El mentoring y el coaching son dos temas que nos apasiona traer a este blog (y a las empresas), pero casi siempre que lo hemos hecho también hemos recurrido a la labor didáctica de distinguir uno del otro.
Nuestro mensaje siempre ha sido que no hay que mezclarlos y que cada uno tiene su momento, su lugar, y su utilidad. Hoy, sin embargo, pensando en el tema de la transformación digital, y llevándolo al plano individual, la moraleja es que hay sitio para los dos. Juntos y complementarios, mucho mejor que cada uno por su lado.
No hay nada como la experiencia para hacer que tu pensamiento evolucione. Lo más cómodo, y lo más rápido siempre ha sido pensar que las deficiencias digitales a nivel empleado que podemos encontrarnos tienen su raíz en una falta de conocimiento, una veces más voluntaria que otras.
Por eso cuando hablamos de transformación digital, nos enfocamos en competencias digitales, en nuevas tecnologías, en tendencias…. Y desde ese plano surge con fuerza la estrategia del reverse mentoring, emparejar a los jóvenes más duchos digitalmente con los veteranos más inexpertos, y tratar de encontrar sinergias que permita el enriquecimiento de ambos.
Sigo pensando que este tipo de iniciativas son tan útiles como necesarias, hacen que fluya el conocimiento, y crean esos lazos intergeneracionales cada vez más necesarios en unas empresas marcadas por la diversidad. No obstante, también me estoy encontrando con casos en el que para el empleado veterano esto es insuficiente, y no, no es una cuestión de conocimiento… es una cuestión de inseguridad.
Teniendo en cuenta mi pasado informático, creo que puedo certificar con cierto rigor, que el conocimiento tecnológico que se necesita para estar a la última en cualquier empresa, requiere más de actitud y práctica, que de unas habilidades digitales sin par. En otras palabras no sé necesita ningún doctorado en física cuántica, y mucho menos un máster en la URJC, para afrontar los retos que la tecnología pueda traer a tu área de trabajo.
¿Por qué se sigue oyendo entonces eso de “es que esto es muy complicado”, “yo ya estoy mayor para estas cosas”, “yo con mis excel me apaño bien”? Pues por algo sobre lo que también he escrito en otras ocasiones, la resistencia al cambio. Virgencita, que me quede como estoy.
Por eso estoy cada vez más convencido, y por eso estamos apostando por este modelo en mi empresa, que para trabajar la transformación digital a nivel individual se necesita contar con la colaboración de un perfil de mentor-coach. Alguien que tenga conocimientos mínimos de las nuevas tecnologías y a la vez las armas para trabajar la inseguridad que éstas generan en perfiles, sobre todo, directivos y veteranos, que ven lo digital como un enemigo que se ha colado en su controlada vida para socavar su autoridad, cuando deberían ver, lo que realmente es, un poderoso aliado de cara a mejoras futuras, para él y para su compañía.
El reto, como sucede con los idiomas, muchas veces
no es tanto intelectual como emocional.
Así que viendo cómo está el terreno, y aunque contradiga la visión que pudiera tener hace unos años, en lo digital creo que hay que apostar sin duda por esta figura del mentor-coach. Y lo creo hasta el punto de asumir esta etiqueta, que en otros entornos me pudiera sonar ambigua, e incluso fraudulenta.
¿Quieres mejorar digitalmente hablando? ¿Miras hacia adentro y lo que ves es miedo al cambio? No lo dudes, hazte acompañar de un mentor-coach.
coaching by Gilbert Bages from the Noun Project
Jesús Garzás
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