La necesaria lucha por la
competitividad ha llevado a las empresas a redefinir sus estrategias y buscar
aliados para ser cada vez más ligeras, ágiles y orientadas al cliente. La
externalización es clave en este proceso. Las compañías se centran en el desarrollo
de su know-how y dejan en manos de
especialistas la gestión de actividades secundarias que no forman parte de su core business.
La externalización responde a un
replanteamiento estratégico de la cadena de valor: allí donde una empresa no
sea capaz de desarrollar ventajas competitivas, lo mejor es ceder la actividad
a un tercero, que seguro que ayudará a ello.
Las primeras experiencias de
outsourcing se registran en Estados Unidos e Inglaterra a principios y mediados
del siglo XIX. A partir de la década de 1970, en Estados Unidos se hace común
la externalización de la nómina, a lo que se añaden numerosos servicios en años
posteriores. Hoy día, el 98% de las empresas asegura tener externalizados
algunos de sus servicios o, al menos, haberlo hecho en alguna ocasión.
La banca fue pionera en la
externalización de servicios en los años 60, en nuestro país.
Los primeros servicios
susceptibles de ser subcontratados son aquellos que no son críticos en una
empresa. El objetivo al externalizar es encontrar a alguien experto en esa
actividad que haga dichos servicios, de mejor manera, de manera profesional y
de forma más flexible. Es decir, optimizando los recursos.
La mayoría de los directivos
españoles y europeos considera que la externalización pude reducir sus costes
entre un 50 y un 75%, según una encuesta realizada por la consultora
norteamericana Proudfoot.
El 90% de los directivos que ha
externalizado parte de sus procesos asegura que ha conseguido disparar el
retorno a sus accionistas.
En España, en algunos segmentos,
el nivel de externalización puede llegar al 40% de la actividad de una empresa.
No existen unos sectores más
complejos que otros para externalizar. Todo depende de la experiencia del
proveedor. El grado de sofisticación de los servicios responde a la más elevada
calidad. ■
Pedro Rubio Domínguez
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