ventas vino por el lado de los hábitos y el costado socio-cultural", cuenta a LA NACIÓN un ejecutivo de GM. Se refiere al derrumbe en el atractivo que representa poseer un auto para los adolescentes y jóvenes norteamericanos.
En las décadas del 60 y del 70, más del 70% corría a sacar la licencia de conducir a los 16 años, porque eso se consideraba prácticamente un pasaporte a la adultez. En 1983, la tasa era del 53%, y en 2019 apenas superó el 20%. Los autos ya no son un objeto de deseo o aspiracional para la denominada " Generación Z" (nacidos en este milenio) o para los millennials más jóvenes (20-30).
Si los adolescentes sirven de alguna guía, Detroit debería preocuparse por el final de la era de un enamoramiento histórico entre los consumidores y los vehículos individuales de marca.
Ni inteligencia artificial, ni "uberización" ni mejores baterías eléctricas: la ola de cambio vino por un lugar inesperado. A tal punto que en la industria ya no se habla del fenómeno "peak car" (punto más alto de ventas histórico ya alcanzado) sino del "no auto" o antiauto (uncar). Dos semanas atrás, Fast Company publicó una historia con esta especulación: en el sector aeronáutico dos empresas fabrican el 99% de los aviones y a nadie le importa la marca, porque lo que vale es la utilidad. Según esta hipótesis, el negocio de los autos se dirige a este modelo, donde los vehículos individuales serán valorados por su utilidad y no como costosas expresiones de nuestra personalidad.
En zona de riesgo
La automotriz no es la única categoría afectada por la ola de cambio generacional, ni mucho menos. ¿Qué otras hay? Carlos Pérez, creativo y presidente de la agencia BBDO, menciona a las hojas de afeitar, un segmento de productos que se está derrumbando porque tener barba ya no está mal visto (a tal punto que se erosiona el valor de las acciones de multinacionales de consumo masivo).
También sufre la categoría de "chicles", que siente doble impacto porque hay menos fumadores y porque ya no son populares entre los "Z", que consideran que quedan "soberbios" con este consumo.
En un reporte sobre perspectivas para 2030, el tecnólogo Azeem Azhar, editor de Exponential View, consideró que el cambio generacional es una de las tendencias a seguir más de cerca. "Aquellos que hoy están en sus 40 y que hicieron toda su vida laboral con Internet, se graduarán en esta década de líderes globales, los de 30 pasarán en forma masiva a altos cargos de management, y los agitadores y creadores de nuevos modelos de negocios en la próxima década tienen hoy entre 15 y 25 años", describe Azhar. "El arribo de estas nuevas generaciones a puestos de poder, con su set de valores, tiene profundas consecuencias en el cambio global", agrega.
En una reciente nota editorial, The Economist remarcó que "el recambio generacional es lo que termina trasformando la opinión pública". ¿Consecuencias en la Argentina? Infinitas. Una que apunta el politólogo Andrés Malamud a LA NACIÓN: cuando se les pregunta por sus preferencias partidarias, entre jóvenes de 19 a 29 años la opción por Cambiemos es marcada solo por 12%, la mitad que en los mayores de 45. "Algo hay: no sé si más kirchnerismo, pero definitivamente menos macrismo entre los jóvenes".
Además del campo de las marcas y de la política, hay otro vector en el cual estos cambios cámbricos generacionales se ven con mucha nitidez: el de los recursos humanos. Semanas atrás Glassdoor publicó su ranking anual de "mejores lugares para trabajar" en los Estados Unidos. Y la novedad fue el derrumbe del puntaje de gigantes de la tecnología como Google y Facebook, famosos por sus beneficios que los volvían oficinas de trabajo muy apetecibles en años anteriores. Otras megacompañías tecnológicas, como Apple, Amazon o Microsoft, tampoco figuran en el ranking de las 10 más valoradas de Glassdor, que encabeza una empresa de software menos conocida, HubSpot.
Hábitos distintos
Con tasas de estrés laboral altas, ( burn out) por encima del 70%, los millennials ya están reconfigurando la relación histórica con el mercado de trabajo. No se trata solamente de una mayor preferencia por la independencia y el trabajo fuera de la oficina, sino de un conjunto de hábitos completamente distintos, que incluye la responsabilidad por aprender y capacitarse permanentemente, algo que entre los "X" y los baby boomers tiende a asignársele al empleador en lugar de una tarea propia.
"Hay un error muy común en poner a todos los 'jóvenes' -millennials y "Z"- en la misma bolsa, porque en realidad las diferencias entre estas dos categorías son abismales", señala Edwin Rager, estratega creativo de platzi, una plataforma de educación online.
Algunas particularidades de los "Z": también se los describe como la " generación nosotros" (" We Generation"), porque piensan mucho más que los mayores en las consecuencias de sus actos para terceros; sus plataformas de comunicación son los videogames; son más cautos y toman menos deuda (en los Estados Unidos) que los millennials: "Se hacen adultos antes que la generación que los precedió", explica Rager. Viven a través de los celulares inteligentes (no se limitan a "capturar y compartir", como los de 20-40) y la mayor parte asegura que su youtuber favorito los entiende mejor que sus amigos de la vida real.
En lo que hace a la interacción con las marcas y el discurso político, los "Z" son mejores detectores de humo que las restantes generaciones. La fluidez de género y el cambio climático son cuestiones que ni siquiera merecen discusión, porque son evidentes. Odian las etiquetas y, de hecho, detestan que se los categorice como "Z", marca Rager (una anécdota personal al respecto: este año llevamos a Nicolás, nuestro hijo del medio, de 11 años, por primera vez a las charlas TED. Describió al evento como "viejos queriendo hacerse los inteligentes", y consideró que las charlas de género y de cambio climático no tenían sentido porque no eran ninguna novedad. Nos llamaban la atención a nosotros, los "X", pero a él no. Siguiente tema).
De hecho, en este tono, en 2019 se puso de moda el meme " OK, boomer" entre los adolescentes, como una forma despectiva de marcar como retrógrados los comentarios de la generación que nació entre 1946 y 1965. El término tuvo su origen como un video de Tik Tok, en reacción hacia un adulto que aseguraba que los jóvenes, tanto los millennials como los de la generación Z, tenían el "síndrome de Peter Pan" y se negaban a crecer. Explotó en 2019, para señalar discursos y actitudes anticuadas en agendas como la del uso de tecnología o la negación del cambio climático.
A menudo, este concepto viene asociado al dibujo del anciano de Los Simpson, que se queja y grita al cielo. Una respuesta que tranquilamente una o un "Z" podría tener hacia esta nota.
Sebastián Campanario
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